Fe en Dios

La Palabra de Dios Todopoderoso | Práctica (2)

 

En otro tiempo, las personas se instruían para estar con Dios y vivir en el espíritu en todo momento. Comparado con la práctica de hoy en día, esa es una forma simple de instrucción espiritual; es la forma más superficial y sencilla de practicar antes de que la gente entre en la senda correcta de la vida, y constituye la primera fase de práctica en la fe de la gente. Si las personas siempre confían en este tipo de práctica en sus vidas, tendrán muchos sentimientos y probablemente cometerán errores y serán incapaces de entrar en las verdaderas experiencias vitales; sólo serán capaces de instruir sus espíritus, acercarse a Dios de manera normal en sus corazones, y siempre encontrarán un gozo tremendo en tener a Dios con ellas. Se limitarán a sí mismas al pequeño ámbito de su unión con Dios y serán incapaces de acceder a nada más profundo. Las personas que viven dentro de estos límites son incapaces de hacer grandes progresos. En cualquier momento tienen la tendencia a clamar: “¡Ah! Señor Jesús. ¡Amén!”. Son así prácticamente todos los días. Es la práctica de otro tiempo, la práctica de vivir en el espíritu en todo momento. ¿No es vulgar? Hoy, cuando sea el momento de ponderar las palabras de Dios, sólo te debes centrar en ponderar las palabras de Dios; cuando sea el momento de poner la verdad en práctica, sólo debes centrarte en poner la verdad en práctica; cuando sea el momento de cumplir con el deber, sólo cumple tu deber. Este tipo de práctica en realidad es bastante liberador; da libertad. No es como la manera en que los hombres religiosos ancianos oran y dan gracias. Por supuesto, esta era antes la práctica de la gente de fe, pero practicar de esta manera ahora es muy retrógrado. La obra de Dios está ahora en un nivel más alto; lo que se dice en el presente acerca de “traer a Dios a la vida real” es el aspecto más importante de la práctica. Esta es la humanidad normal que las personas deben poseer en sus vidas reales, y lo que la gente debe poseer en su humanidad normal son todas las palabras que Dios pronuncia en la actualidad. Traer estas palabras de Dios a la vida real es el significado práctico de “traer a Dios a la vida real”. Hoy en día, las personas principalmente deben equiparse con lo siguiente: en un sentido, deben mejorar su calibre, educarse y aumentar sus habilidades de lectura y comprensión; en otro, deben llevar la vida de una persona normal. Acabas de venir del mundo ante Dios; primero debes instruir tu corazón para estar en silencio ante Dios. Este es el principio de la práctica y también es el primer paso para lograr el cambio en tu carácter de vida. Algunas personas son relativamente flexibles en su práctica; ponderan la verdad mientras trabajan, descifrando las verdades y los principios de práctica que deben entender en la realidad. Un aspecto es que debes tener una vida humana normal, y el otro es que debe haber entrada en la verdad. Todas estas cosas constituyen la mejor práctica para la vida real.

Traer a Dios a la vida real de las personas requiere principalmente que adoren a Dios, busquen conocer a Dios y cumplan el deber de una criatura de Dios dentro de la humanidad normal. No es que tengan absolutamente que orar a Dios siempre que hagan algo, que no esté bien y se deban sentir en deuda con Él si no oran. La práctica de hoy no es así; ¡es verdaderamente relajada y sencilla! No requiere que las personas cumplan con las doctrinas. Más bien, cada persona debe actuar de acuerdo con su estatura individual: si tus familiares no creen en Dios, trátalos como incrédulos, y si creen, trátalos como creyentes. No practiques el amor y la paciencia, sino la sabiduría. Algunas personas salen a comprar verduras y mientras caminan susurran: “¡Oh, Dios! ¿Qué verduras querrías que comprase hoy? Suplico Tu ayuda. Dios pide que glorifiquemos Su nombre en todas las cosas, y que todos demos testimonio, así que incluso si el vendedor me da algo podrido, aun así le daré gracias a Dios; aguantaré. Nosotros, los que creemos en Dios, no podemos escoger entre las verduras”. Creen que hacer esto es testimonio, aunque el resultado es que se gastan el dinero en comprar un montón de verduras podridas, pero todavía oran y dicen: “¡Oh, Dios! Aun así, comeré estas verduras podridas siempre que sea aceptable para Ti”. ¿No es absurda semejante práctica? ¿No es seguir una doctrina? Antes, la gente se instruía para vivir en el espíritu en todo momento; esto está relacionado con la obra hecha anteriormente en la Era de la Gracia. Piedad, humildad, amor, paciencia, dar gracias por todas las cosas; esto era lo que se exigía a todo creyente en la Era de la Gracia. En ese tiempo, las personas oraban a Dios en todas las cosas; oraban cuando compraban ropa y cuando se les avisaba de una reunión, también oraban: “¡Oh, Dios! ¿Quieres que vaya o no? Si quieres que vaya, entonces prepárame un camino sin complicaciones. Si no quieres que vaya, haz que me tropiece y caiga”. Imploraban a Dios mientras oraban, y después de orar se sentían inquietas y no iban. Algunas hermanas, por miedo a que al regresar a casa de las reuniones sus esposos incrédulos las golpearan, se sentían intranquilas cuando oraban y por tanto no iban a las reuniones. Ellas creían que esto era la voluntad de Dios cuando, de hecho, si hubieran ido nada habría pasado. El resultado fue que se perdieron una reunión. Todo esto era el resultado de la ignorancia de las personas. Quienes practican de esta manera viven todos según sus propios sentimientos. Esta manera de practicar es muy errónea y absurda y está manchada de vaguedad. Hay demasiados de sus pensamientos y sentimientos personales. Si se te informa de una reunión, entonces ve; no hay más necesidad de orar a Dios. ¿No es sencillo? Si tienes que comprar alguna prenda de vestir hoy, entonces sal y hazlo. No ores a Dios y digas: “¡Oh, Dios! ¿Quieres que vaya o no? ¿Y si una de los hermanos y las hermanas llega a venir de visita cuando me haya ido?”. Tienes miedo de que un hermano o una hermana venga a visitarte, así que no vas, pero el resultado es que llega la tarde y nadie ha venido. Incluso en la Era de la Gracia, esta forma de práctica era anormal y errónea. Así, si las personas practican como en tiempos pasados, no habrá ningún cambio en sus vidas. Solamente se resignarán con ignorancia a lo que venga, no prestarán atención al discernimiento y no harán nada sino obedecer a ciegas y aguantar. En ese tiempo, las personas se enfocaban en glorificar a Dios, pero Dios no obtenía ninguna gloria de ellas porque no habían vivido nada práctico. Solamente se restringían a sí mismas y se limitaban de acuerdo con sus nociones personales, e incluso muchos años de práctica no traían ningún cambio a su vida. Sólo sabían aguantar, ser humildes, amar y perdonar pero carecían del más mínimo esclarecimiento del Espíritu Santo. ¿Cómo podían las personas conocer a Dios así? Y ¿cómo era posible que glorificasen a Dios?

