Dios Todopoderoso dice: “La obra de Dios encarnado de los últimos días consiste en el uso de Su palabra para servir y proveer al hombre. Solo después de que Dios encarnado haya terminado de pronunciar Sus palabras, estas empezarán a cumplirse. Durante el tiempo en que habla, Sus palabras no se cumplen, porque cuando Él está en la etapa de la carne, Sus palabras no pueden cumplirse. Esto es así para que el hombre pueda ver que Dios es carne y no Espíritu, y pueda contemplar Su realidad con sus propios ojos. El día en que Su obra esté completa, cuando todas las palabras que Él debía pronunciar en la tierra se hayan proferido, estas empezarán a cumplirse. Esta no es la era del cumplimiento de las palabras de Dios, porque Él todavía no ha terminado de pronunciar Sus palabras. Por tanto, cuando veas que Dios sigue pronunciando Sus palabras en la tierra, no esperes su cumplimiento; cuando Él deje de pronunciarlas, y cuando Su obra en la tierra haya finalizado, entonces será el momento en que Sus palabras comenzarán a cumplirse. En las palabras que Él pronuncia en la tierra existe, por un lado, la provisión de vida y, por otro, profecía: la profecía de cosas por venir, de cosas que se harán, y de las cosas que todavía han de realizarse. También había profecía en las palabras de Jesús. En un aspecto, Él proveyó vida, y, en otro, habló profecía. Hoy no hay conversación sobre llevar a cabo palabras y hechos al mismo tiempo, porque hay una diferencia demasiado grande entre lo que los propios ojos del hombre pueden ver y lo que Dios lleva a cabo. Solo se puede decir que, una vez que la obra de Dios haya finalizado, Sus palabras se cumplirán y los hechos vendrán después de estas. Durante los últimos días, Dios encarnado realiza el ministerio de la palabra en la tierra, y, al llevarlo a cabo, solo pronuncia palabras y no se preocupa de otros asuntos. Una vez que cambie la obra de Dios, Sus palabras comenzarán a cumplirse. Hoy, las palabras se usan, en primer lugar, para perfeccionarte; cuando Él obtenga gloria en todo el universo, Su obra estará completa. Todas las palabras que debían pronunciarse se habrán pronunciado y todas ellas se habrán convertido en hechos. Dios ha venido a la tierra durante los últimos días para llevar a cabo el ministerio de la palabra con el fin de que la humanidad pueda conocerle y pueda ver en Su palabra lo que Él es, Su sabiduría y todas Sus obras prodigiosas. Durante la Era del Reino, Dios usa principalmente la palabra para conquistar a toda la humanidad. En el futuro, Su palabra también llegará a cada religión, grupo, nación y denominación; Dios usa la palabra para conquistar, para hacer que todos los hombres vean que Su palabra conlleva autoridad y poder; por tanto, hoy, sólo os enfrentáis a la palabra de Dios”.
Algunos pueden preguntarse: “¿Por qué Dios mismo debe dar paso a la era? ¿Acaso no puede hacerlo en Su lugar un ser creado?”. Todos sois conscientes de que Dios se hace carne expresamente con el propósito de dar paso a una nueva era, y, por supuesto, cuando Él dé paso a una nueva era, habrá concluido, al mismo tiempo, la era anterior. Dios es el principio y el fin; es Él mismo quien pone en marcha Su obra y, por tanto, debe ser Él mismo quien concluya la era anterior. Esa es la prueba de Su derrota a Satanás y de Su conquista del mundo. Cada vez que Él mismo obra entre los hombres, es el comienzo de una nueva batalla. Sin el comienzo de una nueva obra no habría, naturalmente, la conclusión de la antigua, y el que no concluya la antigua es prueba de que la batalla contra Satanás aún no ha llegado a su fin. Solo si Dios mismo viene y lleva a cabo la nueva obra entre los hombres, el hombre puede liberarse totalmente del campo de acción de Satanás y obtener una nueva vida y un nuevo comienzo. De lo contrario, el ser humano vivirá para siempre en la era antigua y bajo la antigua influencia de Satanás. Con cada era dirigida por Dios se libera una parte del hombre, y, así, el hombre avanza junto con la obra de Dios hacia la nueva era. La victoria de Dios significa una victoria para todos aquellos que le siguen. Si la raza de los seres humanos creados estuviera encargada de concluir la era, entonces, ya sea desde el punto de vista del hombre o de Satanás, esto no sería más que un acto de oposición a Dios o de traición a Él y no de obediencia a Dios, y la obra del hombre se convertiría en una herramienta para Satanás. Solo si el hombre obedece y sigue a Dios en una era a la que Él mismo ha dado paso, Satanás puede quedar totalmente convencido, porque ese es el deber de un ser creado. Por eso digo que solo necesitáis seguir y obedecer, y no se os pide nada más. Esto es lo que quiere decir que cada uno cumpla con su deber y desempeñe su respectiva función. Dios lleva a cabo Su propia obra y no necesita que el hombre la haga en Su lugar ni participa en la obra de los seres creados. El hombre cumple su propio deber y no participa en la obra de Dios. Solo esto es obediencia y la prueba de la derrota de Satanás. Después de que Dios mismo haya terminado de dar paso a la nueva era, ya no baja para obrar en medio del hombre. Solo entonces el hombre entra oficialmente en la nueva era para cumplir su deber y llevar a cabo su misión como un ser creado. Estos son los principios a través de los cuales Dios obra y que nadie puede transgredir. Solo obrar de esta forma es sensato y razonable. Dios mismo es quien debe llevar a cabo Su obra. Él es quien la pone en marcha y también quien la concluye. Él es quien planea la obra y también quien la gestiona, y, aún más, Él es quien la lleva a buen término. Tal y como se dice en la Biblia: “Yo soy el principio y el fin; soy el Sembrador y el Segador”. Todo lo relacionado con la obra de Su gestión, lo hace Dios mismo. Él es el gobernante del plan de gestión de seis mil años; nadie puede llevar a cabo Su obra en Su lugar ni concluirla, porque Él es quien tiene todo en Sus manos. Como Él creó el mundo, ¡guiará al mundo entero para que viva en Su luz y también concluirá la era en su totalidad y llevará, así, a buen término la totalidad de Su plan!