Cómo hacer un devocional | Elementos importantes e imprescindibles para tu oración ser escuchada por Dios
La oración es el puente mediante el cual podemos entrar en intimidad con Dios, también es la manera desahogarnos a Dios. Para que nuestra oración sea elogiada por Dios está relacionada con si las palabras que Le decimos a Dios son sinceras o no en vez de son hermosas.
Dios dice: “Mientras oras, tu corazón debe estar en paz delante de Dios y debe ser sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes engañar a Dios usando palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere completar hoy. Pídele a Dios que te ilumine y te esclarezca más, y lleva tu estado actual y tus problemas delante de Él para que ores y tomes una resolución ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios usando tu corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, capacitándolo para que con frecuencia esté en paz delante de Dios, capacitándote para que te conozcas y te desprecies y te abandones en el ambiente que Dios ha puesto para ti, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y haciendo de ti alguien que verdaderamente ama a Dios”. De “La Palabra manifestada en carne”
“El estándar más bajo que Dios exige de las personas es que le puedan abrir sus corazones. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de su corazón, entonces Dios estará dispuesto a obrar en el hombre; Dios no quiere el corazón torcido del hombre sino su corazón puro y honesto. Si el hombre no le dice a Dios lo que de verdad hay en su corazón, entonces Dios no toca el corazón del hombre ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial acerca de la oración es decirle a Dios las palabras de tu auténtico corazón, hablarle a Dios de tus defectos o de tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él. Sólo entonces Dios estará interesado en tus oraciones; si no, Él ocultará Su rostro de ti. El criterio mínimo para la oración es que puedas guardar tu corazón en paz ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante este periodo, no has obtenido una visión más nueva o más alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar”.
¿Alguna vez te has enfrentado a este dilema, que aunque hagas tus devocionales y ores todos los días, sigues son ganar mucho de cualquier cosa ni te sientes conmovido? ¿Por qué realmente sucede eso? ¿Cómo podemos obtener resultados de nuestros devocionales diarios? Siempre y cuando sigamos los tres principios de práctica indicados a continuación, podemos mejorar lo que obtenemos de nuestra vida espiritual y crecer en la vida más rápidamente. 1. Enfócate en serenarte ante Dios en los devocionales
Encontrar el enfoque correcto de los devocionales es necesario para que nuestra vida espiritual dé sus frutos. Primero, hemos de serenarnos ante Dios. Cuanto más lo hagamos, más fácil será obtener el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo. Si no podemos hacer eso, entonces mientras leemos las palabras de Dios todavía tenemos en nuestras mentes cosas como el trabajo, la escuela y la familia. En tal caso, solo nos limitamos a actuar por inercia y apaciguar a Dios en nuestros devocionales porque no estamos enfocados únicamente en adorar a Dios y leer en oración Sus palabras. Eso hace improbable que recibamos esclarecimiento del Espíritu Santo, aunque entendamos el significado literal de las palabras de Dios.
La palabra de Dios dice: “Una vida espiritual normal es una vida vivida ante Dios. Al orar, uno puede aquietar su corazón ante Dios y, a través de la oración, puede buscar el esclarecimiento del Espíritu Santo, conocer las palabras de Dios, y entender Su voluntad. Al comer y beber de Sus palabras, la gente puede obtener una comprensión más clara y completa de la obra actual de Dios. También pueden obtener una nueva senda de práctica, y no se aferrarán a lo viejo; lo que practican tendrá como objetivo lograr el crecimiento en la vida” (‘Acerca de una vida espiritual normal’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Si queréis tener vuestro corazón realmente en paz ante Él, entonces debéis hacer la obra de cooperación consciente. Es decir, cada uno de vosotros debe dedicar un tiempo para vuestras devociones, un momento en el que apartáis a todas las personas, asuntos u objetos, calmáis vuestro corazón y guardáis silencio ante Dios. Todo el mundo debería tomar notas devocionales, registrar su conocimiento de la palabra de Dios y cómo se les conmueve el espíritu, independientemente de que sea profundo o superficial, todos deben acallar sus corazones ante Dios de manera consciente. Si puedes dedicar una o dos horas cada día a una vida espiritual verdadera, tu vida durante ese día se sentirá enriquecida y tu corazón será brillante y claro. Si vives esta clase de vida espiritual a diario, entonces tu corazón podrá volver a estar más en posesión de Dios, tu espíritu se volverá cada vez más fuerte, tu condición mejorará constantemente, podrás recorrer mejor la senda por la que guía el Espíritu Santo, y Dios te concederá más bendiciones. El propósito de vuestra vida espiritual es obtener conscientemente la presencia del Espíritu Santo. No consiste en observar reglas o celebrar rituales religiosos, sino en actuar verdaderamente en sintonía con Dios y disciplinar realmente vuestro cuerpo. Esto es lo que el hombre debe hacer; así que debéis hacerlo esforzándoos al máximo” (‘Una vida espiritual normal guía a las personas por el camino correcto’ en “La Palabra manifestada en carne”). Podemos ver en la palabra de Dios que la práctica de serenar nuestro corazón ante Dios es necesaria para una buena vida espiritual. Antes de los devocionales, necesitamos alejarnos conscientemente de todo lo que pueda interrumpirnos, de todas las personas, eventos y cosas que puedan alejar nuestro corazón de Dios. En general, nuestros corazones están más apaciguados por la mañana, antes de que nos ocupemos de las innumerables pequeñas cosas que surgen en nuestras vidas y en el trabajo. Podemos orar a Dios en este momento, contándole todas nuestras dificultades y deficiencias; podemos leer cuidadosamente las palabras de Dios, reflexionando y buscando su voluntad y un camino de práctica. Cuanto más nos serenemos ante Dios de esta manera, más probabilidades tendremos de ganar la obra del Espíritu Santo. Esta es una forma mejor de sacar provecho de nuestros devocionales y así nuestra condición espiritual seguirá mejorando.