Las personas sólo pueden entrar en el camino correcto de creer en Dios si traen a Dios a sus vidas reales y a sus vidas humanas normales. Las palabras de Dios os guían hoy; no hay necesidad de buscar y dar palos de ciego como en tiempos pasados. Cuando puedas practicar de acuerdo con las palabras de Dios y te puedas examinar y medir de acuerdo con los estados humanos que he revelado, entonces podrás conseguir el cambio. Esto no es doctrina, sino lo que Dios requiere del hombre. Hoy, voy a decirte cómo son las cosas: preocúpate solo de actuar de acuerdo con Mis palabras. Mis requisitos para ti están basados en las necesidades de una persona normal. Ya te he dicho Mis palabras; siempre que te centres en practicarlas, serás conforme a las intenciones de Dios. Ahora es el momento de vivir en las palabras de Dios. Sus palabras han explicado todo, todo ha quedado claro, y en tanto que vivas por Sus palabras, llevarás una vida completamente libre y emancipada. En el pasado, cuando las personas traían a Dios a sus vidas reales, practicaban y pasaban por demasiada doctrina y demasiado ritual; incluso en asuntos menores, oraban y buscaban, dejando de lado las palabras explícitas de Dios y descuidando el leerlas. Por el contrario, dedicaban todos sus esfuerzos a buscar con el resultado de que no había ningún efecto. Toma por ejemplo los asuntos de comida y vestimenta: oras y pones estos asuntos en manos de Dios, pidiendo que Dios lo solucione todo por ti. Cuando Dios escuche estas palabras dirá: “¿Necesito preocuparme de semejantes detalles insignificantes? ¿A dónde se han ido la humanidad normal y la razón que creé para ti?”. A veces, alguien comete un error en sus acciones y entonces cree que ha ofendido a Dios y se vuelve inhibido. El estado de algunas personas es muy bueno, pero cuando hacen incorrectamente alguna pequeña cosa, creen que Dios las está castigando. De hecho, esto no es un acto de Dios, sino de la influencia de las mentes de las personas. A veces, no hay nada de malo en la forma en que estás experimentando, pero otros dicen que no estás experimentando correctamente y así quedas atrapado; te vuelves negativo y oscuro en el interior. Muchas veces, cuando las personas son negativas de esta manera, creen que Dios las está castigando, pero Él dice: “Yo no he hecho ninguna obra de castigo en ti, ¿cómo pudiste culparme así?”. Las personas se vuelven negativas con demasiada facilidad. Con frecuencia también son demasiado sensibles y a menudo se quejan de Dios. Dios no requiere que sufras de esa manera, sin embargo, te dejas caer en ese estado. No hay valor en este tipo de sufrimiento. Las personas no conocen la obra que Dios hace y en muchas cosas son ignorantes e incapaces de ver con claridad, así que quedan atrapadas en sus propias nociones e imaginaciones, cada vez más profundamente enredadas. Algunas personas dicen que todas las cosas están en las manos de Dios, así que, ¿podría Dios no saber cuándo las personas son negativas? Por supuesto que Dios lo sabe. Cuando estás atrapado en nociones humanas, el Espíritu Santo no tiene manera de obrar en ti. A menudo, algunas personas quedan enredadas en un estado negativo, pero Yo todavía continúo con Mi obra. Seas negativo o positivo, tú no me restringes; pero debes saber que las muchas palabras que hablo y que la gran cantidad de obra que hago están estrechamente relacionadas mutuamente, según los estados de las personas. Cuando eres negativo, esto no obstruye la obra del Espíritu Santo. Durante el tiempo del castigo y la prueba de muerte, todas las personas quedaron atrapadas en un estado negativo, pero esto no obstruyó Mi obra. Cuando tú fuiste negativo, el Espíritu Santo continuó haciendo lo que debía hacerse en los demás. Puedes parar de buscar durante un mes, pero Yo sigo obrando; lo que hagas en el presente o el futuro no puede detener la obra del Espíritu Santo. Algunos estados negativos provienen de la debilidad humana; cuando las personas creen que son verdaderamente incapaces de cumplir los requisitos de Dios o entenderlos, se vuelven negativas. Por ejemplo, durante el tiempo de castigo, las palabras de Dios hablaron de amar a Dios hasta cierto punto en medio del castigo, pero las personas se creyeron incapaces. Se sintieron especialmente afligidas y se lamentaron de que Satanás hubiera corrompido tan profundamente su carne y que su calibre fuera tan bajo. Sintieron que era una lástima que hubieran nacido en este ambiente. Y algunas personas creyeron que era demasiado tarde para ellas para creer en Dios y conocer a Dios y que eran indignas de ser perfeccionadas. Todos estos son estados humanos normales.

