Fe en Dios

La palabra de Dios es mi fuerza

Testimonio cristiano | La palabra de Dios es mi fuerza

Por Jingnian, Canadá

Desde niña sigo la fe de mi familia en el Señor, leyendo la Biblia y asistiendo a los servicios con frecuencia. Compartí el evangelio del Señor Jesús con mi suegra una vez casada, y desde entonces ella ya no perdía los estribos ante lo que le sucediera ni actuaba a su antojo como antes. Las relaciones en nuestra familia comenzaron a mejorar en general. Al ver los cambios en su madre, mi esposo también empezó a creer en el Señor en 2015 e iba conmigo a la iglesia cada semana. Mi familia estaba en paz tras aceptar el evangelio del Señor y, cuando lo comprobé, supe que esta era la gracia del Señor, la cual le agradecí de todo corazón.

Un día, Xiao Han me llevó a casa de su tía, donde esta compartió el evangelio del reino de Dios Todopoderoso con nosotras. Nos mandó leer las palabras pronunciadas por Dios en los últimos días y nos habló de Su voluntad al crear a Adán y Eva, de Sus propósitos e intenciones cuando pidió a Noé que construyera el arca, del dolor de Su corazón cuando destruyó al pueblo en época de Noé y más cosas. Nos dijo que todos estos misterios están revelados en las palabras de Dios de los últimos días; de lo contrario, nadie los comprendería. Yo la creí, pues solo el propio Dios podría explicar los propósitos de todo cuanto hace. Si Dios no hubiera venido personalmente a hablar y obrar, ¿quién más podría explicar detalladamente los propósitos e intenciones de Dios? Las palabras de Dios me atrajeron profundamente y decidí estudiar en serio la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. En la época en que la estaba estudiando, le planteaba a la tía de Xiao Han numerosas cuestiones que nunca había entendido con la lectura de la Biblia y ella me daba respuestas basadas en las palabras de Dios Todopoderoso; las respuestas eran muy exhaustivas, claras y comprensibles para mí. A medida que iba leyendo las palabras de Dios, poco a poco quedó zanjada la confusión dentro de mi corazón y logré entender que, en los últimos días, Dios Todopoderoso lleva a cabo la obra del juicio por medio de Sus palabras, lo que cumple la profecía bíblica que afirma que “El juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Esta etapa de la obra de Dios supone un progreso y una profundización de la obra del Señor Jesús y es la etapa final de la obra de Dios en los últimos días para purificar y salvar a la humanidad. Tras investigar durante un tiempo, tuve la certeza de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado, acepté con gusto Su obra de los últimos días y comencé a asistir a reuniones con mis hermanos y hermanas.

Transcurridos algo más de tres meses, una mañana estaba reunida con otras hermanas como siempre, cuando de repente el celular empezó a pitar. Lo miré y vi una notificación de que estaban tratando de localizar mi posición por medio de mi iPhone. Me quedé muy sorprendida y no sabía qué estaba pasando, pero acto seguido mi marido me envió un mensaje de WeChat en el que me preguntaba: “¿Dónde estás?”. Lo observé y dudé un poco; recordé que, más de un mes antes, tras regresar de un servicio religioso, mi esposo me había contado que el pastor había dicho muchas cosas negativas de la Iglesia de Dios Todopoderoso y había advertido a los creyentes que estuvieran alerta y no tuvieran ningún contacto con gente del Relámpago Oriental. En aquel momento temí que el pastor y el anciano engañaran a mi esposo y sus rumores lo volvieran en contra de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Quería esperar hasta que entendiera mejor la verdad y supiera dar testimonio claro de la obra de Dios de los últimos días para compartir el evangelio con él, por lo que nunca me atrevía a hablarle de mis reuniones con las hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Habida cuenta de ello, le respondí: “Voy de camino al trabajo”. Sin embargo, cuando lo pensé de nuevo, noté que algo iba mal: “Nunca me envía mensajes a esta hora. ¿Por qué, de repente, me pregunta dónde estoy hoy? ¿Qué está pasando?”.

Cuando llegué del trabajo aquella noche vi a mi esposo sentado en la cama con mala cara. Había encontrado el libro de las palabras de Dios que yo había escondido en casa y lo había puesto sobre el escritorio. Al verlo me quedé muy desconcertada, pero sin que me diera tiempo a pensarlo, mi marido me preguntó: “¿Cuándo empezaste a creer en Dios Todopoderoso? Hay muchas cosas negativas en Internet sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso, ¿no lo sabes? Hoy me has mentido. No ibas de camino al trabajo esta mañana. ¿Dónde estabas?”. Le respondí con cierta indignación: “Así que cuando mi teléfono empezó a pitar hoy, ¡eras tú el que intentaba localizarme!”. Me dijo: “Esta mañana, durante mi descanso en el trabajo, quería saber dónde estabas, así que busqué tu ubicación y descubrí que no estabas donde habías dicho”. Suavizó el tono y continuó: “El Gobierno chino anunció en Internet que los límites entre hombres y mujeres no se mantienen de forma clara entre los creyentes en Dios Todopoderoso, y también había otras cosas negativas de todo tipo. ¿Me haces el favor de cortar el contacto con ellos? Sería mucho mejor que simplemente asistieras a los servicios de la iglesia; podría ir contigo todas las semanas. ¿Por qué guardas relación con ellos?”. Después de decirme esto, se conectó a Internet y buscó mucha información negativa sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso para que yo la leyera. Tras leer esos rumores carentes de fundamento, comenté airadamente: “Estas personas nunca han tenido contacto alguno con la Iglesia de Dios Todopoderoso. ¿Por qué hablan de ella con esa suficiencia? Todo esto es completamente infundado, son habladurías. ¡Son mentiras y rumores y carecen de toda credibilidad! Llevo unos meses con los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso y lo que he comprobado es que su vestimenta es sencilla y de buen gusto, además de que hablan y se comportan con decoro. Hay límites definidos entre los hermanos y hermanas y unos principios en su manera de relacionarse. No se parecen en nada a los rumores que difunden el Gobierno del PCCh y los pastores y ancianos. Uno de los decretos administrativos de Dios Todopoderoso para la Era del Reino establece claramente que ‘El hombre tiene un carácter corrupto y, además, posee emociones. Por tanto, queda absolutamente prohibido que dos miembros del sexo opuesto trabajen juntos, solos, en el servicio a Dios. Cualquiera que sea descubierto haciendo eso será expulsado, sin excepción’ (‘Los diez decretos administrativos que el pueblo escogido de Dios debe obedecer en la Era del Reino’ en “La Palabra manifestada en carne”). Dios es santo y justo y nada aborrece más que la conducta licenciosa. Por lo tanto, Dios ha emitido estrictos decretos administrativos para Su pueblo elegido y quien los infrinja será expulsado de la Iglesia. Los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso acatan estrictamente los decretos administrativos de Dios y nadie se atreve a infringirlos. Esto es lo que he visto y vivido personalmente. ¡El rumor, difundido por el Gobierno del PCCh y los pastores y ancianos, de que los límites entre hombres y mujeres no son claros en la Iglesia de Dios Todopoderoso no es sino una mentira y una calumnia!”. No obstante, dijera lo que dijera, mi esposo, sencillamente, no me escuchaba e insistía en que dejara de asistir a reuniones con los hermanos y hermanas. Ante su inflexibilidad empecé a sentir cierta negatividad, pues la única persona que tenía cerca en el extranjero era mi marido y no quería pelear con él. Además, tenía miedo de que se lo contara a mi familia en China y al pastor, lo que únicamente me traería más problemas. Así pues, cuando insistió en que no fuera a reuniones, accedí, pero le dije que quería seguir leyendo las palabras de Dios en casa, y aceptó. Entonces amainó la tormenta por el momento.

Como solo leía las palabras de Dios en casa, había muchas cosas que no entendía, por lo que contactaba a través del celular con una hermana cuando mi marido estaba en el trabajo, lo que me permitió seguir congregándome con las hermanas. Cuando les conté que mi esposo me había impedido ir a reuniones, una de ellas me leyó un pasaje de las palabras de Dios: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre ellas, como nacidas de disposiciones humanas o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra y todo lo que acontece es una apuesta hecha por Satanás ante Dios y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres y la interferencia de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla. […] Cuando Él y Satanás luchan en el ámbito espiritual, ¿cómo deberías satisfacer a Dios? Y ¿cómo deberías mantenerte firme en el testimonio de Él? Deberías saber que todo lo que te ocurre es una gran prueba y es el momento en que Dios necesita que des testimonio” (‘Solo amar a Dios es realmente creer en Él’ en “La Palabra manifestada en carne”). Mi hermana me enseñó lo siguiente: “Cuando nos encontramos con este tipo de cosas tras aceptar a Dios Todopoderoso, desde fuera parece que nuestra familia se interpone en nuestro camino y nos impide ir a reuniones, pero si lo miramos a través de las palabras de Dios, lo que subyace es la perturbación de Satanás: esta es una batalla espiritual. Dios quiere salvarnos, pero Satanás no quiere darse por vencido tan fácilmente, por lo que va detrás de Dios para perturbarnos y utiliza a quienes nos rodean para evitar que nos presentemos ante Dios. Satanás tiene por objeto destruir nuestra buena relación con Dios y hacernos sentir negativos y débiles para que nos distanciemos de Dios, lo traicionemos, acabemos regresando al campo de acción de Satanás y perdamos la ocasión de ser salvados por Dios. Por eso debemos aprender a discernir, enfocar las cosas de acuerdo con las palabras de Dios, descubrir las trampas de Satanás, orar y confiar en Dios en mayor medida y tener auténtica fe en Él. Entonces podremos contemplar los actos de Dios por medio de la fe”. Después de oír la palabra de Dios y las enseñanzas de la hermana, caí en la cuenta: “Mi esposo es un obstáculo para que yo crea y siga a Dios porque Satanás lo está utilizando para perturbarme y hacer que traicione a Dios, al igual que la prueba por la que pasó Job. Satanás trató de tentar a Job por todos los medios. Le hizo perder su inmensa riqueza y sus rebaños de vacas y ovejas, lo llenó de terribles llagas y utilizó a sus amigos para perturbarlo y atacarlo. Utilizó incluso a su esposa con el fin de tentarlo para que abandonara a Dios. Satanás intentó de manera arrogante anular la fe de Job en Dios para que lo negara y rechazara. ¡Satanás es verdaderamente maligno y despreciable!”. Estos pensamientos llenaron mi corazón de odio por Satanás, pero entonces pensé: “Aunque Satanás estaba enloquecido acosando a Job, jamás se habría atrevido a herirlo de muerte sin permiso de Dios; así pues, ¿eso no quiere decir que lo que yo estoy pasando también está en manos de Dios? Siempre que recurra a Dios y me ampare en Él con sinceridad, seguro que me guiará para que venza las tentaciones de Satanás”. Aquel pensamiento me aportó más fe en Dios y decidí mantener el contacto con las hermanas y seguir congregándome y hablando con ellas por el celular.

Una noche dejé el teléfono en la mesa sin esperarme que mi esposo lo tomaría para examinarlo: vio el historial de mis conversaciones con la hermana. Muy airado, me dijo: “Todavía estás en contacto y hablas con ellos dos horas seguidas”. Después me bombardeó con más propaganda negativa de Internet y comenzó a vigilarme por distintos medios. Ya no podía ponerme en contacto con mi hermana por teléfono, de modo que perdí otra vez mi vida de iglesia y no podía recibir ayuda de la hermana. Posteriormente, mi marido empezó a enviarme rumores que encontraba en Internet un día sí y otro también, y además me atosigaba e impedía todo contacto con mis hermanos y hermanas. Ante el agobio y los impedimentos de mi marido, me sentía totalmente desgraciada y no pude evitar debilitarme de nuevo. Pensé: “¿Por qué mi esposo se opone tanto a que crea en Dios Todopoderoso? Solamente quiero creer en Dios; ¿por qué es tan difícil? ¿Cuándo podré practicar la fe sin que me atosigue tanto? ¿Esta va a ser mi vida de ahora en adelante?”. Al pensarlo no pude contener las lágrimas de ninguna manera: me sentía especialmente sola e indefensa. No sabía cómo seguir. He perdido la cuenta de cuántas veces lloré por eso. En medio de mi desgracia, lo único que pude hacer fue orar a Dios: “Dios mío, no sé qué hacer frente a los obstáculos de mi marido ni cómo resolver esto, pero creo que en toda situación está Tu benévola voluntad. Te pido que me guíes y des fe para superar esto”.