2. Enfócate en reflexionar sobre la palabra de Dios en los devocionales
La segunda forma de sacar más provecho de nuestros devocionales es enfocarse en la reflexión de la palabra de Dios. Mucha gente lee la palabra de Dios en sus devocionales, pero no la tienen realmente en cuenta, solo la hojean y se contentan con entender su significado superficial. Sin embargo, no logran comprender verdaderamente la voluntad o los requisitos de Dios. Con este enfoque, por mucho que lean la palabra de Dios, no entenderán la verdad. Todos sabemos que la palabra de Dios es la verdad, que es una expresión de Su carácter y que revela Su vida misma. Está llena de la propia voluntad de Dios, por lo que no es algo que podamos entender realmente con solo pensar en ella un momento. Tenemos que leer y reflexionar en oración una y otra vez con corazones reverentes y el anhelo de obtener el esclarecimiento del Espíritu Santo; esta es la única forma de entender las verdades de la palabra de Dios, de entender lo que realmente nos dice. Dios dice: “La devoción sincera a las palabras de Dios implica, principalmente, buscar la verdad, buscar las intenciones de Dios en Sus palabras, centrarse en comprender la voluntad de Dios y entender y obtener más verdad a partir de Sus palabras. Cuando leía las palabras de Dios, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en obtener conocimiento teológico; más bien, se concentró en comprender la verdad y la voluntad de Dios y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Pedro también intentó comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, la naturaleza corrupta del hombre y sus verdaderas deficiencias, cumpliendo, así, con todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre para que lo satisfaga. Pedro tuvo muchas prácticas correctas que se ciñeron a las palabras de Dios. Esto estuvo totalmente alineado con la voluntad de Dios y fue la mejor forma en la que una persona podía cooperar al tiempo que experimentaba la obra de Dios” (‘Cómo caminar por la senda de Pedro’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Podemos observar aquí que al leer la palabra de Dios, necesitamos tener en cuenta el propósito de Dios al decir esto, cuál es la voluntad de Dios, lo que puede alcanzar dentro de nosotros, de qué manera somos rebeldes o deficientes, y cómo practicar la verdad para resolver estos problemas. Cuando busquemos y reflexionemos de este modo, obtendremos el esclarecimiento de Dios antes de que nos demos cuenta, permitiéndonos entender lo que la palabra de Dios está diciendo realmente, y cuáles son los propósitos e intenciones de Dios. Después de eso, cuando actuemos de acuerdo a los requisitos de la palabra de Dios, seremos capaces de entender gradualmente la verdad y entrar en la realidad. Esto hará que sea más fácil recoger una cosecha de nuestros devocionales.
Tomemos este versículo de la Biblia como ejemplo: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza” (Marcos 12:30). Comprendemos a partir de esto que Dios requiere que lo amemos con todo nuestro corazón y toda nuestra mente: ¿Por qué requeriría eso de nosotros? ¿Cuál es la voluntad de Dios? Podemos reflexionar sobre esto y darnos cuenta de que Dios sabe que desde que fuimos corrompidos por Satanás, todos tenemos una naturaleza egoísta. Siempre estamos pensando en cómo satisfacer nuestros propios intereses en todo, por lo que cuando nos consagramos a Dios únicamente hacemos un trato con Dios, tratando de obtener bendiciones y gracia de Él, y podemos quejarnos a Dios cuando nuestros deseos no se cumplen. No estamos viviendo nada más que un carácter satánico. Esto es resistirse y engañar a Dios. Dios tiene un carácter santo y justo, por lo que si continuamos con este tipo de búsqueda, por muy duro que trabajemos para Dios, no obtendremos la aprobación de Dios ni entraremos en Su reino. Dios hizo este requisito de acuerdo con nuestras propias deficiencias y necesidades, esperando que cuando cumplamos con nuestros deberes, no lo hagamos de forma adulterada o transaccional. Él espera que no vivamos de acuerdo a nuestro egoísta y despreciable carácter corrupto, sino que estemos contentos de trabajar y ofrecernos a nosotros mismos por nuestro amor a Dios, y vivir una verdadera semejanza humana. Solo así ganaremos la aprobación de Dios. Cuando consideramos y nos damos cuenta de estas cosas, la decisión de tener sed de la verdad y abandonar la carne puede surgir dentro de nosotros, y nos volvemos dispuestos a amar a Dios con todo nuestro corazón y toda nuestra mente. Esto es lo que se logra leyendo en oración la palabra de Dios. Cuando nos acercamos a la palabra de Dios de este modo todo el tiempo y vivimos ante Dios, nuestra vida espiritual seguirá mejorando.
3. Considera los problemas prácticos y las dificultades en tus devociones
Para lograr resultados en nuestra vida espiritual, tenemos que asumir la responsabilidad de comer y beber la palabra de Dios, y hemos de aprender a vincular eso con nuestro estado actual y buscar la verdad. Esto es muy importante. Tal como dice la palabra de Dios: “Cuando comas y bebas de las palabras de Dios, deberás comparar con ellas la realidad de tu estado. Es decir, cuando descubras tus defectos en el transcurso de tu experiencia real, deberás saber encontrar una senda de práctica y dar la espalda a tus motivaciones y nociones incorrectas. Si siempre te esfuerzas por estas cosas y pones todo tu corazón en lograrlas, tendrás una senda que seguir, no te sentirás vacío y, por tanto, podrás mantener un estado normal. Solo entonces serás una persona que soporta una carga en la vida, que tiene fe” (‘Práctica (7)’ en “La Palabra manifestada en carne”).
“Como te presentas delante de Dios llevando una carga, y siempre sientes que tienes todo tipo de carencias, hay muchas verdades que tienes que saber, mucha realidad que tienes que experimentar y le debes prestar atención completa a la voluntad de Dios, estas cosas siempre están en tu mente. Es como si estuvieran presionándote con tal fuerza que no te dejaran respirar, y por eso te sientes apesadumbrado (aunque no te halles en un estado negativo). Sólo esta clase de personas son aptas para aceptar el esclarecimiento de las palabras de Dios y que el Espíritu de Dios las toque” (‘Es muy importante establecer una relación normal con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Dios expresa verdades para abordar las deficiencias y necesidades de la humanidad, por lo que cuando leemos la palabra de Dios tenemos que buscar la verdad para resolver nuestros problemas reales. Hemos de echar un vistazo a nuestros problemas y dificultades reales a la luz de la palabra de Dios para que podamos obtener el esclarecimiento del Espíritu Santo. Por ejemplo, si descubrimos que cuando estamos con hermanos y hermanas o cooperando con alguien en nuestro deber, siempre estamos mostrando arrogancia, aferrándonos a nuestras propias opiniones, obligando a los demás a que nos escuchen, y tal vez incluso sermoneándolos y agobiándolos, debemos considerar cuidadosamente este problema en nuestros devocionales. ¿Por qué siempre estamos exhibiendo este tipo de corrupción y parece que no pudiéramos cambiar nunca? ¿Por qué no podemos escapar de las ataduras del pecado y dejar de pecar? Y a menudo no podemos evitar mentir y engañar para mantener nuestra propia imagen y nuestra posición; ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué es tan difícil ser una persona honrada? Nuestros pecados fueron perdonados por el Señor Jesús, entonces ¿por qué estamos pecando constantemente? ¿Puede la gente como nosotros, que siempre está pecando, realmente entrar en el reino de los cielos? Hazte estas preguntas y otras más. Especialmente ahora que una pandemia está devastando el mundo y los desastres se ciernen sobre nosotros, todavía no hemos visto al Señor venir en una nube, por lo que estamos destinados a sucumbir a los desastres tarde o temprano. No podemos perder el tiempo orando al Señor y averiguando cuál es Su voluntad ahora que los desastres han llegado. Tenemos que reflexionar plenamente sobre algunas cuestiones prácticas: ¿Dónde aparecerá y obrará el Señor cuando venga en los últimos días? ¿Dónde hablará el Espíritu Santo a las iglesias? ¿Cómo podemos ser como vírgenes prudentes y dar la bienvenida al Señor? ¿Qué clase de iglesia es la iglesia de Filadelfia que será arrebatada? Al plantear estas preguntas prácticas en nuestros devocionales y en la lectura de la palabra de Dios, y buscar la voluntad real de Dios, podemos obtener más fácilmente la iluminación y la guía de Dios. Esto puede resolver nuestros problemas y dificultades, ofreciéndonos un camino de práctica. Si solamente leemos las Escrituras y oramos mecánicamente, tratando nuestros devocionales como una tarea más, con desinterés, nuestra vida espiritual lo padecerá y se convertirá en nada más que un rito religioso, una convención religiosa.