La carne del hombre es de Satanás, está llena de carácter rebelde, es deplorablemente vil, y es algo inmundo. Las personas codician demasiado el gozo de la carne y hay demasiadas manifestaciones de la carne; por eso Dios desprecia la carne del hombre hasta cierto punto. Cuando las personas se deshacen de las cosas viles y corruptas de Satanás, ganan la salvación de Dios. Pero si todavía no se despojan de lo vil y de la corrupción, entonces siguen viviendo bajo el campo de acción de Satanás. Las intrigas, los engaños y la ruindad de las personas son todas cosas de Satanás. La salvación de Dios hacia ti es para librarte de estas cosas de Satanás. La obra de Dios no puede ser errónea; toda se hace con el fin de salvar a las personas de la oscuridad. Cuando has creído hasta cierto punto y puedes despojarte de la corrupción de la carne, y esta corrupción ya no te encadena, ¿no has sido salvado? Cuando vives bajo el campo de acción de Satanás eres incapaz de manifestar a Dios, eres algo vil y no puedes recibir la herencia de Dios. Una vez que hayas sido purificado y perfeccionado, serás santo, serás una persona normal, y Dios te bendecirá y serás precioso para Dios. La obra que Dios hace hoy es salvación y, además, es juicio, castigo y maldición. Tiene una serie de aspectos. Todos veis que las declaraciones de Dios contienen juicio y castigo, además de maldiciones. Hablo con el fin de lograr un efecto, para hacer que las personas se conozcan a sí mismas, no para matarlas. Mi corazón es por vuestro bien. Hablar es uno de los métodos por medio de los cuales obro; a través de las palabras expreso el carácter de Dios y permito que entiendas Su voluntad. Tu carne puede morir, pero tienes un espíritu y un alma. Si las personas solo tuvieran carne, entonces no tendría sentido su fe, ni tampoco toda esta obra que he hecho. Hoy, hablo de una manera y después de otra; durante un momento soy extremadamente odioso hacia las personas y después, durante un tiempo, soy sumamente amoroso; hago todo esto para conseguir un cambio en tu carácter, así como para transformar tus nociones sobre la obra de Dios.

Los últimos días han llegado, y en los países alrededor del mundo reina la confusión. Hay desorden político, por todos lados están apareciendo hambrunas, pestilencias, inundaciones y sequías. Hay una catástrofe en el mundo del hombre; los cielos han hecho bajar el desastre. Estas son las señales de los últimos días. Pero para las personas, parece como un mundo de regocijo y esplendor; se está volviendo así cada vez más. El corazón de las personas se siente atraído a él y muchas personas están atrapadas y son incapaces de librarse de él; una gran cantidad de personas será engañada por los que están involucrados en superchería y brujería. Si no te esfuerzas por progresar, no tienes ideales y no te has arraigado en la senda verdadera las mareas crecientes de pecado te arrastrarán. China es el país más atrasado de todos, es la tierra donde el gran dragón rojo se encuentra enroscado, tiene la mayor cantidad de personas que adoran ídolos y que están involucradas en la brujería, tiene la mayor cantidad de templos y es un lugar donde residen los demonios inmundos. Naciste de esto, fuiste educado por eso y arraigado en su influencia; has sido corrompido y torturado por esto, pero después de ser despertado, lo abandonaste y Dios te ganó por completo. Esta es la gloria de Dios y, por eso esta etapa de la obra tiene gran importancia. Dios ha hecho una obra de tan grande escala, ha hablado tantas palabras y Él, en última instancia, os ganará por completo; esta es una parte de la obra de la gestión de Dios y vosotros sois el “botín de la victoria” de la batalla de Dios con Satanás. Cuánto más entendáis la verdad y mejor sea vuestra vida de iglesia, más será postrado el gran dragón rojo. Estos son asuntos del mundo espiritual, son las batallas del mundo espiritual y cuando Dios es victorioso, Satanás será avergonzado y caerá. Esta etapa de la obra de Dios tiene una importancia tremenda. Dios hace la obra de tal magnitud y salva completamente a este grupo de personas; para que puedas escapar de la influencia de Satanás, vivir en la tierra santa, vivir en la luz de Dios y tener el liderazgo y la guía de la luz. Entonces tu vida tiene sentido. Lo que coméis y vestís es diferente a lo de los incrédulos, disfrutáis las palabras de Dios y lleváis una vida significativa, y ¿qué disfrutan ellos? Disfrutan sólo el “legado ancestral” y su “espíritu nacional”. ¡No tienen el menor vestigio de humanidad! Vuestros vestidos, palabras y acciones, todo es diferente de lo suyo. En última instancia, escaparéis por completo de lo vil, ya no seréis atrapados en la tentación de Satanás y ganaréis la provisión diaria de Dios. Siempre debéis ser precavidos. Aunque vivís en un lugar inmundo, no estáis manchados con la inmundicia y podéis vivir juntos a Dios, recibiendo Su gran protección. Dios os ha escogido entre todos en esta tierra amarilla. ¿No sois las personas más bendecidas? Eres un ser creado, debes por supuesto adorar a Dios y buscar una vida con significado. Si no adoras a Dios, sino que vives en tu carne inmunda entonces, ¿no eres sólo una bestia con un vestido humano? Como eres un ser humano, ¡te debes consumir a ti mismo por Dios y soportar todo el sufrimiento! El pequeño sufrimiento que estás experimentando ahora, lo debes aceptar con alegría y con confianza y vivir una vida significativa como Job y Pedro. En este mundo, el hombre usa la ropa del diablo, come la comida del diablo, trabaja y sirve bajo el dominio del diablo, pisoteado completamente en su inmundicia. Si no captas el significado de la vida o obtener el camino verdadero, entonces, ¿qué significado tiene vivir así? Vosotros sois personas que buscáis la senda correcta, los que buscáis mejorar. Sois personas que os levantáis en la nación del gran dragón rojo, aquellos a quienes Dios llama justos. ¿No es eso la vida con más sentido?