Milagrosamente, justo cuando terminé de orar recibí de la hermana dos pasajes de la palabra de Dios: “Al hacer la guerra contra Dios, y al ir detrás de Él, el objetivo de Satanás es demoler toda la obra que Dios quiere hacer, ocupar y controlar a aquellos a los que Dios quiere ganar, extinguirlos por completo. Si esto no ocurre, pasan a ser posesión de Satanás para ser usados por él; esta es su meta” (‘Dios mismo, el único IV’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Debes poseer Mi valentía dentro de ti y debes tener principios cuando te enfrentes a parientes que no creen. Sin embargo, por Mi bien, tampoco debes ceder a ninguna fuerza oscura. Confía en Mi sabiduría para caminar el camino perfecto; no permitas que ninguna de las conspiraciones de Satanás se apodere de ti. Dedica todos tus esfuerzos a poner tu corazón delante de Mí y Yo te consolaré y te traeré paz y felicidad” (‘Capítulo 10’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Meditando las palabras de Dios aprendí a discernir un poco las siniestras intenciones de Satanás. Dios obra para salvar a la humanidad mientras Satanás se devana los sesos para destruir la obra de Dios y competir con Él por las personas, por lo que difunde todo tipo de rumores en Internet para despistarlas y engañarlas. Además, utiliza a nuestras familias para estorbarnos y acosarnos con el fin de que no podamos presentarnos ante Dios y recibir la salvación. A mi esposo lo habían cegado y engañado los rumores difundidos por Satanás porque no conocía la verdad, motivo por el cual se obstinaba en obstaculizar mi fe. Satanás también se había valido de mi debilidad para aprisionarme y hacerme daño. Satanás sabía que mi punto débil eran las emociones, por lo que me atacaba utilizando mis sentimientos hacia mi marido para que renunciara a seguir a Dios porque me importaban mis apegos carnales y mi deseo de preservar la armonía familiar y, en consecuencia, para que abandonara el camino verdadero y perdiera la ocasión de que me salvara Dios. ¡Satanás es verdaderamente despreciable! Al mismo tiempo sentía que Dios me consolaba con Sus palabras, que me animaban a no rendirme a las oscuras fuerzas de Satanás. Dios, asimismo, me estaba ofreciendo una senda de práctica. Como afirmó, “Confía en Mi sabiduría para caminar el camino perfecto”. En semejante entorno, ¿cómo podía cooperar con Dios y emplear Su sabiduría para ir a reuniones? Recordé aquella última ocasión en que mi esposo había usado mi teléfono para rastrearme, así que ya no podía ir a las reuniones en casa de la hermana ni congregarme con ella por teléfono, pero podría verme con ella en una zona de descanso del centro comercial. Si mi marido me preguntaba de nuevo, podría decir que me iba de compras. Por tanto, con la guía de Dios pude volver a quedar con ella. Una vez que logró entender mis dificultades, me habló de las palabras de Dios, me consoló y me animó. Cuando comprendí la verdad, mi negatividad se disipó rápidamente.

Un día llegué a casa de trabajar y quise leer las palabras de Dios; revisé en vano cada uno de los cajones y armarios donde normalmente guardaba el libro. Estaba tremendamente nerviosa y pensé: “Ya está: mi marido debe de haberme tirado el libro. Es una persona muy cautelosa, así que, por supuesto, no lo habrá tirado a la basura, donde yo podría encontrarlo. Si se ha deshecho de él en su oficina, nunca lo encontraré”. La idea me entristeció y no supe qué hacer.

Días después acompañé mi esposo a examinarse para el permiso de conducir y allí vi a una de las hermanas. Disimuladamente le di a entender que mi libro de las palabras de Dios había desaparecido. Me dijo que rezara más, confiara en Dios e hiciera otra búsqueda exhaustiva. Dios controla y gobierna todas las cosas, afirmó, por lo que, lo hubiera tirado mi esposo o no, eso estaba en las manos de Dios y yo no debía dejar volar mi imaginación y apresurarme a juzgar. Cuando llegué a casa envié un mensaje a otra hermana, la cual me dijo lo mismo. Tras haber oído las mismas palabras de dos hermanas distintas, creí que detrás de todo esto debían estar las buenas intenciones de Dios. ¿Estaba utilizando Dios a las hermanas para recordármelo? Entonces me acordé de un pasaje de Sus palabras: “¡Dios Todopoderoso domina todas las cosas e incidentes! Mientras lo admiremos de corazón en todo momento y entremos en el espíritu y nos comuniquemos con Él, entonces nos mostrará todas las cosas que buscamos, y de seguro Su voluntad nos será revelada. Nuestros corazones entonces estarán alegres y en paz, firmes con perfecta claridad” (‘Capítulo 7’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). De las palabras de Dios deduje que Él siempre está ahí para que la gente se apoye y encuentre auxilio en Él. Cuando nos enfrentamos a un problema y no tenemos salida, siempre que recurramos sinceramente a Dios, Él nos dará esclarecimiento y guía y nos ayudará a superar las dificultades. Gracias al esclarecimiento y la guía de las palabras de Dios, mi fe en Él se fortaleció otra vez y retomé una senda de práctica. También comprendí que no encontraría mi libro extraviado de las palabras de Dios esforzándome en solitario. Dios es omnipotente y, siempre y cuando me amparara en Él, recurriera a Él y cooperara con Él de forma práctica para buscar el libro, confiaba en que me guiaría y ayudaría. Así pues, me presenté ante Dios y le oré sinceramente: “Dios mío, no encuentro mi libro de Tus palabras. Al principio me basé en mis nociones y fantasías para adivinar lo que podía haber sucedido. No te puse por encima de todo ni me daba cuenta de que todo está bajo Tu control. Ahora deseo recurrir a Ti, encomendarte este asunto y cooperar contigo en mi próxima búsqueda. Tanto si encuentro el libro como si no, ello tendrá lugar con Tu permiso. Te pido que me guíes”.

Después de rezar, de repente me dieron ganas de ir al trastero a buscar un par de zapatos. Para mi sorpresa, al arrodillarme para agarrarlos me encontré una bolsa blanca y, de pronto, me vino a la mente un pensamiento muy claro: “El libro de las palabras de Dios está en esta bolsa”. Lo tomé, lo miré, ¡y así era! Sorprendida y encantada, no pude evitar gritar: “¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios!”. Fue entonces cuando me di cuenta de que era Dios quien me había guiado hasta encontrar el libro. Comprobé verdaderamente que todo está gobernado por Dios, que Él incluso dispone los pensamientos e ideas de la gente y que nada es imposible cuando nos apoyamos en Él y recurrimos a Él. Sin pérdida de tiempo, me llevé el libro de vuelta al dormitorio y lo metí cuidadosamente en mi cajón. Aquella noche, cuando mi esposo regresó, descubrió que había encontrado el libro de las palabras de Dios escondido en el trastero y me exigió que se lo entregara. En ese momento confié sinceramente en Dios y le pedí confianza y fuerza. Me negué a hacer más concesiones a mi esposo, quien, en vista de mi determinación, no me presionó más.

Más adelante, la hermana me dio un celular exclusivamente para escuchar sermones, en el cual también había descargadas muchas palabras de Dios; con ello pretendía que me resultara más fácil asistir a reuniones y hacer mis devocionales. En una ocasión, al cambiar de bolso me dejé ese teléfono en casa por descuido y mi marido se enteró de que estaba yendo a reuniones otra vez. Me envió un mensaje en el que me preguntaba: “¿Por qué sigues en contacto con ellos? ¿Por qué vas a reuniones a escondidas?”. Estaba tan enfadada como preocupada cuando vi estos mensajes, pero luego rememoré mis últimas experiencias: cómo, cada vez que mi esposo trataba de interponerse en mi camino o agobiarme, siempre cedía, me retiraba o me sentía negativa y débil, y que mi mayor carencia era la capacidad de confiar en Dios y dar testimonio de Él. Sabía que esta vez no podía rendirme ante Satanás. Confiaría en Dios, recurriría a Él, vencería a Satanás con fe y me mantendría firme en el testimonio de Dios. Recordé algunas de Sus palabras: “No importa dónde o cuándo, o cuán adverso sea el entorno, Yo te haré ver claramente y Mi corazón te será revelado si me miras con el tuyo; de esta forma, correrás por el camino que tienes por delante, y nunca te perderás” (‘Capítulo 13’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Entonces oré a Dios: “Dios mío, Tú ya me has elegido para que siga Tus huellas. Si no busco con todas mis fuerzas, si me someto a las fuerzas de Satanás, perderé la oportunidad de salvarme. Oh, Dios, deseo encomendarte mis dificultades actuales. Aunque mi esposo le hable a mi familia o al pastor sobre mi fe en Dios Todopoderoso o me haga cualquier otra cosa, me someteré a Ti. Esta vez me ampararé en Ti para mantenerme firme en el testimonio de Ti y humillar a Satanás”.

Después de orar, poco a poco empecé a estar mucho más tranquila. Tomé el teléfono y le envié una respuesta: “Sí, de nuevo asisto a reuniones. Sentémonos a hablarlo en persona mañana por la noche”. Una vez enviado el mensaje, todavía sentía que estaba siendo refinada: ¿Por qué me perturban cada vez que quiero buscar en serio la verdad? En ese momento me vino a la mente la experiencia de Job, que las hermanas habían compartido conmigo muchas veces, y también recordé lo manifestado por Dios: “¿Y qué hizo Dios cuando Job fue sometido a este tormento? Observó, vio y esperó el desenlace. ¿Cómo se sentía mientras observaba y miraba? Apesadumbrado, por supuesto” (‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II’ en “La Palabra manifestada en carne”). Sopesé las palabras de Dios y recapacité sobre la experiencia de Job. Se pasó la vida temiendo a Dios y evitando el mal, pero a Satanás no le complacía que Dios conquistara a Job, por lo que lo tentó muchas veces. Sin embargo, mientras Satanás tentaba a Job, Dios lo observaba y vigilaba todo y le puso a Satanás un límite estricto: no podría quitarle la vida a Job, con lo cual le garantizó a este su seguridad. Comprobé que Dios aprecia a las personas y no quiere que suframos ni caigamos bajo la influencia de Satanás y que este nos haga daño. Además, el hecho de que Dios permitiera que Satanás tentara a Job encerraba Su benévola voluntad. Dios tenía la esperanza de que Job diera testimonio de Él y de perfeccionar la fe de Job y su obediencia hacia Él. ¿No era precisamente esa la situación en que me hallaba yo? Aunque Satanás me tentó una y otra vez, Dios jamás me abandonó y me había guiado hasta entonces. Dios dispuso esas circunstancias con la esperanza de que madurara en la vida, me mantuviera firme en el testimonio de Él y humillara a Satanás, por lo que sabía que en aquel momento tenía que luchar por mantenerme firme en el testimonio de Dios y humillar a Satanás. Una vez más, sentí una mayor fe en Dios y estaba decidida a someterme a lo que Él había dispuesto, a permanecer a Su lado y no hacer concesiones a Satanás nunca más.