Estos son los tres principios de la práctica que debemos aprovechar para nuestros devocionales espirituales. Mientras apliquemos estos principios y los practiquemos en nuestros devocionales diarios, obtendremos más esclarecimiento del Espíritu Santo, veremos una mejora constante en nuestras vidas espirituales, y experimentaremos gradualmente un crecimiento en la vida.
Nota del editor: ¿Te han sido útiles estos tres principios de práctica para los devocionales? Si es así, no dudes en compartirlos con más hermanos y hermanas para que así más gente descubra un modo mejor de hacer sus devocionales. Si tienes alguna otra consulta o pregunta sobre tu creencia, ponte en contacto con nosotros a través de Messenger o WhatsApp, y estaremos encantados de comentarlas contigo.
En el 23 de diciembre de 2018, un tsunami sucedió de repente en Indonesia, causó de muchos muertos y heridos. En los últimos años, los desastres han ocurrido frecuentemente, nos enfrentamos a todo tipo de desastres, nos sentimos insignificantes, desamparados y asustados. Solamente oramos a Dios y pedimos que Él nos proteja… La Biblia dice: “Mil caerán a tu lado y diez mil a tu derecha; pero no se acercará a ti” (Salmo 91:7). Dios dice: “Yo soy la única salvación de la humanidad. Soy la única esperanza de la humanidad y, aún más, Yo soy Aquel sobre quien descansa la existencia de toda la humanidad”. Dios dice: “[...] Yo soy vuestra torre fuerte, Yo soy vuestro refugio, Yo soy vuestro respaldo y, además, Yo soy vuestro Todopoderoso y Yo soy vuestro todo!” “Es muy simple ahora: mírame con tu corazón y tu espíritu se fortalecerá inmediatamente, tendrás una senda que seguir y Yo guiaré todos tus pasos. Mi palabra te será revelada en todo momento y lugar. No importa dónde o cuándo, o cuán adverso sea el entorno, Yo te mostraré claramente y Mi corazón te será revelado si me miras con tu corazón; de esta forma correrás el camino que tienes por delante, y nunca te perderás”.
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Estudio bíblico | ¿Ser salvo es equivalente a entrar en el Reino de los Cielos?
El gran desastre vendrá pronto. Nosotros los creyentes estamos observando y esperando el regreso del Señor. Creemos que mientras creamos en el Señor en nuestros corazones y confirmemos nuestra creencia en Él con nuestras palabras, seremos salvos y llevados al reino de los cielos. ¿Ser salvo significa entrar al reino de los cielos? ¿Qué será entonces a lo que se refiere la salvación? Lea este artículo “¿Ser salvo es equivalente a entrar en el Reino de los Cielos?”, que se presenta en forma de debate. Le informará sobre la distinción entre ambos.
Un día estaba predicando y hablé del gran desastre que estaba por venir. Así que exhorté a los hermanos y hermanas a asistir a las reuniones activamente, poner más empeño en leer la Biblia y seguir el camino del Señor en la vida real, para poder observar y esperar el regreso del Señor. Pero vi que algunos hermanos y hermanas permanecían débiles y llenos de dudas sobre si podrían ser arrebatados al Reino de los Cielos. Luego expliqué: “Hermanos y hermanas, la Biblia dice: ‘porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación’ (Romanos 10:10). Mientras creamos en el Señor con nuestros corazones y confirmemos nuestra fe en Él con nuestras palabras, nuestra fe nos permitirá obtener la salvación eterna. Cuando el Señor regrese, seguramente seremos arrebatados al Reino de los Cielos”. Al escuchar lo que dije, los hermanos y hermanas estaban todos felices y tenían algo de fortaleza. En este momento, su compañero de trabajo Zhang se puso de pie y dijo: “No lo creo”. El Señor Jesús dijo: ‘[...] sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 7:21). Esto claramente nos dice que solo aquellos que hacen la voluntad de Dios pueden entrar al Reino de los Cielos. Aunque hemos sido salvos, todavía cometemos pecados durante el día y nos arrepentimos en la noche. Esto no es hacer la voluntad del Padre celestial. Creo que aún no podremos entrar en el reino de los cielos”.
Los hermanos y hermanas estaban contentos, pero unas palabras de su compañero de trabajo Zhang calmaron su entusiasmo de inmediato. Miré a mi alrededor, pensé por un momento, y dije apresuradamente: “Hermanos y hermanas, el hermano Pablo dijo en el libro de Gálatas 3:26: ‘pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús’. Esto muestra que creemos en el Señor, entonces somos Sus hijos. En ese caso, definitivamente podremos entrar en el reino de los cielos”.
El compañero de trabajo Zhang tomó mis palabras, “Hermano Ma, no estoy de acuerdo con lo que está diciendo. 1 Pedro 1:16 dice: ‘[...] Sed santos, porque Yo soy santo’. Y Hebreos 12:14 dice: ‘[...] la santidad, sin la cual nadie verá al Señor’. A partir de estos dos versículos, podemos ver claramente que la esencia de Dios es santa. Aunque hemos sido salvados, a menudo pecamos y confesamos, y no nos convertimos en santos. Somos indignos de ver el rostro del Señor. ¿Cómo podemos entrar en el reino de los cielos?