De “La Palabra manifestada en carne”

Creemos en el Señor Jesús porque puede salvarnos, pero ¿cómo comprobáis vosotros que el Relámpago Oriental es el camino verdadero?

 
Creemos en el Señor Jesús porque puede salvarnos, pero ¿cómo comprobáis vosotros que el Relámpago Oriental es el camino verdadero?

Pregunta 2: Si el Relámpago Oriental es el camino verdadero, ¿sobre qué base lo confirmáis? Creemos en el Señor Jesús porque puede salvarnos, pero ¿cómo comprobáis vosotros que el Relámpago Oriental es el camino verdadero?

Respuesta: Leamos en este punto dos pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso, a ver qué dice Él. Dios Todopoderoso dice: “¿Cuál es el principio más fundamental en la búsqueda del camino verdadero? Debes ver si existe o no la obra del Espíritu Santo en este camino, si estas palabras son la expresión de la verdad, a quién han sido testificadas y lo que pueden traerte” (‘Sólo los que conocen a Dios y Su obra pueden satisfacer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta única verdad: Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, manifestará la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Hermanos y hermanas, siempre que se trate del camino verdadero, entonces proviene de la obra realizada personalmente por Dios. Como es la obra de Dios, seguro que tendrá la expresión de la verdad y la obra del Espíritu Santo. Hemos dado testimonio de que el Relámpago Oriental es el camino verdadero y de que Dios Todopoderoso es Dios encarnado precisamente porque Dios Todopoderoso ha venido, ha expresado muchos aspectos de la verdad y ha llevado a cabo la obra de juzgar y purificar a la humanidad, cumpliendo así el plan de la obra de Dios de purificar y salvar a la humanidad en los últimos días.
Dios Todopoderoso dice: “La obra de Dios en la encarnación actual consiste en expresar Su carácter, principalmente, por medio del castigo y el juicio. Con base en esto, trae más verdad al hombre y le señala más formas de práctica, y, de este modo, logra Su objetivo de conquistar al hombre y salvarlo de su propio carácter corrupto. Esto es lo que yace detrás de la obra de Dios en la Era del Reino” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Dios Todopoderoso de los últimos días expresa verdades y lleva a cabo Su obra de juzgar y purificar a la humanidad: expresa todas las verdades que necesita el hombre para alcanzar el conocimiento de Dios y la salvación, y revela todos los misterios del plan de gestión de Dios para la humanidad. Por ejemplo, el objetivo del plan de gestión de Dios de 6000 años, los principios de la obra de Dios, la verdadera historia de Su obra en tres etapas, el misterio y el sentido de la encarnación de Dios, la evolución de la humanidad hasta hoy, su destino futuro, la verdad de la Biblia, el significado de los nombres de Dios, etc., ¡son unos misterios insondables para la humanidad! La palabra de Dios Todopoderoso revela por completo la corrupta esencia de la humanidad y la raíz de su corrupción. De este modo, en el severo juicio de las palabras de Dios, el hombre tiene un conocimiento real de su propia fealdad corrupta: por ejemplo, de su arrogancia, su egoísmo y su despreciable naturaleza. Asimismo, el hombre comprende la verdad, tiene auténtico entendimiento del carácter justo de Dios y cultiva un corazón que lo venera. Nuestro carácter de vida se ha transformado totalmente y poco a poco nos liberamos de la depravación de pecar de día y confesarnos de noche. Esto demuestra absolutamente que la obra de Dios Todopoderoso es el camino verdadero, que la palabra de Dios Todopoderoso es la verdad, el camino y la vida, llena de autoridad y poder, y que puede purificar y salvar al hombre por completo. Si no, aparte de Dos, ¿quién puede ayudar al hombre a escapar a la esclavitud del pecado? Aparte de Dios, ¿quién puede revelar miles de años de misterios ocultos?
Sí, solamente Dios es la verdad, el camino y la vida. Solamente Dios puede otorgar al hombre el camino de vida eterna. ¡Sólo si aceptamos las verdades expresadas por Cristo de los últimos días podemos ganar la salvación eterna! Miremos de nuevo la palabra de Dios Todopoderoso.
Dios Todopoderoso dice: “Dios mismo es la vida y la verdad, Su vida y verdad coexisten. Los que no pueden obtener la verdad nunca obtendrán la vida. Sin la guía, el apoyo y la provisión de la verdad, solo recibirás letras, doctrinas y, por encima de todo, la muerte. La vida de Dios siempre está presente, Su verdad y vida coexisten. Si no puedes encontrar la fuente de la verdad, entonces no obtendrás el alimento de la vida; si no puedes obtener la provisión de vida, entonces, seguramente no tienes la verdad, y así, aparte de las imaginaciones y las nociones, la totalidad de tu cuerpo no será nada más que carne, tu apestosa carne. Debes saber que las palabras de los libros no cuentan como vida, los registros de la historia no se pueden consagrar como la verdad, y las normas del pasado no pueden servir como un registro de palabras que Dios pronuncia en el presente. Sólo lo que Dios expresa cuando viene a la tierra y vive entre los hombres es la verdad, la vida, la voluntad de Dios y Su manera actual de obrar” (‘Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”).
El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las letras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida ni el camino perpetuo de la vida. Esto es porque todo lo que tienen es agua turbia que ha estado estancada por miles de años, en vez del agua de la vida que fluye desde el trono. Aquellos que no reciben el agua de la vida siempre seguirán siendo cadáveres, juguetes de Satanás e hijos del infierno” (‘Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”).
Las palabras y la obra de Dios Todopoderoso son la salvación que Dios otorga a la humanidad en los últimos días, el único camino hacia la salvación de Dios para la humanidad en los últimos días. Las Escrituras manifiestan que lo que es de Dios aumentará y lo que es del hombre disminuirá. Sólo han transcurrido poco más de 20 años desde que Dios Todopoderoso inició Su obra. Pese a la oposición y represión frenéticas del malvado PCCh y del mundo religioso entero, el evangelio del reino de Dios es como una ola que crece imparable. Ahora no solamente se ha difundido por toda la China continental, sino por muchos países de todo el mundo. Ya se está expandiendo globalmente a todos los países y regiones. Cada vez más personas que anhelan la aparición de Dios vienen, una por una, a la casa de Dios Todopoderoso. Que el evangelio del reino de Dios Todopoderoso se haya difundido rápidamente a toda la humanidad, a pesar de la reiterada represión, es una prueba irrefutable de la obra del Espíritu Santo que demuestra plenamente que “lo que es de Dios aumentará” y que, además, da testimonio a la humanidad de que Dios Todopoderoso es la segunda venida del Señor Jesús. El Relámpago Oriental es el camino verdadero.
Extracto del guion de la película de “Libres de la trampa”