La noche siguiente, cuando llegué a casa del trabajo, mi marido ya estaba allí esperándome. Cuando me senté, me dijo: “¿Puedes renunciar a tu fe en Dios Todopoderoso?”. Luego se puso a hablarme de todo tipo de propaganda negativa que había visto en Internet sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso. Mi respuesta fue: “No, no puedo. ¿Qué sabes realmente de la Iglesia de Dios Todopoderoso? Todo lo que has visto en Internet son meros rumores inventados por el Gobierno del PCCh para difamar, calumniar y condenar a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Nada de eso es cierto. El PCCh es un partido político ateo que, en concreto, odia la verdad y a Dios, por lo que hace todo lo posible por inventar y difundir todo tipo de rumores para engañar al pueblo. Espera en vano embaucarlo para que se oponga a Dios y acabe destruido con ellos. Esa es la siniestra intención del Gobierno del PCCh. Sin embargo, yo no he hecho nada malo por creer en Dios ni nada para defraudarte. Mi senda de fe es la correcta en la vida y he optado por continuar en ella. Ya lo he pensado lo suficiente y he decidido que adelante, puedes llamar al pastor y a los predicadores para que me condenen en sus sermones y luego me expulsen de la iglesia. También puedes llamar a mis padres para que se metan conmigo y me agobien. No obstante, hagas lo que hagas, no cambiaré de idea. Ya he aceptado la obra de Dios de los últimos días y, gracias a la lectura de las palabras de Dios y a las situaciones dispuestas por Él, tengo la certeza de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado. Defenderé mi decisión pase lo que pase”. Mi marido me dijo: “Te das cuenta de que estás traicionando al Señor, ¿verdad? El Señor te ha otorgado una enorme gracia. ¿Cómo has podido traicionarlo?”. Yo señalé: “Creer en Dios Todopoderoso no es traicionar al Señor, sino seguir las huellas del Cordero, pues Dios Todopoderoso y el Señor Jesús son el mismo Dios. Precisamente por haber gozado tanto de la gracia del Señor Jesús, cuando me enteré de que ya había regresado supe que debía investigarlo, y después lo acepté. El Señor Jesús ya ha regresado encarnado para declarar nuevas palabras y explicar la totalidad de la obra y la voluntad de Dios. He oído la voz de Dios, por lo que debo trabajar aún más en mi búsqueda, ir a más reuniones y devolver a Dios Su amor por mí”. Al final, mi esposo contestó: “¡Bueno, olvídalo! ¡Haz lo que quieras! Iba a decirle al pastor que te convenciera de que volvieras a la iglesia e iba a llamar a tus padres también, pero tenía miedo de que se disgustaran tanto que se pusieran enfermos. De ahora en adelante, cree en lo que quieras; yo no me voy a meter”.Estaba exultante al oír decir a mi esposo que ya no obstaculizaría mi fe en Dios Todopoderoso. Sabía que esto se debía a la guía de Dios y que el corazón y la mente de mi marido también estaban en las manos de Dios. Que semejantes palabras salieran de su boca era consecuencia del gobierno de Dios; era Dios quien me había allanado el camino. Con esta experiencia comprobé que Dios quiere mi corazón y, cuando realmente confío en Él, recurro a Él y lo arriesgo todo por satisfacerlo, veo Sus actos y que siempre me ha guiado y ayudado en silencio. Recordé Sus palabras: “Siempre que Satanás corrompe al hombre o le inflige un daño desenfrenado, Dios no se queda ahí ocioso ni tampoco se echa a un lado, ni hace la vista gorda con aquellos que Él ha elegido. Dios entiende con toda claridad todo lo que Satanás hace. Independientemente de lo que haga Satanás, de la tendencia que haga surgir, Dios sabe todo lo que él está intentando hacer y no abandona a Sus elegidos. En cambio, sin llamar la atención, en secreto, silenciosamente, Dios hace todo lo necesario” (‘Dios mismo, el único VI’ en “La Palabra manifestada en carne”). Me conmovió mucho la meditación de estas palabras. Pensé en lo que había vivido en aquella época: cuando Satanás utilizó a mi esposo para perturbarme y agobiarme con el fin de impedirme ir a reuniones, Dios me permitió descubrir las trampas de Satanás y salir de mi negatividad gracias a las enseñanzas de los hermanos y hermanas sobre las palabras de Dios; cuando mi esposo me escondió el libro de Sus palabras y trató de impedirme que creyera, confié en Él y recurrí a Él de forma sincera, entonces presencié Sus maravillosos actos; una vez que decidí permanecer junto a Dios y estuve dispuesta a arriesgarlo todo por seguirlo, Satanás fue humillado y se retiró. Con mis experiencias comprendí que Dios verdaderamente está de mi parte y dispone las cosas en función de mi estatura. Dios no me dio una carga que no pudiera soportar. Recordé cómo en el pasado, antes de entregar sinceramente mi corazón a Dios, siempre estaba preocupada por los afectos carnales, me apoyaba en los medios humanos para hacer frente a los problemas y no me atrevía a abandonar a Satanás. En consecuencia, Satanás explotó mi punto más débil, aprovechando para atacarme una y otra vez y atormentarme hasta el infinito. Sin embargo, cuando realmente confié en Dios y estuve dispuesta a arriesgarlo todo, Él me abrió un camino y Satanás fue humillado en la derrota sin posibilidad alguna. Tras pasar por todo esto llegué a entender verdaderamente la omnipotencia y soberanía de Dios, así como mi propio carácter rebelde. Aumentaron mi fe y obediencia a Dios, aprendí a discernir las tramas de Satanás y vi su naturaleza maligna y despreciable. Surgió en mí un auténtico odio hacia él. Logré comprender todo esto gracias a la guía y el esclarecimiento de Dios. ¡Le estoy sinceramente agradecida!

Obtuve una gran cosecha de lo que viví en aquella época. Durante la misma experimenté la debilidad y la negatividad, pero la guía de las palabras de Dios y el apoyo y la ayuda de mis hermanas me dieron la fe para vencer las tentaciones y los ataques de Satanás y para continuar hasta el día de hoy. Con mis experiencias prácticas he percibido el amor de Dios y que Él me ha guiado y en ningún momento se ha apartado de mi lado. Cuando entregamos sinceramente nuestro corazón a Dios, recurrimos a Él y nos amparamos en Él, podemos contemplar Sus maravillosos actos y salir del sufrimiento. ¡A partir de hoy únicamente deseo experimentar más la obra de Dios y aspirar a conocerlo de verdad!

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¿Cómo leer la Biblia? ¿Conoces los tres principios relacionados?


¿Cómo leer la Biblia
? ¿Conoces los tres principios relacionados?

La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad.

1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo.

Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo.

Dice la palabra de Dios: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). “Acallar el corazón en presencia de Dios es el paso más crucial para entrar en Sus palabras. […] Solo después de que las personas son capaces de estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocarlas y las puede esclarecer e iluminar, y solo entonces pueden tener comunión verdadera con Dios y pueden entender Su voluntad y la guía del Espíritu Santo” (“Acerca de acallar el corazón delante de Dios”). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.

2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales.

En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: “Cuando comas y bebas de las palabras de Dios, deberás comparar con ellas la realidad de tu estado. Es decir, cuando descubras tus defectos en el transcurso de tu experiencia real, deberás saber encontrar una senda de práctica y dar la espalda a tus motivaciones y nociones incorrectas. Si siempre te esfuerzas por estas cosas y pones todo tu corazón en lograrlas, tendrás una senda que seguir, no te sentirás vacío y, por tanto, podrás mantener un estado normal. Solo entonces serás una persona que soporta una carga en la vida, que tiene fe” (“Práctica (7)”). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos.

Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.

3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad.

Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios.

La palabra de Dios dice: “Cuando leía las palabras de Dios, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en obtener conocimiento teológico; más bien, se concentró en comprender la verdad y captar la voluntad de Dios y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Pedro también intentó comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, así como la naturaleza corrupta del hombre y sus verdaderas deficiencias, cumpliendo, así, con todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre para que lo satisfaga. Pedro tuvo muchas prácticas correctas que se ciñeron a las palabras de Dios. Esto estuvo totalmente alineado con la voluntad de Dios y fue la mejor forma en la que una persona podía cooperar al tiempo que experimentaba la obra de Dios” (“Cómo caminar por la senda de Pedro”). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios.

Observemos las siguientes palabras del Señor: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma.

Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma.

Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba!


Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.


Testimonio de fe en Dios | Yo encontré la luz verdadera


Testimonio de fe en Dios | Yo encontré la luz verdadera

Qiuhe, Japón

Nací en el seno de una familia católica. Desde pequeño asistía a misa a la iglesia con mis abuelos. Debido a la influencia de mi entorno y a mi creencia en Dios aprendí a cantar muchas escrituras diferentes y a practicar diversos rituales.

En 2009 llegué a Japón a estudiar. En una ocasión, en la habitación de la residencia de un compañero, conocí por casualidad al líder de un pequeño grupo cristiano que había venido a difundir el evangelio. Pensé: “Los protestantes y los católicos creen en el mismo Dios. Ambos creen en el Señor Jesús”. Como consecuencia, acepté la invitación del líder del pequeño grupo para ir con él a la iglesia. Después de escuchar predicar a los pastores y de oír hablar sobre la Biblia a algunos hermanos y hermanas, adquirí cierto entendimiento sobre la vida del Señor Jesús. Esto hizo que tuviera más fe en el Señor. Sin embargo, pasados unos meses, los pastores y los predicadores nos pedían que donáramos el diezmo todas las semanas. También, cada semana, teníamos que distribuir panfletos para difundir el evangelio. A veces estábamos tan cansados que nos quedábamos dormidos durante el servicio del domingo. Ya no teníamos una rutina normal en nuestra vida. Por aquel entonces algunos de nosotros estábamos trabajando y estudiando a la vez. No sólo teníamos que ganar dinero para pagar nuestros estudios, sino que también necesitábamos dinero para nuestros gastos diarios. Nuestras vidas ya eran bastante difíciles, pero aun así querían que les entregáramos nuestro tiempo y nuestra energía. Estábamos sometidos a mucho estrés y dolor. Gradualmente, descubrí que los pastores y los predicadores no eran realmente personas que servían al Señor. Normalmente, puesto que ellos eran quienes pastoreaban la iglesia, deberían haber estado ayudándonos a crecer en nuestras vidas espirituales. Sin embargo, no les importaban nuestras vidas. No pensaban en nuestros problemas prácticos en absoluto. En lugar de eso, querían nuestra energía y nuestro dinero. Lo único que hacían era ayudar a ampliar su iglesia y consolidar su posición y su influencia. En aquel momento nos sentimos como si hubiéramos sido engañados. A consecuencia de ello algunos de mis hermanos y yo dejamos la iglesia.

Después de abandonar esa iglesia encontré una iglesia católica que estaba situada en la cima de una montaña. Las personas que había en la iglesia eran japonesas. Asistí a misa unas cuantas veces, pero sentía que no me beneficiaba espiritualmente. Además no me resultaba muy conveniente asistir a la comunicación, así que también la abandoné. De esta manera, llevaba una vida confusa y vacía, carente de dirección y de propósito… Esto continuó hasta octubre de 2016. La hermana Liang, a quien había conocido en la iglesia protestante en el pasado, se puso en contacto conmigo repentinamente, me preguntó cómo estaba y me invitó a verla. Pensé en lo decepcionante que había sido mi experiencia con la iglesia protestante aquel año y rechacé la invitación de la hermana Liang por ese motivo. Sin embargo, la hermana Liang volvió a invitarme una y otra vez y por respeto a sus sentimientos decidí reunirme con ella.