En este punto, el hermano Chen se levantó. Señaló la Biblia en su mano y dijo seriamente: “Hermanos y hermanas, el apóstol Pablo ya nos dijo claramente en el libro de Romanos 8:33-34, ‘¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena? [...]’ Hemos sido elegidos por Dios. Tanto nuestros pecados del pasado como los del futuro han sido perdonados por el Señor Jesús. Él no nos ve como pecadores. Hemos sido justificados, entonces ciertamente entraremos al Reino de los Cielos. Esto es indudable. Estoy de acuerdo con el punto del hermano Ma”.
El hermano Zhang dijo con firmeza: “Hermanos y hermanas, ya que la Escritura dice: ‘[...] la santidad, sin la cual nadie verá al Señor’ (Hebreos 12:14). Y el Señor Jesús también nos dijo que solo aquellos que hacen la voluntad del Padre celestial puede entrar al Reino de los Cielos. Esto es suficiente para probar que solo aquellos que alcanzan la santidad pueden entrar en el reino de Dios. Debemos guardar las palabras del Señor”.
Dije en voz alta, “Hermanos, acerca de la cuestión de ser salvos, Pablo ya nos dijo claramente: ‘Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios;’ (Efesios 2:8). “Pero si es por gracia, ya no es a base de obras, de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra” (Romanos 11:6). Las palabras de Pablo son muy claras. La salvación del Señor se nos da gratuitamente y no depende de nuestras obras. Si esto depende de nuestras obras, ¿eso se llama la gracia del Señor? Ahora podemos confiar en la gracia del Señor para ser salvados en el Reino de los Cielos”.
El hermano Chen levantó la mano y dijo: “El hermano Ma tiene razón. Pablo en el libro de Timoteo también dijo: ‘quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad’ (2 Timoteo 1: 9), entonces nosotros que creemos en Jesús podemos entrar al Reino de los Cielos basándonos en Su gracia. Si se basara en nuestras obras, ¿quién podría salvarse?
El hermano Zhang se puso de pie con emoción y dijo: “Hermanos y hermanas, si los creyentes podemos entrar al Reino de los Cielos, ¿se decide por lo que dijo el Señor Jesús o por lo que dijo Pablo? ¿Son las palabras del Señor Jesús las que tienen autoridad o las palabras de Pablo? ¿Confesamos que el Señor Jesús es el camino, la verdad y la vida?”. Todos se miraron y dijeron: “¡Por supuesto que sí!”.
Esta palabra del hermano Zhang me refrescó la memoria. Pensé: “¡Bien! Los creyentes debemos centrarnos en las palabras del Señor, pero ¿por qué sigo hablando de las palabras de Pablo?”. Pensando en esto, me calmé y continué escuchando las palabras del hermano Zhang.
El hermano Zhang dijo: “Ya que confesamos que el Señor Jesús es el camino, la verdad y la vida, y que lo que Pablo dijo se opone a lo que nuestro Señor Jesús dijo, eso explicaría que lo que Pablo dijo lleva cizaña. Viene de la voluntad humana y no es la verdad. Prefiero creer lo que dijo el Señor Jesús: ‘[...] sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 7:21). Este es el único estándar para entrar en el reino de los cielos”.
En ese momento, el hermano Guo también se puso de pie y con mucha emoción dijo: “Nosotros, los creyentes en Dios, debemos aceptar las palabras del Señor Jesús como lo estándar, ya que el Señor Jesús es el único Señor del reino de los cielos, y Su palabra es la única verdad y la única autoridad. Su palabra lleva autoridad significa lo que dijo cuenta. Pablo no es el Señor del reino de los cielos, su palabra no tiene autoridad, no cuenta. Pablo no es más que un apóstol, que tiene una naturaleza humana corrupta. Él mismo necesita la salvación de Dios. Si el Señor Jesús es el que decide si todos pueden entrar en el reino de los cielos. ¿Qué derechos tiene Pablo para decidir si otros pueden entrar en el reino de los cielos?
Al ver que todos asintieron con aprobación, pregunté: “Hermano Zhang, tiene razón. Los que creemos en el Señor debemos tener las palabras del Señor Jesús como el estándar. Pero todavía no entiendo la diferencia entre ser salvo y entrar al reino de los cielos. ¿Podría compartir su opinión?
El hermano Zhang dijo de manera tranquila: “He estudiado este aspecto de los versículos una y otra vez en estos pocos días. Creo que ser salvo se refiere a estar libre de la condena de la ley, y a que se perdonen los pecados. Pero aquellos que han sido salvados aún pueden resistir y oponerse a Dios mediante el pecado, siguen viviendo bajo el dominio de Satanás y no alcanzan la santidad. Mientras que aquellos que pueden entrar en el reino de los cielos deben ser los que hacen la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos y obedecen las palabras de Dios. Son aquellos que conocen a Dios y se someten a Dios, que son compatibles con Él. Entonces, ser salvo y entrar en el reino de los cielos son dos asuntos diferentes. Tal como dijo el Señor Jesús, ‘Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos’ (Mateo 22:14). Esto muestra que las personas que vienen y creen en el Señor son muchas, pero pocas pueden finalmente entrar en el reino de los cielos. También manifiesta el justo carácter de Dios”.
El hermano Guo también dijo: “Estoy de acuerdo con el punto de vista del hermano Zhang. El Señor Jesús dijo: ‘[...] el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza’ (Mateo 11:12). Podemos ver por las palabras del Señor que entrar en el reino de los cielos tiene Sus esquemas. No es tan fácil ingresar como pensamos. No podemos entrar solo confiando en la gracia. Debemos trabajar duro para seguir el camino del Señor antes de entrar en él”.
Aunque lo que dicen tiene sentido, todavía tenía dudas en mi corazón. Entonces dije: “Para entrar en el reino de los cielos, debemos hacer la voluntad del Padre celestial. Esto es cierto. ¿Pero acaso no hemos estado imitando a Pablo, dejando todo por la obra del Señor? Incluso muchos hermanos y hermanas nunca se casan, ofreciendo toda su vida al Señor. Ellos cruzan montañas para predicar el evangelio del Señor. Se puede decir que todo cristiano sufre mucho y paga mucho precio para entrar en el reino de los cielos. ¿No está haciendo esto la voluntad del Padre celestial? Creo que mientras sigamos así, definitivamente entraremos en el reino de los cielos”.