¿Qué es la verdadera oración? ¿Cómo debemos orar para tener una verdadera conversación con Dios?

 
¿Qué es la verdadera oración? ¿Cómo debemos orar para tener una verdadera conversación con Dios?

Las palabras relevantes de Dios:

¿Qué es la verdadera oración? Es decirle a Dios lo que hay en tu corazón, tener comunión con Él al comprender Su voluntad, comunicarte con Dios a través de Sus palabras, sentirte especialmente cerca de Dios, sentir que Él está delante de ti y creer que tienes algo que decirle. Sientes que tu corazón está lleno de luz y lo encantador que es Dios. Te sientes especialmente inspirado y escucharte les da satisfacción a tus hermanos y hermanas. Sentirán que las palabras que dices son las que están dentro de sus corazones, las que ellos desean pronunciar, como si tus palabras sustituyeran a las suyas. Esta es la verdadera oración. Después de que hayas orado verdaderamente, tu corazón estará en paz y conocerá la satisfacción. La fuerza para amar a Dios puede surgir y sentirás que no hay nada con más valor o significado en la vida que amar a Dios. Todo esto prueba que tus oraciones han sido efectivas.
Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Y qué hay en cuanto al contenido de la oración? Tu oración debería proceder, paso a paso, de acuerdo al verdadero estado de tu corazón y la obra del Espíritu Santo; llegas a tener comunión con Dios de acuerdo con Su voluntad y con lo que Él exige al hombre. Cuando comiences la práctica de la oración, primero entrégale tu corazón a Dios. No intentes entender la voluntad de Dios; solo trata de decirle a Dios las palabras que están dentro de tu corazón. Cuando te presentes delante de Dios, habla de la siguiente manera: “¡Oh, Dios! Hoy me acabo de dar cuenta de que solía desobedecerte. Soy realmente corrupto y despreciable. Solo he malgastado mi vida. A partir de hoy, voy a vivir para Ti, voy a vivir una vida que tenga sentido y voy a satisfacer Tu voluntad. Que Tu Espíritu siempre obre en mí, y que siempre me ilumine y esclarezca. Permíteme dar un testimonio fuerte y rotundo delante de Ti. Permite que Satanás vea Tu gloria, Tu testimonio y la prueba de Tu triunfo manifestada en nosotros”. Cuando ores de esta manera, tu corazón será completamente liberado. Después de haber orado así, tu corazón estará más cerca de Dios, y si puedes orar de esta manera con frecuencia, el Espíritu Santo inevitablemente obrará en ti. Si siempre clamas a Dios así, y tomas tu determinación delante de Él, llegará el día en que tu determinación sea aceptable delante de Dios, cuando Él gane tu corazón y todo tu ser, y finalmente Dios te haga perfecto. La oración es de suma importancia para vosotros. Cuando oras y recibes la obra del Espíritu Santo, Dios conmueve tu corazón y surge la fuerza para amar a Dios. Si no oras con el corazón, si no abres tu corazón para tener comunión con Dios, entonces Dios no va a tener forma de obrar en ti. Si, habiendo orado y dicho las palabras de tu corazón el Espíritu de Dios no ha empezado Su obra y no has recibido inspiración, entonces esto demuestra que tu corazón carece de sinceridad, que tus palabras no son ciertas y que siguen siendo impuras. Si, habiendo orado, tienes un sentido de satisfacción, entonces tus oraciones han sido aceptables para Dios y el Espíritu de Dios está obrando en ti. Como alguien que sirve delante de Dios, no puedes estar sin orar. Si verdaderamente ves la comunión con Dios como algo significativo y valioso, ¿podrías entonces abandonar la oración? Nadie puede estar sin comunión con Dios. Sin la oración, vives en la carne, en la esclavitud de Satanás; sin la oración verdadera, vives bajo la influencia de la oscuridad. Espero que vosotros, hermanos y hermanas, podáis dedicaros a la oración sincera sin faltar un solo día. No se trata de cumplir las normas, sino de conseguir cierto resultado. ¿Estáis dispuestos a renunciar a un poco de sueño y disfrute para levantaros pronto para las oraciones matutinas y disfrutar las palabras de Dios? Si oras con un corazón puro y comes y bebes las palabras de Dios de esta manera, a Él le resultarás más aceptable. Si todas las mañanas haces esto, si todos los días practicas dándole tu corazón a Dios, comunicándote y comprometiéndote con Él, entonces tu conocimiento de Él seguramente aumentará y estarás mejor capacitado para captar la voluntad de Dios. Dices: “¡Oh, Dios! Estoy dispuesto a cumplir mi deber. Consagro todo mi ser solamente a Ti con el fin de que Tú seas glorificado en nosotros, y de que puedas disfrutar del testimonio de este grupo de personas. Te suplico que obres en nosotros para que yo pueda ser capaz de amarte y satisfacerte verdaderamente y buscarte como mi meta”. Cuando tengas esta carga, con toda seguridad Dios te perfeccionará. No deberías orar solo por tu bien sino también para hacer la voluntad de Dios y amarlo a Él. Esta es la clase de oración más verdadera. ¿Eres alguien que ora por hacer la voluntad de Dios?
Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