Por medio de la hermana Liang conocí a la hermana Ma y a la hermana Fang. Un día me hablaron sobre muchas de las profecías de la Biblia. Me hablaron de la obra de Jehová Dios y del Señor Jesús. Su entendimiento era muy fresco y hablaban de cosas que yo no había oído nunca. Les hablé acerca de la oscura situación que presencié en la iglesia y de cómo estaba tan frustrado con mi incapacidad de obtener alimento espiritual de la iglesia que ya no estaba dispuesto a asistir a las reuniones. La hermana Fang dijo: “Nosotras también hemos experimentado lo que has experimentado tú. En la actualidad, todo el mundo religioso está en una situación oscura y desolada. Dentro de esto hay que buscar las intenciones de Dios y la verdad. En la actualidad nos encontramos en los últimos tiempos del mundo. El Señor Jesús predijo: ‘Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará’ (Mateo 24:12). La iniquidad está cada vez más extendida en el mundo religioso estos días. Los pastores y los ancianos no siguen las enseñanzas del Señor ni obedecen Sus órdenes. Sólo predican y trabajan por su posición. Siempre se exaltan y dan testimonio de sí mismos para que otros los miren y los adoren. Hacen que otras personas donen y difundan el evangelio. Sólo de nombre, dicen que su propósito es salvar las almas de las personas, pero en realidad no llevan a las personas a experimentar las palabras del Señor ni las ayudan a poner en práctica las palabras del Señor. Sólo quieren que otras personas los obedezcan. Están ansiosos de que otras personas los traten como a Dios. Hace mucho tiempo que empezaron a caminar por la senda del anticristo que es hostil a Dios. Han perdido la obra del Espíritu Santo y han sido abandonados por Dios. Piensa en el período tardío durante la Era de la Ley cuando el templo estaba desolado y se había convertido en una guarida de ladrones. Los sacerdotes hacían ofrendas menores mientras que la gente común intercambiaba dinero y vendía bueyes, ovejas y palomas dentro del templo. Pero la disciplina y el castigo de Dios no cayeron sobre ellos. ¿Por qué? Los sumos sacerdotes, escribas y fariseos que servían a Dios no obedecían la ley, eran hipócritas y engañaban a las personas, y habían llevado a los elegidos de Dios a la senda de resistirse a Dios. Esto llevó a que Dios los detestara y los rechazara y a que el templo perdiera la obra del Espíritu Santo y se convirtiera en una guarida de ladrones. Para salvar a las personas de ser condenadas a muerte por la ley, Dios se hizo carne por primera vez, llevó a cabo la obra de la redención bajo el nombre de Jesús, empezó la Era de la Gracia y concluyó la Era de la Ley. Acto seguido, la obra del Espíritu Santo pasó a las personas que aceptaron al Señor Jesús. El templo ya no tenía la obra del Espíritu Santo. En la actualidad, el Señor Jesús ha vuelto como se predijo. Ya ha vuelto en la carne. Él es Dios Todopoderoso, Cristo en los últimos días, y ha empezado a expresar la verdad y a hacer la obra de juicio empezando por la casa de Dios. La obra del Espíritu Santo ha pasado a aquellas personas que han aceptado la obra de Dios de los últimos días. Puesto que el mundo religioso no ha seguido el ritmo de la obra de Dios y muchos pastores y ancianos condenan la nueva obra de Dios y se resisten a ella, esto ha llevado a Dios a odiarlos y maldecirlos. Esta es la fuente de la oscuridad y la desolación del mundo religioso”.

Después las hermanas leyeron un pasaje de las palabras de Dios para que yo tuviera un entendimiento claro. Precisamente porque Dios ha vuelto a obrar de nuevo, la obra del Espíritu Santo ha cambiado. todas las religiones y todas las denominaciones que no tienen la obra del Espíritu Santo se han vuelto cada vez más oscuras y desoladas. Dios Todopoderoso dijo: “Su obra en otros lugares cesará, y las personas serán obligadas a buscar el camino verdadero. Será como José: todos fueron a él por comida y se postraron ante él porque él tenía cosas para comer. Con el fin de evitar la hambruna, las personas serán obligadas a buscar el camino verdadero. Toda la comunidad religiosa está sufriendo una severa hambruna, y sólo el Dios de hoy es la fuente de agua viva, que posee la fuente que siempre fluye provista para el disfrute del hombre, y las personas vendrán y dependerán de Él. Ese será el tiempo cuando las obras de Dios sean reveladas y Dios sea glorificado; todas las personas en todo el universo adorarán a este ‘hombre’ común y corriente. ¿No será este el día de la gloria de Dios?” (‘El Reino Milenario ha llegado’ en “La Palabra manifestada en carne”). Cuando recordé la situación que vi en el protestantismo y en el catolicismo, se confirmó más en mi corazón que las palabras de Dios Todopoderoso hablaban de la situación actual. Sus palabras son muy realistas y verdaderas. La obra del Espíritu Santo ha cambiado en efecto. Independientemente de que fuera en el protestantismo o en el catolicismo, lo que yo había sentido era sólo la pasión externa de las personas. Lo que aprendí sólo era conocimiento de las escrituras y teorías teológicas. Básicamente no había luz nueva ni sentía ninguna provisión de vida espiritual. Entre las personas que siguen a Dios sinceramente, ¿quién no ha querido obtener alimento espiritual? Vi que las palabras de Dios Todopoderoso son capaces de romper mis cadenas y de abrir los misterios de la Biblia. Sus palabras iluminaron mi corazón. Mi corazón ya no estaba desconcertado. ¡Realmente he obtenido muchos beneficios!

Después de eso, la hermana Ma sacó una copia del libro “La Palabra manifestada en carne” y leyó unos cuantos pasajes más: “La obra de gestionar a la humanidad se divide en tres etapas, lo que significa que la obra de salvar a la humanidad se divide en tres etapas. Estas tres etapas no incluyen la obra de crear el mundo, sino que son la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino” (‘Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Desde la obra de Jehová a la de Jesús, y desde la de Jesús a la de la era actual, las tres eras cubren la totalidad de la amplitud de la gestión de Dios, y todas ellas son la obra de un mismo Espíritu. Desde que creó el mundo, Dios siempre ha estado gestionando a la humanidad. Él es el principio y el fin, el primero y el último, y aquel que inicia una era y quien lleva la era a su fin” (‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”). “La obra realizada en el presente ha empujado hacia adelante la obra de la Era de la Gracia; esto es, la obra en todo el plan de gestión de seis mil años se ha movido hacia adelante. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado más. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se construye sobre la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Esto significa que la obra de hoy en día es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido una elevación de la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada una se vincula con la siguiente […]. Sólo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años” (‘Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”). Después de terminar de leer las palabras de Dios Todopoderoso dijo: “De las palabras de Dios Todopoderoso vemos que, puesto que la humanidad fue corrompida por Satanás, Dios empezó a hacer la obra de salvar a la humanidad. Esta obra ha sido dividida en tres etapas: la obra de Jehová Dios en la Era de la Ley, la obra del Señor Jesús en la Era de la Gracia y la obra de Dios Todopoderoso en la Era del Reino de los últimos días. Durante la Era de la Ley, Jehová Dios promulgó leyes para que el hombre fuera consciente de sus pecados. Durante la Era de la Gracia, el Señor Jesús fue crucificado para redimir al hombre. Ahora, en la Era del Reino de los últimos días, Dios Todopoderoso ha llevado a cabo la obra de juicio mediante Sus palabras sobre la base de la obra redentora del Señor Jesús para resolver nuestra naturaleza pecadora, eliminar nuestros pecados y limpiarnos y salvarnos completamente. La prueba confirma que Dios Todopoderoso es la aparición de Jehová Dios que promulgó las leyes y guió la vida del hombre. Él es el segundo advenimiento del Señor Jesús que redimió a la humanidad siendo crucificado. En estas tres etapas de la obra, no importa cómo hayan cambiado el nombre y la obra de Dios; el propósito de la obra de Dios, que es la intención de salvar a la humanidad, nunca ha cambiado. La esencia de Dios nunca cambiará. Cada una de estas tres etapas de la obra ha sido construida sobre la base de la etapa anterior. Cada etapa es más profunda y más elevada que la anterior. La obra de Dios se ha llevado a cabo según el desarrollo de las eras. Se ha llevado a cabo basándose en las necesidades de la humanidad para que Él pudiera salvarnos y obtenernos mejor. En otras palabras, la obra de la ley de Jehová Dios, la obra de redención del Señor Jesús y la obra de juicio empezando por la casa de Dios llevada a cabo por Dios Todopoderoso en los últimos días son distintas clases de obra realizada en eras diferentes por el mismo Dios. Según Sus propios planes y según las necesidades de la humanidad, Dios nos está salvando etapa a etapa”.

En este momento, sentí que la obra de Dios era fantástica, omnipotente y sabia. ¡También sentí el cuidado y la intención que Dios había puesto en salvar a la humanidad que ha sido profundamente corrompida por Satanás y el gran amor de Dios por nosotros! Las palabras de Dios Todopoderoso arrojan luz sobre estas verdades y misterios de los que nunca había oído hablar. Mis horizontes se ampliaron verdaderamente y me enriquecí mucho. Decidí investigar cuidadosamente la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.

Puesto que para entonces ya era bastante tarde, decidimos continuar la comunicación la siguiente vez que quedáramos. Antes de irse, la hermana Ma me dio una copia de “Palabras clásicas de Dios en el evangelio del reino” para investigar cuidadosamente la obra de Dios de los últimos días cuando volviera a casa. Cuando volví, busqué por curiosidad “la Iglesia de Dios Todopoderoso” en Internet. Nunca creí que fuera a ver tanta propaganda negativa del gobierno del PCCh y del mundo religioso resistiéndose y condenando a Dios Todopoderoso y a Su iglesia. Cuando vi este contenido, estuve aún más seguro de que la Iglesia de Dios Todopoderoso es la iglesia que verdaderamente tiene la obra del Espíritu Santo y de que Dios Todopoderoso es el Dios que ha aparecido y que obra en los últimos días. ¡Esto se debe a que, desde la antigüedad, el verdadero camino siempre ha sido reprimido! Cuando iba a las congregaciones con mis abuelos en China también sufrí la persecución del gobierno del PCCh. Teníamos que ser reservados cuando asistíamos a estas congregaciones. ¡El gobierno del PCCh es verdaderamente malvado! Es un régimen ateo. Lo que más odia es la verdad y a Dios. Así que a lo que se opone y lo que reprime tal vez sea el verdadero camino y la verdadera iglesia. Más tarde, durante una congregación, le dije esto a la hermana Fang y a los demás. Ella hizo que viera un episodio maravilloso, “Despertar del Engaño”, en el video del evangelio titulado “Salir de la Trampa”. El personaje principal estaba buscando: “[…]. Pero no lo entiendo, si el Relámpago Oriental es el verdadero camino, entonces ¿por qué el gobierno del PCCh se opondría a él tan rotundamente? ¿Por qué los líderes religiosos también lo condenan con furia?”.

En el vídeo, uno de los hermanos respondió: “La Biblia dice: ‘y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno’ (1 Juan 5:19). El Señor Jesús también dijo: ‘Esta generación es una generación perversa’ (Lucas 11: 29). En ese caso, ¿en qué medida el mundo es oscuro y malvado? Durante la Era de la Gracia, para redimir a la humanidad, el Señor Jesús encarnado fue crucificado por el mundo religioso y por los dirigentes de aquel entonces. Dios Todopoderoso de los últimos días, que ha venido a expresar la verdad y a juzgar a la humanidad, también se enfrenta a la condena y a la resistencia del mundo religioso y del régimen político del gran dragón rojo y es rechazado por esta era. Esto cumple las palabras del Señor Jesús: ‘Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación’ (Lucas 17:24-25). Esta predicción del Señor Jesús se ha cumplido finalmente. Todas y cada una de las personas que tienen sed de la aparición de Dios deben ver claramente que el Señor ya ha vuelto hace mucho tiempo y está en el proceso de llevar a cabo la obra de juicio de los últimos días. La predicción del Señor Jesús ya se ha cumplido. ¿Es posible que no veamos claramente la verdad?”.