El hermano Zhang dejó la Biblia en su mano y dijo: “Hermanos y hermanas, podemos estudiar la Biblia con cuidado. El Señor Jesús nunca ha dicho que, si dejáramos todo y trabajáramos para Él, entraríamos en el reino de los cielos. El Señor Jesús sólo dijo: ‘[...] sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 7:21). Creo que aquellos que verdaderamente hacen la voluntad del Padre celestial deben ser aquellos que aman a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente. Trabajan y sufren por el Señor no para codiciar sus propios beneficios y perspectivas, sino completamente amar a Dios y devolverle Su amor. Pueden cuidar la voluntad de Dios en todo, y lo que sea que encuentren, ya no pecan ni se resisten a Dios. Todo lo que hacen es para dejar los pecados y volverse santos. Solo aquellas personas que trabajan para el Señor serán calificadas para entrar en el reino de los cielos”.
El hermano Guo, que estaba sumido en profundos pensamientos, dijo: “¡Hermano Zhang tiene razón! La Biblia dice: ‘[...] el que practica la justicia es justo, así como El es justo’ (1 Juan 3:7). Los justos aquí no son aquellos ‘justificados por la fe’, sino aquellos que hacen las obras de justicia y no pecan más. Si bien ahora podemos dejar todo de lado por la obra del Señor, a menudo todavía pecamos y no somos verdaderamente justos. No somos dignos de entrar en el reino de Dios”.
No estaba de acuerdo con su opinión, así que repliqué: “Pero Pablo dijo: ‘He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, [...]’ (2 Timoteo 4: 7-8). Predicamos el evangelio, trabajamos duro para el Señor, y guardamos el camino del Señor. ¿No es el hacer esto la voluntad de Padre celestial?”
El hermano Zhang dijo muy tranquilamente: “Hermano Ma, según su opinión, cuando los fariseos viajaron por tierra y mar, sufriendo mucho por difundir el evangelio en todas partes y teniendo buenos comportamientos externos, ¿estaban haciendo la voluntad de Padre celestial? Como todos sabemos, los fariseos sufrieron y se sacrificaron exteriormente por Dios, pero pudieron oponerse a Dios y clavar a Jesús en la cruz. Eso es suficiente para demostrar que los sufrimientos externos y las buenas conductas no representan hacer la voluntad de Padre celestial, ni representan conocer y someterse a Dios. De la misma manera, hoy sufrimos por el Señor, tenemos algunos buenos comportamientos, pero podemos pecar con frecuencia y resistir a Dios. Todavía no somos los que hacemos la voluntad del Padre celestial, y aún no somos dignos de entrar en el reino de los cielos”.
En sus palabras, estaba completamente convencido. Es un hecho que todos vivimos en pecado. Incluso cuando trabajamos para el Señor, todavía tenemos nuestras intenciones personales y puntos de vista, y al mismo tiempo un deseo de bendiciones. Esto también es un hecho.
Todos compartieron acaloradamente sus propios puntos de vista y conocimientos sobre este tema. Cuando nuestra reunión estaba llegando a su fin, le dije alegremente a los demás, “Hermanos y hermanas, gracias a Dios este debate de hoy nos permite entender que ser salvo no equivale a entrar en el reino de los cielos, cambió mi punto de vista incorrecto. No podemos ser salvos por gracia. Me di cuenta de que no importa cómo creemos en Dios y trabajamos para el Señor, mientras nuestros pecados permanezcan, no podemos verdaderamente lograr hacer la voluntad de Dios. Entonces no podemos ser aprobados por Dios, ni podemos entrar al reino de Dios. Se puede ver que Dios es el Dios santo y justo. No siempre podemos creer en Dios con nuestras propias ideas e imaginaciones, sino que debemos continuar de acuerdo con los estándares para entrar en el reino de los cielos que Dios requiere de nosotros. Solo de esta manera, podemos finalmente actuar en armonía con la voluntad de Dios, y nuestra creencia en Dios puede ser aprobada por Él” Todos los hermanos asintieron con la cabeza y estuvieron de acuerdo.
Hoy en día, la pandemia, el terremoto, la hambruna y otros desastres ocurren con frecuencia. Muchas personas están muy preocupadas y no saben cuándo el desastre venga sobre ellas… Entonces ¿cómo podemos ser protegidos por Dios en el desastre? El Señor Jesús dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se acerca” (Mateo 3:2). De aquí, se puede ver que solo mediante el verdadero arrepentimiento podemos obtener la misericordia de Dios y ser protegidos por Él. Pues, ¿qué es el auténtico arrepentimiento? ¿Cómo alcanzarlo? Mira el vídeo “¿Te has arrepentido de verdad?”.
Ahora los desastres ocurren con frecuencia, solo aquellos que tienen un verdadero arrepentimiento pueden ser salvados y entrar en el reino de los cielos. ¿Qué es el verdadero arrepentimiento y cómo se logrará? Únase a nosotros para comunicar.
Ahora, el desastre es cada vez más grande en todo el mundo, por ejemplo: El incendio forestal australiano destruyó muchos edificios locales, y alrededor de mil millones de animales murieron en él; en enero de 2020, las lluvias torrenciales se cebaron con Australia, fueron las mayores inundaciones en 100 años; decenas de miles de personas se quedaron sin hogar por las inundaciones en Indonesia; surgió la más grave plaga de langostas en África en 25 años; ocurrió el terremoto en Xinjiang de China, y así sucesivamente. ¿Qué advertencia nos quiere dar Dios a través de estos frecuentes desastres?
Otros hermanos y hermanas también hicieron la misma pregunta. Respecto a ésta, veamos cómo dice la Palabra de Dios.
Dios dice: “Los últimos días han llegado y en los países alrededor del mundo reina la confusión, hay desorden político, por todos lados están apareciendo hambres, pestilencias, inundaciones y sequías, hay una catástrofe en el mundo del hombre y los cielos han hecho bajar el desastre. Estas son las señales de los últimos días”.
“Todos los desastres sucederán uno tras otro; todas las naciones y todos los lugares experimentarán desastres, plaga, hambre, inundación, sequía y terremotos están por todas partes. Estos desastres no ocurren sólo en uno o dos lugares, ni terminarán dentro de uno o dos días, sino que se extenderán sobre un área cada vez mayor y los desastres serán cada vez más severos. Durante este tiempo surgirán sucesivamente toda clase de plagas de insectos, y el fenómeno del canibalismo ocurrirá en todos los lugares. Este es Mi juicio sobre todas las naciones y pueblos”.