No se trata solo de hacer las cosas por inercia, seguir procedimientos o recitar las palabras de Dios. Es decir, orar no es repetir ciertas palabras como un loro ni es imitar a los demás. En la oración, se debe llegar a un estado en que se le entregue el corazón a Dios, en el que este se abra de par en par para que Dios lo conmueva. Si la oración ha de ser efectiva, entonces se debe basar en la lectura de las palabras de Dios. Solo al orar desde dentro de las palabras de Dios se puede recibir mayor esclarecimiento e iluminación. Las manifestaciones de una oración verdadera son: tener un corazón que anhela todo lo que Dios pide y además un deseo de cumplir lo que Él exige; detestar lo que Dios odia y sobre esta base ganar cierto entendimiento de ello y tener cierto conocimiento y claridad sobre las verdades que Dios explica. Donde hay determinación, fe, y una senda de práctica después de la oración, solo entonces se puede llamar verdadera oración y solo este tipo de oración puede ser efectiva. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el disfrute de las palabras de Dios, debe establecerse sobre la base de la comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón debe poder buscar a Dios y calmarse ante Él. Ese tipo de oración ya ha entrado en la etapa de la comunión verdadera con Dios.
Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando oras, debes tener un corazón tranquilo ante Dios y debes tener un corazón sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes intentar adular a Dios con palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere conseguir ahora mismo. Pídele a Dios que te conceda mayor iluminación y esclarecimiento, lleva tu estado actual y tus problemas delante de Su presencia cuando ores, incluyendo la resolución que tomaste ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios con un corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, para que tu corazón esté tranquilo ante Él con frecuencia; para que en el ambiente en el que te ha puesto, te conozcas, te desprecies y te abandones, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y convirtiéndote verdaderamente en alguien que ama a Dios.
Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