Otro testigo siguió hablando: “Hermanos y hermanas, este régimen político ateo y la mayoría de los líderes del mundo religioso son fuerzas satánicas que odian a Dios y la verdad. Esto ya ha sido confirmado por el hecho de que el Señor Jesús fue crucificado. Por eso el verdadero camino siempre se enfrentará al rechazo y a la condena del régimen político ateo y del mundo religioso. Además, todos aquellos que difundan el verdadero camino y que pongan en práctica la verdad también serán incriminados y coaccionados por ellos. Esto es como dijo el Señor Jesús: “Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia” (Juan 15:18-19). Es por esta misma razón por lo que, durante generaciones, aquellos que pueden aceptar el verdadero camino y seguir al verdadero Dios son sólo una minoría muy pequeña que ama y busca la verdad. Sin embargo, la mayoría de las personas no se atreven a investigar el verdadero camino y, como consecuencia, pierden la oportunidad de la salvación de Dios porque siguen a la fuerza de Satanás o temen ser perseguidos. Por eso el Señor Jesús advirtió antes: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14). Cuando vi esto en el vídeo, me sentí aún más seguro de que lo que persigue y condena el gobierno del PCCh es de hecho el verdadero camino. Esto es seguro.

Después de un período de congregación e investigación, obtuve un entendimiento más profundo de la obra de juicio de Dios de los últimos días a partir de las palabras de Dios Todopoderoso y de las charlas y la comunicación de los hermanos y hermanas. También gané entendimiento de la verdad acerca de la encarnación, la salvación y la salvación plena, el propósito de Dios de gestionar la humanidad, el final y el destino de la humanidad y los originales del camino de la vida eterna. Las verdades que ha expresado Dios Todopoderoso son muy abundantes. Creía firmemente de todo corazón que Dios Todopoderoso es en efecto el segundo advenimiento del Señor Jesús. Acepté alegremente la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.

He perseverado, orando diariamente y leyendo las palabras de Dios. De vez en cuando, también escuchaba los sermones y la comunicación sobre la entrada en la vida y los himnos de las palabras de Dios y veía videos del evangelio. Todas las semanas me reunía con mis hermanos y hermanas, difundía proactivamente el evangelio y daba testimonio de Dios con ellos. Siento que ahora mismo mi vida es muy rica y que mi vida espiritual ha sido nutrida y es agradable. Finalmente he vuelto a la verdadera iglesia y he encontrado a mi verdadera “familia”. En el pasado, las iglesias a las que solía ir tenían pastores y sacerdotes que había que dirigirse con un respeto reverente. Sin embargo, en la Iglesia de Dios Todopoderoso, mis hermanos, hermanas y yo honramos la grandeza de Dios. La relación de unos con otros no se diferencia según el estatus. Todos somos iguales. Tampoco hay rituales religiosos ni normas durante estas congregaciones. Puedes asistir según tus propias necesidades y tiempo. Nadie te limitará ni te obligará. De lo que habla todo el mundo es de cómo buscar convertirse en una persona honesta, de buscar un cambio en el propio carácter para obtener la purificación y la salvación, de cómo desempeñar los deberes propios para devolver el amor de Dios y satisfacer a Dios, etc. Inconscientemente, bajo la guía de las palabras de Dios, también empecé a buscar un cambio en mi carácter y a ver las cosas según las palabras de Dios; también tenía cierto entendimiento y discernimiento de la esencia malvada de la corriente de la sociedad y de los métodos y maneras con los que Satanás corrompe al hombre. Desde entonces ya no jugaba a videojuegos ni perdía el tiempo yendo al karaoke. Cuando tenía tiempo, leía las palabras de Dios o me reunía con mis hermanos y hermanas para comunicar y cantábamos y alabábamos a Dios. Cada día era rico. Ya no me sentía vacío e indefenso. Es más, tenía claros mis objetivos de vida. Sabía que se podía encontrar sentido desempeñando el propio deber ante Dios como una de Sus creaciones. Me siento agradecido a Dios Todopoderoso por guiarme para caminar por la senda correcta de la vida. Estoy dispuesto a poner toda la autoridad, la gloria y las alabanzas al único Dios verdadero, a partir de ahora y para siempre. ¡Amén!

¡Gracias por visitar mi blog! Ahora se han cumplido las profecías biblicas de los ultimos tiempos de la venida del Señor, también es el momento crucial para darle la bienvenida. Entonces, ¿cómo podemos recibir al Señor y ser arrebatados al reino de los cielos? Si se encuentra con problema y confusión en su fe y vida, le invitamos a comunicarse y explorar con nosotros a través del medios de contacto abajo.

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Testimonio de fe en Dios | La semejanza humana se logra resolviendo la arrogancia

 
Testimonio de fe en Dios | La semejanza humana se logra resolviendo la arrogancia

Por Zhenxin, Estados Unidos

En marzo de 2017, comencé a hacer trabajos de diseño gráfico para la iglesia, en su mayoría pósteres de películas y viñetas. Al comienzo no conocía bien el aspecto técnico, así que constantemente aprendía principios y habilidades de diseño. Con modestia, pedía ayuda a hermanas y hermanos y procuraba aplicar a mis diseños los consejos de los demás. Con el tiempo, ya manejaba mejor las destrezas que necesitaba para el deber. Mis viñetas se publicaban en línea y la tasa de clics era bastante buena. Un póster en particular, para un documental, fue muy elogiado por varios hermanos y hermanas. La gente me consultaba mucho sobre asuntos técnicos, así que sentía que tenía verdadero talento en el área de diseño gráfico. Sin darme cuenta me volví arrogante.

Luego, mientras diseñaba viñetas, algo más fácil que los pósteres de películas, sentí que estaba capacitada para terminarlas rápido. Así que comencé a hacerlas basándome en mis destrezas técnicas, sin pensarlas demasiado ni considerando los principios. Como resultado, en su devolución, los hermanos y hermanas dijeron que ni la luz ni el color iban con el tema. Ni consideré ni acepté su devolución, pero pensé: “¿Acaso no tienen buen gusto? Mi diseño es audazmente creativo. Consideré lo que dijeron pero no me pareció un problema. Sugieren cosas desde la ignorancia”. Mantuve mi postura firme e incluso me enfadé. Me negué a hacer modificaciones. Como resultado, algunas de mis viñetas fueron rechazadas por problemas con las imágenes. Supe luego que una hermana se sintió muy restringida por mí y temía hacerme más sugerencias. Me sentí un poco mal cuando me enteré, pero no reflexioné sobre mí misma a la luz de lo que había pasado.

Al poco tiempo, trabajé en el diseño de otro póster. La película era sobre una creyente controlada y engañada por pastores y ancianos y limitada por sus nociones religiosas, que por ende no aceptaba la nueva obra de Dios. Al final, luego de buscar la verdad, aceptó la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso, y comenzó a vivir bajo Su luz. Tuve en cuenta este tema y pensé: “El póster debería mostrar el paso de la oscuridad a la luz, no hay mejor idea que esa”. Estuve siglos buscando un póster similar para usar como referencia. Cuando miré mi imagen final, pensé que era realmente buena y que parecía un póster de un éxito de taquilla. Me estaba felicitando a mí misma, cuando una hermana vio mi póster y me hizo esta sugerencia: “Aquí es muy oscuro. No hay detalles y es demasiado aburrido”. Otra hermana sugirió: “Es demasiado oscuro en general, no es claro. Es un tanto sombrío. La película da testimonio de Dios, las imágenes no deberían ser demasiado oscuras”. Me resistí mucho a lo que decían y pensé: “Para mí es genial. Ustedes no saben manejar el sombreado y me dicen a mí cómo hacerlo. ¿No estarán siendo quisquillosos?”. Pero dije: “¿No es este el sombreado correcto? Tiene que haber una distinción entre la luz y la oscuridad. Además, es el póster de una película, la idea es trabajar el sombreado. Así se hacen este tipo de pósteres. El mío no tiene nada de malo”. Luego les envié copia de uno de los pósteres al que me había referido. Ante mi sorpresa, dijeron que mi póster tenía demasiados espacios oscuros y que no estaba tan bien como el otro. Cuando dijeron esto me enfurecí y pensé: “No olviden que siempre me piden consejo sobre el sombreado. No tienen siquiera un manejo básico del tema, pero me dicen cómo hacerlo. ¿No están tratando de enseñar a un pez a nadar?”. Para probar que tenía razón, les envié a otros hermanos y hermanas la imagen que había diseñado, pero también les pareció demasiado oscura. Tuve que hacer de tripas corazón y cambiarla. Aún pensaba que mi idea era correcta y que se ajustaba a los principios del sombreado, “así que hice pequeños cambios, pero igual no fue aceptada.” Como resultado, llevaba casi un mes trabajando en una imagen que debería haberme llevado una semana. La terminaron descartando por problemas conceptuales de diseño. Lo sentí como una bofetada. Estaba muy desalentada y desanimada y no quise abrirme para compartirlo con los demás. Caí en un pozo oscuro y doloroso. Luego, el líder del grupo me recordó que ninguno de mis diseños recientes había sido bueno y que de inmediato debía reflexionar sobre mí misma ante Dios. Recién allí me presenté ante Dios y reflexioné y descubrí algunas de Sus relevantes palabras.

Un día, leí esto en mi devocional: “Cuando se te presenten problemas, no debes ser santurrón y pensar, ‘Entiendo los principios y tengo la última palabra. Vosotros no sois aptos para hablar. ¿Qué sabéis vosotros? Vosotros no entendéis; ¡yo sí!’ Esto es ser santurrón. Ser santurrón es un carácter satánico corrupto; no es algo dentro de la humanidad normal”. “Si siempre eres santurrón e insistes en tus propias ideas diciendo: ‘No escucharé a nadie. Y si lo hago, solo será para guardar la apariencia; no cambiaré. Haré las cosas a mi manera. Siento que estoy en lo correcto y completamente justificado’, ¿qué pasará? Puedes estar justificado y puede no haber falta en lo que haces; puede que no hayas cometido ningún error, y puede que tengas un mejor entendimiento que otros sobre un aspecto técnico de un asunto, pero una vez que te comportas y practicas de esta manera, otros lo verán y dirán: ‘¡El carácter de esta persona no es bueno! Cuando se le presentan problemas, no acepta nada de lo que dicen los demás, sea acertado o no. Todo es resistencia. Esta persona no acepta la verdad’. Y si las personas dicen que no aceptas la verdad, ¿qué debe pensar Dios? ¿Es capaz Dios de ver estas expresiones tuyas? Dios las puede ver con enorme claridad. Dios no sólo examina el corazón más íntimo del hombre, sino que Él también observa todo lo que dices y haces en todo momento, en todas partes. Y cuando Él ve estas cosas, ¿qué hace? Él dice: ‘Estás endurecido. Eres así cuando se da el caso de que tienes razón y eres igual cuando estás equivocado. En todos los casos, todas tus revelaciones y expresiones son conflictivas y de oposición. No aceptas ninguna de las ideas o sugerencias de otros. Todo en tu corazón es contradicción, cerrazón y rechazo. ¡Eres muy difícil!’” (‘Si no puedes vivir siempre delante de Dios, eres un incrédulo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Dios sí que ve el interior de nuestro corazón y nuestra mente. Esto dejó expuesto mi estado. Había estado revelando el carácter satánico de la arrogancia. Cuando mis hermanas y hermanos aprobaban y elogiaban mis pósteres, pensaba que era por mis propias destrezas y que nadie podía estar a la altura de mis diseños y conocimiento técnico. Cuando los demás me sugerían algo, me negaba a aceptarlo, pensando que no entendían. Incluso cuando varios me hacían la misma sugerencia, me ponía realmente rígida. Fingía aceptar lo que decían, pero me aferraba a mi propio parecer. Solo cambiaba lo que me era fácil aceptar y rechazaba aquello con lo que no estaba de acuerdo. Encontraba todo tipo de excusas para discutir con los demás e incluso perdía los estribos. Así, terminé sometiendo a una hermana. Me di cuenta de que yo era arrogante más allá de todo sentido. ¡Era completamente irracional! Tan arrogante y santurrona que no quería aceptar las sugerencias de nadie. Mis imágenes no solo debían ser editadas una y otra vez, retrasando el trabajo, sino que mi propio estado seguía deteriorándose. Si no hubiera afrontado esos fracasos y contratiempos, jamás me habría puesto ante Dios para reflexionar y conocerme. Si no revertía esto y seguía viviendo regida por mi carácter arrogante, los demás me rechazarían y Dios se indignaría. Estaba llena de arrepentimiento y sentí un poco de miedo ante esa noción. Me puse de inmediato ante Dios en mis oraciones, dispuesta a arrepentirme.