De la Palabra de Dios, se ve que la ocurrencia de estos desastres es el señal de los últimos días, y también es el juicio y la advertencia de Dios a la humanidad. Hoy en día, los seres humanos han sido corrompidos cada vez más profundos, todos adoran el mal y la violencia, disfrutan de una vida degenerada, se lucha por el estatus y la fama tanto entre personas como países. Así que, es evidente, al final, acabarán emprendiendo el camino hacia autodestrucción, sin embargo, aquellos que puedan presentarse ante Dios a arrepentirse con sinceridad, obtendrán Su salvación de los últimos días.
¿Quieres conocer las señales del fin del mundo? ¿Quieres recibir al Señor antes del desastre y asistir al banquete con Él? Le invitamos a discutir y comunicarse con nosotros a través de WhatsApp, para que podamos dar la bienvenida juntos al Señor.
Hoy en día, en muchas plataformas sociales hay alguien dando testimonio de que el Señor ha regresado. Es lógico que debamos buscar e investigar y recibir al Señor alegremente. Pero después de enterarse de esta noticia, algunos creyentes piensan que nadie lo sabrá cuando venga el Señor, y no creen que Él ha regresado, porque la Biblia registra: “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:36). Pero, ¿se ajusta este pensamiento a la voluntad de Dios? Imaginamos: “El Señor viene es para salvar a la gente, si nadie sabe Su venida, ¿cómo podremos seguirlo y creer en Él? ¿Cómo podrá Dios complir Su obra de salvar al hombre? Si siempre nos aferramos a este punto de vista, ¿no seremos una persona que no puede esperar el regreso del Señor para siempre? Entonces, ¿qué significa exactamente este versículo?
Dios dice: “Al amanecer, sin que nadie lo supiera, Dios vino a la tierra e inició Su vida en la carne. Las personas fueron totalmente inconscientes de ese momento. Quizás estaban todos dormidos; tal vez muchos de los que estaban despiertos y vigilantes esperaban, y es posible que muchos estuvieran orando en silencio a Dios en el cielo. Sin embargo, entre toda esta cantidad de personas, nadie supo que Dios ya había llegado a la tierra”.
De las palabras de Dios, se puede ver que la expresión “Pero de aquel día y hora nadie sabe” se alude a que nadie sabe el momento en que Cristo viene. Pero después de que Cristo viene y comienza a obrar, alguien lo sabrá, porque el propósito de la encarnación de Dios en el mundo humano es para salvar al hombre. Si no permitiera que el hombre supiera Su venida, ¿cómo podría el hombre obtener la salvación de Él? Acerca de Su segunda venida, el Señor Jesús dijo así: “Pero a medianoche se oyó un clamor: «¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo.»” (Mateo 25:6). “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). De estos dos versículos, se puede ver que cuando el Señor regrese, algunas personas se enterarán de esto. Porque expresará palabras y llamará a la puerta del hombre para que salgamos a recibirlo, y asistirá al banquete con los que abren la puerta tras oír Su voz. Por lo tanto, si creemos que el versículo “Pero de aquel día y hora nadie sabe” mencionado en Mateo 24:36 significa que ningún hombre sabrá después de que venga el Señor, es completamente incorrecto.
Escuchando lo que dice el Espíritu Santo a las iglesias, podrás recibir al Señor. Ahora ya estamos en los últimos días, y el Señor ha regresado. Entonces ¿cómo podemos encontrar los pasos del Señor para recibirlo y asistir al banquete con Él?
El Señor Jesús dijo: “Mis ovejas oyen Mi voz, y Yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27). “Mirad, Yo estoy a la puerta y toco; si alguien escucha Mi voz y abre la puerta, vendré a él y comeré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). “El que puede oír, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:22). A partir de esto, se puede ver que el señor llama a nuestra puerta en los últimos días y buscar a Sus ovejas mediante Sus palabras expresadas. Por lo tanto, para buscar los pasos del Señor y recibirlo debemos concentrar en escuchar la voz de Dios. Las palabras expresadas por Dios Todopoderoso “La Palabra manifestada en carne” son las palabras que el Espíritu Santo habla a las iglesias, se han sido traducido a muchas idiomas y publicado en Internet para que todo el mundo busque e investigue. Tal como Dios dice: “Las palabras de Dios han venido sobre vosotros. ¿Las oís? Dios realiza la obra de la palabra en los últimos días y tales palabras son las del Espíritu Santo, porque Dios es el Espíritu Santo y también puede hacerse carne; por tanto, las palabras del Espíritu Santo, tal como se hablaron en el pasado, son las palabras del Dios encarnado hoy”.
De las palabras de Dios, se puede ver que oír las palabras del Espíritu Santo a las iglesias significa ver Su aparición, recibir a Él y asistir al banquete con Él.
Si quieres conocer más, ve el Sketch “El Señor está llamando” para ser la virgen prudente quien es capaz de recibir al Señor.
El Salvador ha descendido. ¿Quiere saber el misterio de la segunda venida de Jesús? ¿Cómo debemos dar la bienvenida a Su regreso? ¿Quiere conocer más? Le invitamos a discutir y comunicarte con nosotros por WhatsApp.
La Biblia dice: “Este Jesús, que separándose de vosotros se ha subido al cielo, vendrá de la misma suerte que le acabáis de ver subir allá” (Hechos 1:11). Al leer este versículo mucha gente piensa que el Señor Jesús ascendió al cielo en una nube blanca después de Su resurrección y que también Él vendrá de la misma manera para arrebatar a los creyentes cuando regrese en los últimos días. Pero hoy en día, debido a que los desastres en todo el mundo son cada vez más severos y las profecías del regreso del Señor se han cumplido básicamente, si no podemos encontrarnos con Él, caeremos en el desastre. Estamos esperando el regreso del Señor todos los días, pero todavía no hemos visto al Señor descendiendo en la nube, ¿por qué? ¿De qué manera se nos aparece el Señor en los últimos días?