Lo mínimo que Dios exige del hombre es que le pueda abrir su corazón a Él. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de este, entonces Dios estará dispuesto a obrar en él. Lo que Dios quiere no es el corazón retorcido del hombre, sino un corazón puro y honesto. Si el hombre no le habla a Dios de corazón, entonces Dios no se lo conmueve ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial de la oración es hablarle a Dios de corazón, contarle tus defectos o tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él; solo entonces Dios estará interesado en tus oraciones, de lo contrario, Él te ocultará Su rostro. El criterio mínimo para la oración es que puedas mantener tu corazón en calma ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante esta fase, no obtienes una visión más nueva o alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar. Si no puedes lograr ni siquiera esto, entonces es la prueba de que tu vida espiritual no está en el camino correcto. Como resultado, no podrás aferrarte a la visión original que tenías, perderás la fe en Dios y por consiguiente tu determinación desaparecerá. Uno de los indicios de si has entrado o no en la vida espiritual es ver si tus oraciones están en el camino correcto. Todas las personas deben entrar en esta realidad; todas deben hacer la obra de formarse de manera consciente en la oración, no esperando con pasividad, sino buscando conscientemente que el Espíritu Santo las conmueva. Solo entonces serán personas que efectivamente buscan a Dios.
Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Cómo puede mantener la gente una relación con Dios? ¿Y en qué debe ampararse para ello? En suplicar a Dios, en orar a Dios y en comunicarse con Dios en su interior. Con una relación así, la gente vive constantemente ante Dios y está muy tranquila. Algunos se pasan el tiempo realizando acciones externas, ocupados en tareas externas. Tras uno o dos días sin vida espiritual, no notan nada; transcurridos tres o cinco días, o uno o dos meses, siguen sin notar nada; no han orado, suplicado ni tenido comunión espiritual. Suplicas cuando te ocurre algo y le pides a Dios que te ayude, te guíe, te provea, te dé esclarecimiento y te permita entender Su voluntad y saber qué hacer con arreglo a la verdad. El alcance de la oración es más amplio: a veces hablas en tu interior para contarle a Dios tus dificultades o tu negatividad y debilidad; y también oras a Dios cuando eres rebelde, o le hablas de las cosas que te suceden cada día, las tengas claras o no. Esto es orar. El alcance de la oración es, básicamente, hablar y abrirse a Dios. Algunas veces se hace con un horario regular, y otras no; puedes orar cuando y donde quieras. La comunión espiritual no es excesivamente formal. Unas veces la haces porque tienes un problema; otras, no. A veces contiene palabras; otras veces, no. Cuando tienes un problema, lo hablas con Dios y oras; cuando no tienes ningún problema, piensas en cómo Dios ama a la gente, en cómo se preocupa por ella y en cómo la reprende. Puedes tener comunión con Dios en cualquier momento o lugar. Esto es la comunión espiritual. En ocasiones, cuando estás por ahí y recuerdas algo que te molesta, no tienes que arrodillarte ni cerrar los ojos. Solo tienes que decirle a Dios dentro de ti: “Oh, Dios mío, te ruego que me guíes en esto. Soy débil, no puedo con ello”. Tu corazón se conmueve; no dices más que unas sencillas palabras y Dios ya sabe. A veces, es posible que extrañes tu hogar y digas: “¡Oh, Dios mío! Extraño mucho mi hogar...”. No dices a quién extrañas en concreto. Simplemente estás triste y le hablas de ello a Dios. Los problemas solamente pueden solucionarse cuando oras a Dios para decirle lo que sientes. ¿Es posible resolver los problemas hablando con otras personas? Está bien si encuentras a alguien que comprenda la verdad, pero, si no —si te encuentras con alguien negativo y débil—, podrías influirle. Si le hablas a Dios, Él te consolará y conmoverá. Si eres capaz de leer las palabras de Dios tranquilamente ante Él, podrás comprender la verdad y solucionar el problema. En las palabras de Dios hallarás un camino que te permitirá dejar atrás este pequeño obstáculo. No tropezarás con el obstáculo, que no te frenará ni repercutirá en tu cumplimiento del deber. Hay momentos en que, de pronto, te sientes algo triste o inquieto en tu interior. En esas ocasiones, no dudes en orar a Dios. Tal vez no le supliques, no desees que haga nada ni que te dé esclarecimiento; tan solo le hablas y te abres a Él en cualquier momento, estés donde estés. ¿Qué debes sentir en todo momento? “Dios siempre está conmigo, nunca me ha abandonado y puedo sentirlo. Allá donde esté o haga lo que haga —esté descansando, en una reunión o cumpliendo con el deber—, dentro de mí sé que Dios me lleva de la mano, que nunca me ha abandonado”. De vez en cuando, al recordar cómo has pasado cada día de los últimos años, notas que has crecido en estatura, que Dios te ha guiado, que el amor de Dios te ha protegido todo el tiempo. Mientras piensas en estas cosas, oras en tu interior para dar gracias a Dios: “¡Oh, Dios mío! ¡Gracias! Soy muy débil y frágil, hondamente corrupto. Si no me hubieras guiado de este modo, no habría llegado hasta aquí por mí mismo”. ¿Esto no es comunión espiritual? Si la gente es a menudo capaz de tener comunión de esta manera, ¿no tendrá mucho que decirle a Dios? No pasaría muchos días sin decirle algo a Dios. Cuando no tienes nada que decirle a Dios, Él está ausente de tu corazón. Si Dios está en tu corazón y tienes fe en Él, podrás contarle todo lo que sientas, incluidas esas cosas de las que les hablarías a tus confidentes. De hecho, Dios es tu máximo confidente. Si consideras a Dios tu máximo confidente, el familiar en quien más te apoyas, en el que más confías, del que más te fías, al que más te abres, el más cercano, entonces será imposible que no tengas nada que decirle a Dios. Si siempre tienes algo que decirle a Dios, ¿no vivirás constantemente ante Él? Si eres capaz de vivir constantemente ante Dios, en todo momento notarás cómo Él te guía, cómo te cuida y protege, cómo te brinda paz y gozo, cómo te bendice, cómo te da esclarecimiento y cómo te reprende, disciplina, corrige, juzga y castiga; todo esto te resultará obvio y evidente dentro de ti. No te limitarás a ir tirando cada día sin saber nada, solo diciendo que crees en Dios, cumpliendo con el deber y asistiendo a reuniones nada más que por las apariencias, leyendo las palabras de Dios y orando a diario, actuando por simple inercia: sencillamente, no harás este tipo de ceremonia religiosa externa. Por el contrario, en tu interior acudirás a Dios para orarle en todo momento, te comunicarás con Dios a todas horas y serás capaz de someterte a Él y de vivir ante Él.
Extracto de ‘Si no puedes vivir siempre delante de Dios, eres un incrédulo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