Luego, me abrí a las hermanas del equipo sobre la corrupción que había demostrado y les dije que estaba dispuesta a aceptar sugerencias y a que me abordaran. De allí en más, en mi deber, hermanos y hermanas me hicieron varias sugerencias y al principio fue bastante difícil aceptarlas. Pero al recordar mis recientes fracasos, oraba y me hacía a un lado. Pensaba en por qué habían hecho esa sugerencia, qué se podía lograr si la seguía y dónde radicaba el problema. Luego la consideraba basándome en los principios. Con este enfoque, me fue más fácil entender y aceptar las sugerencias de los demás y mis correcciones fueron mucho mejor recibidas. También descubrí qué maravillo es practicar la verdad. Pero mi carácter arrogante estaba muy arraigado así que no pude deshacerme de él con una sola experiencia de fracaso.

Volví a hundirme en la arrogancia poco después. Una vez tuve que diseñar las viñetas de unos himnos de la iglesia. Pensé que como se trata de hermanos y hermanas alabando a Dios luego de experimentar Su obra, las viñetas debían tener un estilo cálido y romántico. Recurrí a algo de lo aprendido sobre teoría de color, sobre que el morado encarna ese tipo de sentimiento y que denota majestuosidad y elegancia. Sentí que al usar morado como color primario no me iba a equivocar. Cuando terminé, algunos hermanos y hermanas dijeron que les gustó la lógica aplicada y que el color era bonito. Estaba contenta conmigo misma y pensé que, después de todo, estaba capacitada y tenía cierta aptitud para el diseño. Entonces me sorprendió la sugerencia de una hermana que apenas había comenzado en el diseño: “Los himnos de la iglesia son experiencias y conocimientos reales de hermanos y hermanas. El morado remite a algo demasiado onírico y no encaja con la atmósfera de los himnos. No es muy bonito. Sugiero cambiarlo”. Leí la sugerencia pero sentí una verdadera resistencia interna. Pensé: “Hay mucho material instructivo que dice que el morado da una bonita calidez. Además, hay muchos otros diseños en línea donde se usa así. ¿Por qué dices que no es bonito? Como si fuera poco, estás dando tus primeros pasos y casi no has diseñado nada sola y me haces sugerencias. No conoces tus límites”. Pero, como no me sentía cómoda con rechazarla de plano, la desestimé y le dije que consideraría las sugerencias de otros hermanos y hermanas. Pero no volví a pedir opinión a nadie y le resté importancia.

Unos días después, otra hermana me hizo la misma devolución. Dijo que el color que había usado era deprimente y sugirió que lo cambiara. Y entonces el líder del equipo me recordó que no fuera obstinada y que hiciera cambios para seguir revisando el diseño. A esa altura, no me atreví a mantenerme firme en mi postura así que intenté hacer algunos cambios. Pero no estaba muy dispuesta a renunciar al diseño morado. Pensé: “Mi diseño con este color no puede estar tan mal. A algunos les gustó, ¿por qué debería cambiarlo?”. Pero si pensaba así, me costaba cambiarlo. Luego de algunos intentos, seguía sin gustarme. En eso, mientras editaba la imagen, surgió un error y dediqué horas a buscar una solución, sin éxito. Me sentía increíblemente frustrada, sin saber qué hacer y sentí ganas de abandonarlo todo. Recordé que había trabajado un mes en esa imagen, que la había editado seis veces y que los demás me habían hecho muchas sugerencias. Todavía no la tenía lista y estaba retrasando nuestro trabajo. Estaba realmente molesta. Recordé que antes había entorpecido nuestro trabajo por ser arrogante y no saber recibir devoluciones. Ahora estaba siendo arrogante otra vez y rechazaba las sugerencias de los demás. ¿No era el problema de siempre? De inmediato me puse ante Dios en mi oración y dije: “Oh, Dios, mi carácter arrogante es cosa seria. En esta situación no puedo someterme. Esclaréceme y guíame para que pueda entender Tu voluntad, para conocerme de veras y poder salir de este estado”.

Más tarde leí este pasaje de la palabra de Dios: “La arrogancia es la raíz del carácter corrupto del hombre. Cuanto más arrogante es la gente, más propensa es a oponerse a Dios. ¿Hasta dónde llega la gravedad de este problema? Las personas de carácter arrogante no solo consideran a todas las demás inferiores a ellas, sino que lo peor es que incluso son condescendientes con Dios. Aunque algunas personas, por fuera, parezcan creer en Dios y seguirlo, no lo tratan en modo alguno como a Dios. Siempre creen poseer la verdad y tienen buen concepto de sí mismas. Esta es la esencia y la raíz del carácter arrogante, y proviene de Satanás. Por consiguiente, hay que resolver el problema de la arrogancia. Creerse mejor que los demás es un asunto trivial. La cuestión fundamental es que el propio carácter arrogante impide someterse a Dios, a Su gobierno y Sus disposiciones; alguien así siempre se siente inclinado a competir con Dios por el poder sobre los demás. Esta clase de persona no venera a Dios lo más mínimo, por no hablar de que ni lo ama ni se somete a Él. Las personas que son arrogantes y engreídas, especialmente las que son tan arrogantes que han perdido la razón, no pueden someterse a Dios al creer en Él e, incluso, se exaltan y dan testimonio de sí mismas. Estas personas son las que más se resisten a Dios. Si las personas desean llegar al punto en que veneren a Dios, primero deben resolver su carácter arrogante. Cuanto más minuciosamente resuelvas tu carácter arrogante, más veneración tendrás por Dios, y solo entonces podrás someterte a Él y serás capaz de obtener la verdad y conocerle” (La comunión de Dios). Esto me ayudó a entender que la arrogancia es la raíz de la resistencia a Dios. Controlada por mi carácter arrogante, siempre pensaba que tenía razón, como si mi punto de vista fuera la verdad y tuviera autoridad. No sentía deseo alguno de buscar la verdad ni de someterme a Dios. No aceptaba las sugerencias de nadie. Sobre todo cuando provenían de gente sin mis destrezas técnicas o que no entendía ciertos aspectos técnicos. Me resistía mucho. Fingía aceptar las sugerencias, pero en realidad, no las tomaba en serio. Dios me recordó en varias oportunidades a través de los demás que debía poner mi voluntad de lado, concentrarme en lo que beneficiaba a la casa de Dios, y buscar, intentar y crear la mejor versión. Pero era increíblemente obstinada y engreída. Consideraba mis ideas y mi experiencia como la verdad y me ponía firme cuando las sugerencias de los demás no me parecían satisfactorias. Esto obstaculizaba la obra de la casa de Dios. Finalmente comencé a entender Su palabra: “Las personas de carácter arrogante no solo consideran a todas las demás inferiores a ellas, sino que lo peor es que incluso son condescendientes con Dios”. “Cuanto más arrogante es la gente, más propensa es a oponerse a Dios”. Me convencí por completo de esto. Y también sentí un poco de miedo. Me hizo recordar a los anticristos en la iglesia. Estos eran muy arrogantes y dictatoriales y nunca escuchaban las sugerencias de los demás. Incluso arremetían contra los que les daban devoluciones y los excluían, obstaculizando la obra de la casa de Dios y ofendiendo Su carácter. Los anticristos fueron erradicados por Dios. Yo jamás hubiera hecho el mal que hicieron ellos, pero ¿en qué se diferenciaba el carácter que demostré yo? Fui allí que me di cuenta de lo serio de las consecuencias si no resolvía mi arrogancia. Me puse de inmediato en presencia de Dios con mis oraciones, dispuesta a arrepentirme.

Luego, leí este pasaje de Su palabra: “Contemplándolo ahora, ¿es difícil cumplir adecuadamente con el deber? En realidad, no; la gente solo debe ser capaz de tener una actitud humilde, un poco de sentido y una posición adecuada. Independientemente de la formación que creas tener, de los premios que hayas ganado o lo mucho que hayas conseguido, y por muy elevadas que consideres tu aptitud y tu jerarquía, debes empezar por dejar de lado todas estas cosas, pues no valen nada. Por muy grandes y buenas que sean, en la casa de Dios no pueden estar por encima de la verdad; no son la verdad ni pueden ocupar su lugar. Por eso digo que debes tener lo que se denomina sentido. Si dices: ‘Tengo mucho talento, una mente muy aguda y reflejos rápidos, aprendo enseguida y tengo excelente memoria’, y siempre utilizas estas cosas como tu capital, esto ocasionará problemas. Si consideras estas cosas la verdad o por encima de la verdad, te costará aceptarla y ponerla en práctica. A los altivos y arrogantes, que siempre actúan con superioridad, les cuesta más que a nadie aceptar la verdad y son los más propensos a caer. Si uno es capaz de corregir el problema de su arrogancia, se le hará fácil poner en práctica la verdad. Por lo tanto, primero has de dejar y negar aquellas cosas que a primera vista parecen agradables y elevadas y provocan envidia. No son la verdad; más bien pueden impedirte entrar en ella” (‘¿Cuál es el desempeño adecuado del deber?’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Allí entendí que debía hacerme a un lado y debía negarme a mí misma para resolver mi carácter arrogante. Las destrezas humanas, las capacidades, la experiencia y los dones no son la verdad, por más maravilloso que sea uno. Son solo herramientas para cumplir con nuestro deber. No deberíamos intentar capitalizarlas. Buscar la verdad, actuar según los principios, trabajar bien con los demás y aprender de ellos es la clave. Es la única manera de cumplir bien con nuestro deber. Luego observé algunos de los mejores pósteres que había diseñado y descubrí claros problemas de concepto, sombreado, color y composición en mis imágenes originales. Pero después de editarlas basándome en la devolución de mis hermanos y hermanas, las pude mejorar mucho y algunas sufrieron una transformación total. Me avergonzó observar esto. Pensé que había alcanzado cierto éxito en mi trabajo y que los demás me habían elogiado porque tenía mejores destrezas técnicas y más experiencia que ellos. Capitalicé esto, negándome a escuchar a nadie. Pero, en realidad, mis diseños solo habían sido exitosos porque me había regido por los principios de la verdad y aceptado sugerencias. Mis diseños estaban hechos con la guía y el esclarecimiento de Dios y trabajando en armonía con hermanos y hermanas. Cuando solo me apoyaba en mis destrezas técnicas, sin perseguir los principios de la verdad ni aceptando devoluciones, mis imágenes no eran buenas y esto realmente entorpecía la obra de la iglesia. Sentía mucha vergüenza al recordar el enfoque arrogante y santurrón que había tenido. Claramente, yo no era nada especial. Solo sabía algunas cosas de diseño, lejos estaba de ser una verdadera profesional. Aún así estaba muy segura de mí misma y era arrogante. Había sido tan presumida... Al darme cuenta de esto, elevé una oración y abandoné mi punto de vista. Acepté las devoluciones de los demás y pensé en cómo hacer correcciones para obtener mejores resultados. No solo resolví el problema principal sino que encontré un color mejor. Corregí la imagen muy rápido y los hermanos y hermanas dijeron que con los cambios estaba mucho mejor. Me sentí muy avergonzada de ver esto. Habíamos hecho varias revisiones de la imagen, solo por mi arrogancia, hice perder tiempo valioso a los demás y fui una molestia. Esto interrumpió la obra de la casa de Dios. Y no solo mis destrezas se estancaron, sino que mi entrada en la vida sufrió un revés. Me di cuenta de que vivir regida por mi carácter arrogante solo me perjudicaba. Me arrepentí profundamente y, en silencio, resolví: “Sin importar la devolución que reciba, aprenderé a hacerme a un lado, a buscar la verdad y a priorizar los intereses de la casa de Dios. No puedo seguir viviendo en la arrogancia”.