Dios dice: “Jesús dijo que Él llegaría tal como se fue, pero ¿conoces el verdadero significado de Sus palabras? ¿Pudo realmente habéroslo dicho? Sólo sabes que Él llegará tal como se fue en una nube, pero ¿sabes exactamente cómo hace Su obra Dios mismo? Si fueras verdaderamente capaz de ver, ¿cómo deben explicarse las palabras de Jesús? Él dijo: Cuando el Hijo del hombre venga en los últimos días, Él mismo no sabrá, los ángeles no sabrán, los mensajeros en el cielo no sabrán, y las personas no sabrán. Sólo el Padre sabrá, esto es, sólo el Espíritu sabrá. Ni siquiera el propio Hijo del hombre sabe, ¿y tú eres capaz de ver y saber? Si tú fueras capaz de saberlo y verlo con tus propios ojos, ¿acaso estas palabras no se habrán dicho en vano? ¿Y qué dijo Jesús en ese momento? ‘Pero ningún hombre sabe la hora ni el día, ni los ángeles del cielo, sino sólo Mi Padre. Pero como fue en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre … Entonces, vosotros también debéis estar listos porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que menos lo penséis’. Cuando llegue ese día, el Hijo del hombre no lo sabrá. El Hijo del hombre se refiere a la carne encarnada de Dios, una persona normal y ordinaria. Ni siquiera el propio Hijo del hombre lo sabe; así pues, ¿cómo podrías saberlo tú?”
De la Palabra de Dios, podemos ver que cuando regrese el Señor, se hará carne como el Hijo del hombre para aparecerse al hombre y realizar Su obra, al igual que el Señor Jesús, en esencia, Él era el Espíritu de Dios cubierto con un cuerpo ordinario para caminar, hablar y obrar entre las personas de una manera práctica y nadie podía decir con solo mirarlo que Él era diferente de una persona normal en apariencia. Por lo tanto, el tiempo de la obra de Dios encarnado era la etapa en la que Él vino y obró en secreto. Solo cuando comprendamos la verdad sobre la venida secreta del Señor, podremos dar la bienvenida a Su regreso, asistir al banquete y tener la oportunidad de ser arrebatado al reino de los cielos.
Para más detalles, por favor mire: Película evangélica "El misterio de la piedad: la continuación" ¿Cómo se le aparecerá el Señor al hombre cuando regrese?
Mateo 24:36 registra: “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre”. Este versículo se refiere a que nadie sabe a qué hora y en qué día llegará el Señor, pero hay gente lo sabrá seguramente después de que Él venga. Si ningún hombre conociera al Señor después de que Él regrese, ¿cómo podríamos recibir a Él? Bienvenido a contactarnos a través del siguiente enlace para discutir cómo comprender correctamente este versículo y recibir al Señor.
Génesis 22:16-18 Juro por Mí mismo —dijo Jehová— que porque has hecho esto, y no has retenido a tu hijo, tu único hijo, te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tu simiente tendrá las puertas de sus enemigos; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque has obedecido Mi voz.*
Este es un relato íntegro de la bendición de Dios a Abraham. Aunque breve, su contenido es rico: incluye la razón y el trasfondo del regalo de Dios a Abraham, y lo que le dio. También está impregnado del gozo y del entusiasmo con los que Dios pronunció estas palabras, así como de la urgencia de Su anhelo por ganar a quienes pueden escuchar Sus palabras. En esto vemos que Dios aprecia y siente ternura hacia quienes obedecen Sus palabras y siguen Sus mandatos. También vemos el precio que paga para ganar a las personas, y el cuidado y la atención que pone en ello. Además, el pasaje contiene las palabras “Juro por Mí mismo”, y esto nos proporciona un sentido intenso de la amargura y el dolor soportados por Dios, y sólo por Él, entre los bastidores de esta obra de Su plan de gestión. Es un pasaje sugerente, con un significado especial para los que vinieron después, y un impacto de gran alcance para ellos.
El hombre obtiene las bendiciones de Dios por su sinceridad y obediencia
¿Fue grande esta bendición que Dios le dio a Abraham, sobre la que hemos leído? ¿Cómo de grande? Aquí hay una frase clave: “y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra”;* muestra que Abraham recibió bendiciones que nadie más recibió ni antes ni después de él. Cuando este hombre le devolvió su hijo a Dios, porque Él se lo había pedido —su único y amado hijo— (nota: aquí no podemos usar la palabra “ofreció”; deberíamos decir devolvió su hijo a Dios), Él no sólo no permitió que ofreciera a Isaac, sino que también lo bendijo. ¿Con qué promesa bendijo a Abraham? La promesa de multiplicar su descendencia. ¿Y en qué medida sería multiplicada? Las Escrituras dicen lo siguiente: “[…] como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tu simiente tendrá las puertas de sus enemigos; y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra”.* ¿Cuál fue el contexto en el que Dios pronunció estas palabras? Es decir, ¿cómo recibió Abraham las bendiciones de Dios? Las recibió tal como Dios dice en las Escrituras: “porque has obedecido Mi voz”. Esto es, porque había seguido el mandato de Dios, porque había hecho todo lo que Él le había dicho, pedido y ordenado sin la más mínima queja, Dios le hizo esa promesa. En ella hay una frase crucial que menciona los pensamientos de Dios en ese momento. ¿La habéis notado? Puede ser que no hayáis prestado mucha atención a estas palabras de Dios: “Juro por Mí mismo”. Su significado es que cuando Dios las pronunció estaba jurando por sí mismo. ¿Por qué cosa juran las personas cuando hacen un juramento? Juran por el cielo, es decir, hacen un juramento a Dios y juran por Él. Es posible que las personas no entiendan del todo el fenómeno por el cual Dios juraba por sí mismo, pero podréis comprenderlo cuando os provea la explicación correcta. Al estar frente a un hombre que sólo podía oír Sus palabras, pero sin entender Su corazón, Dios volvió a sentirse solo y desconcertado una vez más. En la desesperación y se podría decir, subconscientemente, Dios hizo algo muy natural: colocó Su mano sobre Su corazón y se refirió a sí mismo cuando otorgaba esta promesa a Abraham, y de aquí el hombre oyó a Dios decir: “Juro por Mí mismo”. A través de las acciones de Dios, puedes pensar en ti mismo. Cuando pones tu mano en tu corazón y te hablas a ti mismo, ¿tienes una idea clara de lo que estás diciendo? ¿Es sincera tu actitud? ¿Hablas con franqueza, con el corazón? Vemos, pues, aquí que cuando Dios le habló a Abraham lo estaba haciendo en serio y con sinceridad. Al mismo tiempo que hablaba y bendecía a Abraham, también se hablaba a sí mismo. Se estaba diciendo: Bendeciré a Abraham, y haré su descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo, y tan abundante como la arena a la orilla del mar, porque obedeció Mis palabras y es a él a quien Yo he escogido. Cuando Dios pronunció “Juro por Mí mismo”, Él decidió que produciría en Abraham el pueblo escogido de Israel, tras lo cual dirigiría a este pueblo hacia adelante rápidamente con Su obra. Es decir, Dios haría que los descendientes de Abraham asumiesen la obra de Su gestión, y Su obra, y lo que Él había expresado empezarían con Abraham, y continuarían en sus descendientes, materializando así el deseo de Dios de salvar al hombre. ¿Qué decís? ¿No es esta una cosa bendita? Para el hombre, no hay mayor bendición; se puede decir que es la cosa más bendita. La bendición obtenida por Abraham no fue la multiplicación de su descendencia, sino la realización por parte de Dios de Su gestión, Su comisión y Su obra en los descendientes de Abraham. Esto significa que las bendiciones obtenidas por este hombre no fueron temporales, sino que continuaron según progresó el plan de gestión de Dios. Cuando Él habló, cuando juró por sí mismo, ya había tomado una decisión. ¿Fue cierto el proceso de esta decisión? ¿Fue práctico? Dios decidió que, desde entonces en adelante entregaría a Abraham y a sus descendientes Sus esfuerzos, el precio que pagó, lo que Él tiene y es, Su todo, e incluso Su vida. También decidió que, comenzando por este grupo de personas, manifestaría Sus hechos, y permitiría que el hombre viera Su sabiduría, Su autoridad, y Su poder.