Hace poco diseñé una viñeta para el video de una lectura de la palabra de Dios y cuando les mostré el primer boceto a mis hermanos y hermanas, dijeron que la imagen del globo era demasiado grande y que quedaba apiñada en el centro y que el campo visual no era lo suficientemente abierto. Me enviaron algunas imágenes como referencia para ayudarme a mejorarla. Pensé: “El globo tiene que ser así de grande para que tenga el efecto adecuado y ustedes no tienen ni capacitación ni experiencia profesional en diseño gráfico. Yo estoy más cualificada en esta área. No gano nada con su devolución”. Así que leí muy por encima sus comentarios y quise editar la imagen según mi propio criterio. Me di cuenta de que estaba de nuevo mostrando mi arrogancia y de que no había considerado con calma ni la devolución ni el resultado final. Estaba juzgando ciegamente y eso iba en contra de la voluntad de Dios. Oré de inmediato, pidiéndole a Dios que aquietara mi corazón para poder practicar la verdad y abandonar mi carne. Luego, leí este pasaje de Su palabra: “Primero debes tener una actitud de humildad, dejar de lado lo que crees correcto y permitir que todos hablen. Aunque creas que lo que dices es correcto, no debes seguir insistiendo en ello. Esa, para empezar, es una suerte de paso adelante; demuestra una actitud de búsqueda de la verdad, abnegación y satisfacción de la voluntad de Dios. Una vez que tienes esta actitud, a la vez que no te apegas a tu propia opinión, oras. Como no distingues el bien del mal, dejas que Dios te revele y diga qué es lo mejor y lo más adecuado que puedes hacer. Mientras todos comparten juntos, el Espíritu Santo les otorga esclarecimiento. Dios da esclarecimiento a las personas de acuerdo con un procedimiento que, a veces, simplemente hace balance de tu actitud. Si tu actitud es de autoafirmación inflexible, Dios te ocultará Su rostro y se aislará de ti; te dejará en evidencia y se asegurará de que te topes contra un muro. Si, por el contrario, tu actitud es correcta —ni empeñada en tener razón, ni mojigata, arbitraria e imprudente, sino una actitud de búsqueda y aceptación de la verdad—, cuando hables con el grupo y el Espíritu Santo empiece a obrar entre vosotros, quizá te guíe hacia el conocimiento a través de las palabras de otra persona” (La comunión de Dios). Allí entendí que, en mi deber, cuando me topaba con ideas diferentes de otros, eso era algo que Dios permitía. Dios observa todos nuestros pensamientos y acciones, así que yo debería practicar la verdad y aceptar Su escrutinio. No podía tomar las cosas de manera literal y juzgar el profesionalismo de los demás. Por más que tuviera más conocimientos y que mi idea me pareciera razonable, debía bajarme del caballo, dejar de lado mis propios planes, perseguir la verdad y hacer lo que fuera más efectivo. Incluso si resultaba que tuviera razón, al menos habría perseguido y practicado la verdad. Eso es invalorable. Dios detestaba mi carácter satánico, que es enemigo de Él, así que desplegar mi arrogancia era peor que cometer un error. Pensé en cómo mi arrogancia había realmente alterado la obra de la casa de Dios y sentía que ya no podía ser tan obstinada. Debía encarar las sugerencias con calma y esforzarme por mejorar la imagen. Luego de esto tomé seriamente las sugerencias de los demás y noté que una imagen de referencia era de muy buen gusto y que podía aprender de ella. Lo conversé con los demás miembros del equipo y coincidieron en que las correcciones debían hacerse según lo sugerido. Volví a trabajar en el diseño y en algunos aspectos más y de buenas a primeras lo tuve listo. Sentí que todo lo había logrado a través del esclarecimiento y la guía de Dios. Si bien recibí unas pocas sugerencias más, las manejé apropiadamente y no me sentí tan resistente. Fui feliz de cambiar el diseño cuanto fuera necesario para dar testimonio de Dios. Luego de algunas pasadas de revisión, todos dijeron que estaba genial y que no tenían más sugerencias. Me di cuenta de lo maravilloso que era realizar mi deber de esa manera.

Luego de que me disciplinaran y me expusieran, y al leer la palabra de Dios, finalmente entendí y odié mi carácter satánico arrogante y entendí que es clave buscar y aceptar la verdad en todo. Ya no soy arrogante como era antes y puedo aceptar las sugerencias de los demás. Hice ese cambio únicamente por el juicio, el castigo y la disciplina de Dios.

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Testimonio cristiano | Desenmascarar a una falsa líder: un dilema personal


Testimonio cristiano
Desenmascarar a una falsa líder: un dilema personal

Por Zheng Yi, Corea del Sur

El año pasado, estaba cumpliendo con mi deber en una iglesia fuera de la ciudad, pero volví a casa después de que me reemplazaran por no hacer la obra práctica. Después de eso, descubrí que nuestra líder, la hermana Li, no decía nada esclarecedor acerca de las palabras de Dios, sino que solo predicaba la doctrina de manera literal. Nunca hablaba de conocerse a sí misma ni compartía sus propias experiencias. Era arrogante cuando ayudaba a otros con sus problemas, como una maestra que educa a su aprendiz, y no podía resolver los problemas prácticos de nadie. Se la pasaba hablando de cómo había trabajado y sufrido para cumplir su deber para que la admiraran y la adoraran. Ella dictaba sus propias leyes. Había una hermana, nueva en la fe, que estaba aterrada porque veía al Partido Comunista arrestar a cristianos. La hermana Li no la apoyó enseñándole la verdad, solo la relevó de su deber. Algunos diáconos y yo le hicimos sugerencias varias veces, pero ella solo ponía excusas y discutía con nosotros. Según los principios, un líder que no hace las cosas de acuerdo con los principios de la verdad y que no acepta la supervisión y poda de sus hermanos y hermanas, es alguien que no acepta ni obedece la verdad. La hermana Li no se conocía a sí misma, carecía de entrada en la vida, y no podía resolver los problemas reales de los demás. Una líder de iglesia como esa solo perjudica la obra de la iglesia y la vida de los hermanos y hermanas. Yo tenía la certeza de que la hermana Li era una falsa líder y que no era apta para la obra de la iglesia y quería denunciarla. Pero, cuando estaba escribiendo una carta para denunciarla, sentí miedo. Acababan de relevarme. No estaba cumpliendo con mi deber. Si yo denunciaba a la hermana Li y los demás no podían ver lo que yo vi, podrían volverse en mi contra: “Oh, miren a Zheng Yi. Acaba de ser relevada, pero no puede mantener la cabeza gacha. Debería estar mirándose a sí misma, no a los demás. Parece que no se conoce a sí misma ni muestra arrepentimiento”. Si dijeran eso, yo no podría mantener mi cabeza en alto delante de ellos. Como una falsa líder que había sido relevada, yo no me sentía en condiciones de hablar. En especial, pensaba en cómo esa denuncia probablemente enojaría a la hermana Li y que, al estar en la misma iglesia, nos veríamos todo el tiempo. ¿Cómo podríamos llevarnos bien después de eso? ¿Y si ella mantenía su posición y me dificultaba las cosas? Cuanto más lo pensaba, más acorralada me sentía. Entendí que la denuncia podría ofenderla y que yo no debería exponerme de esa manera. A la luz de las circunstancias, yo no podía permitirme eso, y que hubiera un falso líder en la iglesia no era solo mi responsabilidad. Deja que alguien más la denuncie. Yo solo quería continuar yendo a las reuniones y mantener la paz.

Decidí olvidar ese asunto, pero aún me sentía perturbada. Por la noche, acostada en mi cama, daba vueltas en mi cabeza la hermana Li jactándose en las reuniones y predicando de memoria. Si eso continuaba, perjudicaría a los hermanos y hermanas. Me sentía mal por no hablar. Luego leí estas palabras de Dios: “Supongamos que hubiera, por ejemplo, un grupo de personas con una que las liderara; si a esta persona se le denomina ‘líder’ u ‘obrero’, ¿cuál sería su función dentro del grupo? (La función del liderazgo). ¿Qué efecto tiene el liderazgo de esa persona en aquellas a las que lidera y en el grupo en su conjunto? Afecta a la dirección del grupo y su senda. Esto quiere decir que, si esa persona que ocupa una posición de liderazgo toma una senda equivocada, entonces, como mínimo, provocará que aquellos a su cargo y todo el equipo se desvíen de la senda correcta y, además, podría interrumpir o destruir la dirección de todo el equipo a medida que avanza, así como su velocidad y su ritmo. Así pues, en el caso de este grupo de personas, la dirección de la senda que eligen, la medida en la que entienden la verdad, así como su fe en Dios, no solo les afecta a ellos mismos, sino a todos los hermanos y hermanas bajo su liderazgo. Si un líder es recto, si camina por la senda correcta y busca y practica la verdad, entonces las personas a las que guía comerán y beberán adecuadamente y buscarán apropiadamente y, al mismo tiempo, el progreso personal del líder será continuamente visible a los demás. Entonces, ¿cuál es la senda correcta por la que un líder debería caminar? Es ser capaz de llevar a otros a comprender la verdad y entrar en, es llevar a otros ante Dios. ¿Qué es una senda incorrecta? A menudo, es ensalzarse y dar testimonio de uno mismo, buscar el estatus, la fama y el beneficio propio, y nunca dar testimonio de Dios. ¿Qué efecto tiene esto en quienes están a su cargo? (Esas personas acuden a ellos). Esas personas se alejarán de Dios y quedarán bajo el control de ese líder. ¿No es obvio que las personas que acuden a su líder serían controladas por él? Y, por descontado, esto las alejas de Dios. Si guías a la gente para que acuda a ti, entonces la estás guiando para que acuda a la humanidad corrupta y la estás guiando para que acuda a Satanás, no a Dios. Solo cuando guías a las personas hacia la verdad las estás guiando para que se ofrezcan a Dios. Este es el efecto que tienen estos dos tipos de personas, los que caminan por la senda correcta y aquellos que siguen una senda equivocada, en aquellos a los que lideran” (‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (1)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). En las palabras de Dios descubrí que la senda que toman los líderes no solo los afecta personalmente, sino que también impacta directamente en la entrada en la vida de los demás y en la obra de toda la iglesia. La hermana Li solo predicaba palabras vacías y no podía resolver las dificultades reales de los hermanos y de las hermanas. Se la pasaba presumiendo y engañando a la gente, y los hermanos y las hermanas la admiraban. Además, ella era arrogante y autoritaria, y tenía la última palabra en gran parte de la obra de la iglesia. Ella no buscaba los principios de la verdad ni aceptaba las sugerencias de los demás, solo se manejaba basándose en sus propias nociones. Ella no colaboraba para nada con la obra de la iglesia, definitivamente la estaba obstaculizando. Con una falsa líder como esa en la iglesia, los hermanos y las hermanas serían arrastrados con ella. Ver a tantos creyentes engañados y sufriendo por causa de un falso líder es muy triste para Dios. Yo ya había percibido que la hermana Li era una falsa líder, y había visto el daño ocasionado a los hermanos y hermanas y a la vida de la iglesia por tener un falso líder a cargo. Pero, como yo temía ofenderla, observaba cómo se perjudicaba la obra de la iglesia y la entrada en la vida de otros, con mis propios ojos. Tomé la decisión de no exponerla y de no denunciarla. No estaba siendo para nada justa, y no estaba tomando en cuenta la voluntad de Dios. ¡Fui tan insensible! Ya había perjudicado la obra de la iglesia por no cumplir con mi verdadero deber anteriormente. Ahora, al ver a una falsa líder engañar a los escogidos de Dios, pero no tomar coraje para denunciarla o defender los intereses de la iglesia, ¡me resultaba inconcebible! Cada vez más, me sentía en deuda con Dios y, como ser creado, yo debía ponerme firme, considerar la voluntad de Dios y defender la obra de la iglesia. ¡Ese era mi deber y mi responsabilidad y debía cumplirlos! Este pensamiento me dio fuerza y me dije: “Por los intereses de la iglesia y para que el pueblo escogido de Dios pueda vivir una auténtica vida de iglesia, tengo que practicar la verdad y denunciar los problemas con la hermana Li. ¡Ya no puedo permitir que un falso líder lleve a los hermanos y hermanas por mal camino!”. Justo cuando me estaba preparando para redactar un informe, me enteré de que hacía poco, después de que una hermana mayor le señalara a la hermana Li algunos de sus problemas, Li dejó de reunirse con ella. Me enojé mucho cuando escuché eso. Sentí que ella se rehusaba a aceptar la verdad. Pero, al mismo tiempo, mis preocupaciones resurgieron. Ella había excluido a esa hermana solo por expresar su punto de vista. Si se enteraba de que yo la había denunciado, ¿me guardaría rencor y se vengaría de mí? Si ella empezaba a juzgarme y me acusaba de agredir a los líderes y a los trabajadores, ¿qué pensarían los demás? Si ella me reprimía, yo no podría cumplir con mi deber y eso sería aún más difícil de soportar. Pero, si no la denunciaba, me iba a sentir realmente culpable. Sentía una lucha interna, estaba confundida.