Ganar a los que conocen a Dios y son capaces de dar testimonio de Él es el deseo inmutable de Dios
Al mismo tiempo que hablaba para sí mismo, Dios también le habló a Abraham; ¿pero aparte de oír las bendiciones que Él le dio, era Abraham capaz de entender los deseos verdaderos de Dios en todas Sus palabras, en aquel momento? ¡No! Así, en el momento en que Dios juró por sí mismo, Su corazón seguía solitario y afligido. Aún no había una sola persona capaz de entender o comprender lo que Él pretendía o planeaba. En ese momento, nadie ni siquiera Abraham, fue capaz de hablarle en confianza, y mucho menos de cooperar con Él en la realización de la obra que Él debía hacer. Aparentemente, Dios había ganado a Abraham, y a alguien que podía obedecer Sus palabras. Pero en realidad, el conocimiento que esta persona tenía de Dios era poco más que nada. Aunque Él había bendecido a Abraham, Su corazón todavía no estaba satisfecho. ¿Qué significa que Dios no estaba satisfecho? Quiere decir que Su gestión sólo había comenzado, que las personas a las que quería ganar, a las que anhelaba ver, a las que amaba, seguían lejos de Él; necesitaba tiempo, esperar, ser paciente. Y es que, en ese momento, aparte de Dios mismo no había nadie que supiera lo que Él necesitaba, lo que deseaba ganar, o qué anhelaba. Y así, a la vez que se sentía muy entusiasmado, Dios también tuvo pesar en Su corazón. Sin embargo, no detuvo Sus pasos, y siguió planeando el siguiente paso de lo que debía hacer.
¿Qué veis en la promesa de Dios a Abraham? Dios le concedió grandes bendiciones, sencillamente porque él escuchaba Sus palabras. Aunque, en apariencia, esto parece normal, una cosa natural, vemos en ello el corazón de Dios: Él valora especialmente la obediencia del hombre hacia Él y aprecia su sinceridad y entendimiento hacia Él. ¿Cuánto aprecia Dios esta sinceridad? Quizás no entendáis cuánto la aprecia, y es posible que no haya nadie que sea consciente de ello. Dios le dio un hijo a Abraham, y cuando este hijo había crecido, le pidió que se lo ofreciese. Abraham siguió Su mandato al pie de la letra, obedeció Su palabra y su sinceridad conmovió a Dios, quien lo valoró. ¿Cuánto lo valoró Dios? ¿Y por qué lo hizo? En un momento en el que nadie comprendía Sus palabras ni entendía Su corazón, Abraham hizo algo que sacudió el cielo e hizo temblar la tierra, le produjo a Dios una sensación de satisfacción sin precedentes, y le proporcionó el gozo de ganar a alguien capaz de obedecer Sus palabras. Esta satisfacción y este gozo procedieron de una criatura hecha por la propia mano de Dios, y fue el primer “sacrificio” que el hombre había presentado a Dios, el más valorado por Él desde que creó al ser humano. Dios había pasado momentos duros esperando este sacrificio, y lo trató como el primer regalo importante del hombre, a quien Él había creado. Le mostró el primer fruto de Sus esfuerzos y el precio que había pagado, y le permitió ver la esperanza en la humanidad. Después, Dios anheló aún más un grupo de personas como esta que le hicieran compañía, que lo trataran con sinceridad, que cuidaran de Él con sinceridad. Incluso esperó que Abraham perdurara, porque deseaba que un corazón así lo acompañase y estuviese con Él mientras continuaba Su gestión. Independientemente de lo que Dios quisiera, tan sólo era un deseo, una idea, porque Abraham era sólo un hombre capaz de obedecerle, y no tenía el más mínimo entendimiento o conocimiento de Él. Era alguien muy alejado de los estándares de los requisitos divinos para el hombre: conocer a Dios, ser capaz de dar testimonio de Él, pensar igual que Él. Y por tanto, no podía andar con Él. Al presentar Abraham a Isaac como ofrenda, Dios vio su sinceridad y su obediencia, y comprobó que había resistido la prueba que Él le había puesto. Aunque aceptó su sinceridad y su obediencia, seguía siendo indigno de convertirse en el confidente de Dios, en alguien que lo conociera, lo entendiera, y estuviera informado de Su carácter; estaba lejos de pensar como Él y de hacer Su voluntad. Y así, en Su corazón, Dios seguía estando solo e inquieto; y cuanto más lo estaba, más necesitaba continuar con Su gestión lo antes posible, y poder seleccionar y ganar a un grupo de personas para cumplir Su plan de gestión y lograr Su voluntad cuanto antes. Este era el deseo entusiasta de Dios, que ha permanecido inmutable desde el principio hasta hoy. Desde que creó al hombre en el principio, Dios ha anhelado un grupo de vencedores que camine con Él y sea capaz de entender, comprender y conocer Su carácter. Este deseo de Dios nunca ha cambiado. Independientemente de cuánto tenga que esperar aún, de lo duro que sea el camino que tiene por delante, de lo lejos que estén los objetivos que anhela, Dios nunca ha alterado ni abandonado Sus expectativas para el hombre. Ahora que he dicho esto, ¿sabéis algo del deseo de Dios? Quizás lo que habéis descubierto no sea muy profundo, ¡pero llegará progresivamente!