Así que me presenté ante Dios en oración y búsqueda. Entonces, leí lo siguiente en las palabras de Dios: “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y defenderéis el testimonio de la Iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios? Hazte esta pregunta: ¿Eres alguien que ha mostrado consideración por Su carga? ¿Puedes tú practicar la justicia por Él? ¿Puedes levantarte y hablar por Mí? ¿Puedes poner firmemente en práctica la verdad? ¿Eres lo bastante valiente para luchar contra todos los hechos de Satanás? ¿Serías capaz de dejar de lado tus emociones y dejar a Satanás al descubierto por causa de Mi verdad? ¿Puedes permitir que Mis intenciones se cumplan en ti? ¿Has ofrecido tu corazón en el momento más crucial? ¿Eres alguien que hace Mi voluntad? Hazte estas preguntas y piensa a menudo en ellas” (‘Capítulo 13’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Sentí cómo cada palabra golpeaba la puerta de mi conciencia, en especial “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y defenderéis el testimonio de la Iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios?”. Sentí como si Dios estuviera a mi lado, haciéndome esa pregunta. Sabía que la hermana Li era una falsa líder, y sabía que perjudicaría la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios si este asunto no era resuelto a tiempo, pero tenía miedo de que se sintiera ofendida y me guardara rencor, o que me aislara y me expulsara de la Iglesia. Si no defendía los principios y no la denunciaba, estaría defendiendo mis propios intereses. Esta batalla espiritual me obligaba a mantenerme firme en el testimonio en un momento clave, pero yo protegía mis propios intereses y complacía a los demás, y eso ofendía a Dios. Me odiaba a mí misma de verdad. Ya no quería complacer a los demás. Después de eso, me calmé y reflexioné. Yo era consciente de que ella era una falsa líder y estaba dispuesta a denunciarla, de acuerdo con los principios. Pero cuando me enteré de que había excluido a alguien por darle un consejo, ¿por qué elegí protegerme en lugar de defender la obra de la iglesia? ¿Por qué seguía protegiendo mis propios intereses? Comencé a orar y a buscar sobre este tema en particular.

Yo había leído unas palabras de Dios en un devocional, una vez. “La mayoría de las personas desean buscar y practicar la verdad, pero gran parte del tiempo simplemente tienen la determinación y el deseo de hacerlo; no poseen la vida de la verdad en su interior. Como resultado, cuando se topan con las fuerzas del mal o se encuentran con personas malvadas y malas que cometen actos malvados o con falsos líderes y anticristos que hacen las cosas de una forma que viola los principios —y provocan que la obra de la casa de Dios sufra pérdidas y dañe a los escogidos de Dios— las personas pierden el coraje de plantarse y decir lo que piensan. ¿Qué significa cuando no tenéis coraje? ¿Significa que sois tímidos o poco elocuentes? ¿O que no tenéis un entendimiento profundo y, por tanto, no tenéis la confianza necesaria para decir lo que pensáis? Nada de esto; lo que pasa es que estáis siendo controlados por diversos tipos de actitudes corruptas. Una de estas actitudes es la astucia. Pensáis primero en vosotros mismos y pensáis: ‘Si digo lo que pienso, ¿cómo va a beneficiarme? Si digo lo que pienso y provoco que alguien se disguste, ¿cómo nos llevaremos bien en el futuro?’. Esta es una mentalidad astuta, ¿cierto? ¿No es esto resultado de un carácter astuto? Otra es una actitud egoísta y mezquina. Piensas: ‘¿Qué tiene que ver conmigo una pérdida para los intereses de la casa de Dios? ¿Por qué debería importarme? No tiene nada que ver conmigo. Aunque lo vea y oiga, no tengo que hacer nada. No es mi responsabilidad, no soy líder’. En tu interior se encuentran esas cosas, como si hubieran surgido de tu mente inconsciente y ocuparan posiciones permanentes en tu corazón; son las corruptas actitudes satánicas del hombre. Estas actitudes corruptas controlan tus pensamientos, te atan de pies y manos y controlan tu boca. Cuando quieres decir algo de corazón, las palabras llegan a tus labios, pero no las dices o, si hablas, lo haces con rodeos, con un margen de maniobra: no hablas claro en absoluto. Los demás no sienten nada cuando te oyen y lo que has dicho no ha resuelto el problema. Piensas para tus adentros: ‘Bueno, he hablado. Tengo la conciencia tranquila. He cumplido con mi responsabilidad’. En realidad, dentro de ti sabes que no has dicho todo lo que debías, que lo que has dicho no ha hecho efecto y que se mantiene el perjuicio a la obra de la casa de Dios. No has cumplido con tu responsabilidad, pero dices abiertamente que has cumplido con ella o que no tenías claro lo que estaba sucediendo. ¿No estás, entonces, completamente controlado por tus corruptas actitudes satánicas?” (‘Solo quienes practican la verdad temen a Dios’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). A través de las palabras de Dios, me di cuenta de que, frente a un problema, solo pensaba en mí misma. Era egoísta y deshonesta. Que seguía lógicas satánicas como: “Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda”, “Guarda silencio para protegerte y sólo procura escapar de la culpa”, “Cuando sepas que algo está mal, más te vale callar”, y “Nunca te levantes temprano, a menos que haya un beneficio asociado”. Estaban arraigadas en mi naturaleza, y me dominaban con firmeza para que practicar la verdad fuera terriblemente difícil. Sabía que, de acuerdo con los principios, yo debía denunciarla por el bien de la obra de la iglesia, pero, cuando estaba a punto de hacerlo, tenía miedo de ofenderla y que me juzgara y maltratara. Ante ese pensamiento, mi sentido de la obligación, la responsabilidad y el deber desapareció y sentí que, si había un falso líder en la iglesia, no era mi problema. No quería agitar las aguas, para evitar ofenderla y protegerme. Me opuse a la iluminación del Espíritu Santo una y otra vez, hasta que ya no me sentí culpable. Estaba completamente dominada por mi corrupción satánica. Había cometido una transgresión similar en mi deber anterior, al vivir según las lógicas satánicas de la vida. Descubrí a una líder arrogante, con un entendimiento sesgado de la verdad, que debía ser relevada. Pero luego noté que tenía algo de aptitud y que era buena predicando la doctrina en forma literal y engañando a la gente. Al ver que muchos hermanos y hermanas no tenían opinión formada sobre ella, tuve miedo de que, si la reemplazaba, me juzgarían y dirían que yo era una desalmada. Así que me contuve durante más de dos meses, hasta que la relevé. Esto afectó terriblemente la obra de la iglesia. Vi una falsa líder en la iglesia, pero cometí el mismo error de siempre. Quise mantenerme al margen. Mi forma de actuar me demostró que yo era muy egoísta y deshonesta, y no podía practicar la verdad cuando mis propios intereses se veían afectados. En repetidas ocasiones falté a la verdad y perdí mi testimonio. Era una marca de deshonra. Al darme cuenta de esto, me postré ante Dios y oré: “¡Oh, Dios! Ahora entiendo lo mucho que Satanás me ha corrompido. Soy una persona egoísta, despreciable y complaciente. Soy vil e indecente. Por favor, Dios, sálvame de las ataduras de mi carácter corrupto”.

Después leí en una enseñanza que Satanás reina en el mundo, pero Dios y la verdad reinan en la iglesia, que son dos mundos diferentes… …y que, en la casa de Dios, incluso si se elige a una persona malvada o poco humana como líder, no durará mucho sin la realidad de la verdad. Esto prueba que la verdad reina en la casa de Dios. Satanás mantiene al mundo en las tinieblas y las personas tienen que hablar y actuar basándose en sus ideologías. La adulación es la única forma de avanzar. Ser honesto y ofender a alguien conduce al castigo. Ya sea entre personas comunes o poderosas, por ser honesto eres intimidado y excluido, y muchas personas incluso pierden la vida por eso. Pero la verdad y la justicia reinan en la casa de Dios. Dios bendice y ama a aquellos que buscan la verdad y a los honestos que tienen sentido de la justicia. Aquellos que protegen los intereses de la iglesia y al pueblo escogido de Dios, que se atreven a denunciar a los falsos líderes y anticristos, puede ser aceptados, salvos y perfeccionados por Dios. También obtienen la aprobación y el apoyo de otros. Aquellos que no se someten a la verdad, sino que van contra ella, sin importar la altura de su nombre o posición, acabarán siendo abandonados y eliminados por el Espíritu Santo, al igual que el anticristo Yang, que fue expulsada de la iglesia el año pasado. Ella reprimía y excluía a los disidentes cuando era líder, y colocó a su familia y amigos en puestos importantes. Intentó construir su propio imperio en oposición a Dios e incluso robó ofrendas. Pensaba que, si se rodeaba de familiares y amigos, sus malas acciones no serían expuestas. Pero Dios lo ve todo y, en Su sabiduría, utiliza los trucos de Satanás en beneficio propio. Él creó un ambiente para que aquellos que tuvieran sentido de la justicia denunciaran y expusieran su maldad. Después de la investigación y confirmación de la iglesia, no solo tuvo que devolver todo lo que había robado, sino que fue expulsada de la Iglesia para siempre. Esto demuestra que no importa la posición o el deber que alguien tenga, ¡nadie que haga el mal o no persiga la verdad puede escapar del juicio justo de Dios! La casa de Dios no es como el mundo. Nada que vaya en contra de la verdad puede prosperar en la casa de Dios. Cualquiera que descubra algo contrario a la verdad puede levantarse para exponerlo y detenerlo. Esto demuestra que la verdad reina en la casa de Dios. En cuanto a denunciar a la hermana Li, yo no entendía la justicia de Dios ni me daba cuenta de que Él ve y reina sobre todo. Los falsos líderes y los anticristos no tienen lugar en la casa de Dios. Si tuviese un deber que cumplir, y cuál sería mi destino y el resultado, todo eso estaba en manos de Dios, no de ningún líder. Ella ya no podía reprimirme. Entonces, redacté un informe basada en los problemas con la hermana Li. Poco después, un líder vino a nuestra iglesia para investigar la situación. Se determinó que la hermana Li era una falsa líder con base en los principios y fue relevada. Después de eso, la hermana Li alcanzó cierto autoconocimiento a través de devocionales y de la reflexión, y quiso arrepentirse y cambiar. La siguiente líder elegida fue una hermana que buscaba la verdad, y toda la obra de la iglesia se recuperó gradualmente. También descubrí la justicia de Dios y que la verdad reina en Su casa. Dios expone nuestro egoísmo y nuestros engaños, y purifica nuestra corrupción cuando denunciamos a los falsos líderes. ¡Ese es Dios salvándonos y perfeccionándonos!