La Palabra de Dios Todopoderoso | Relativo a la Biblia (4)



La Palabra de Dios Todopoderoso | Relativo a la Biblia (4)

Muchas personas creen que entender y ser capaz de interpretar la Biblia es lo mismo que encontrar el camino verdadero, pero, de hecho, ¿son las cosas realmente tan simples? Nadie conoce la realidad de la Biblia: que no es nada más que un registro histórico de la obra de Dios, y un testimonio de las dos etapas anteriores de la misma, y que no te ofrece un entendimiento de los objetivos de la obra de Dios. Todo aquel que ha leído la Biblia sabe que documenta las dos etapas de la obra de Dios durante la Era de la Ley y la Era de la Gracia. El Antiguo Testamento registra la historia de Israel y la obra de Jehová desde la época de la creación hasta el final de la Era de la Ley. El Nuevo Testamento registra la obra de Jesús en la tierra, que se encuentra en los Cuatro Evangelios, así como la obra de Pablo. ¿No son, estos, registros históricos? Mencionar hoy las cosas del pasado las convierte en historia, y no importa cuán verdaderas o reales puedan ser, siguen siendo historia, y la historia no puede ocuparse del presente, ¡porque Dios no mira atrás en la historia! Así pues, si sólo entiendes la Biblia y no entiendes nada de la obra que Dios pretende hacer hoy, y, si crees en Dios, pero no buscas la obra del Espíritu Santo, entonces no entiendes lo que significa buscar a Dios. Si lees la Biblia con el fin de estudiar la historia de Israel, de investigar la historia de la creación de todos los cielos y la tierra por parte de Dios, entonces no crees en Dios. Pero hoy, como crees en Él y buscas la vida, como persigues el conocimiento de Dios y no letras y doctrinas muertas ni un entendimiento de la historia, debes buscar la voluntad de Dios de hoy, así como la dirección de la obra del Espíritu Santo. Si fueras arqueólogo podrías leer la Biblia, pero no lo eres. Eres uno de esos que creen en Dios, y más te vale buscar Su voluntad de hoy. Al leer la Biblia entenderás, como máximo, un poco de la historia de Israel, aprenderás sobre la vida de Abraham, David y Moisés; averiguarás cómo veneraban a Jehová, cómo Él quemaba a quienes se le oponían, y cómo hablaba a las personas de esa era. Sólo averiguarás cosas sobre la obra de Dios en el pasado. Los registros de la Biblia tienen relación con cómo veneraba a Dios el antiguo pueblo de Israel y cómo vivía este bajo la guía de Jehová. Como los israelitas eran el pueblo escogido de Dios, en el Antiguo Testamento puedes ver la lealtad a Jehová de todo el pueblo de Israel; cómo todos aquellos que obedecían a Jehová recibían Su cuidado y bendición; puedes aprender que cuando Dios obró en Israel estaba lleno de misericordia y amor, y también poseía llamas consumidoras, y que todos los israelitas, desde los humildes hasta los poderosos, veneraban a Jehová, y, por tanto, Dios bendecía a todo el país. Esa es la historia de Israel recogida en el Antiguo Testamento.
La Biblia es un registro histórico de la obra de Dios en Israel, y documenta muchas de las predicciones de los antiguos profetas, así como algunas de las declaraciones de Jehová en Su obra en aquel momento. Por tanto, todas las personas consideran este libro como santo (porque Dios es santo y grande). Por supuesto, todo esto es resultado de su reverencia por Jehová y su adoración a Dios. Las personas se refieren así a este libro, sólo porque las creaciones de Dios muestran una gran veneración y adoración a su Creador, y están incluso aquellos que catalogan a este libro como un libro celestial. En realidad, es simplemente un registro humano. Jehová no lo tituló ni guio su creación personalmente. Es decir, el autor de este libro no es Dios, sino los hombres. La Santa Biblia sólo es el título respetuoso que el hombre le dio. No fue decidido por Jehová y Jesús tras un debate entre Ellos; no es nada más que una idea humana. Porque Jehová no escribió este libro, y, mucho menos, Jesús, sino que son los relatos transmitidos por muchos antiguos profetas, apóstoles y videntes, recopilados por generaciones posteriores en un libro de escritos antiguos que, para las personas, parece especialmente santo; un libro que, en su opinión, contiene muchos misterios insondables y profundos que están esperando ser descubiertos por generaciones futuras. Así pues, las personas están aún más dispuestas a creer que este libro es un libro celestial. Con la incorporación de los Cuatro Evangelios y el Libro del Apocalipsis, la actitud de las personas hacia él es particularmente diferente de la que tienen hacia cualquier otro libro y, por tanto, nadie se atreve a diseccionar este “libro celestial”, porque es demasiado “sagrado”.
¿Por qué, tan pronto como las personas leen la Biblia, son capaces de encontrar una senda apropiada en la cual practicar? ¿Por qué pueden obtener muchas cosas que eran incomprensibles para ellas? Hoy, estoy diseccionando la Biblia de esta forma y eso no significa que la aborrezca, o que niegue su valor como referencia. Te estoy explicando y aclarando el valor inherente y los orígenes de la Biblia para que no sigas atrapado en las tinieblas. Porque las personas tienen muchas opiniones sobre ella, y la mayoría de ellas son equivocadas;
leer la Biblia de esta forma no sólo evita que obtengan lo que deberían, sino, más importante, obstaculiza la obra que pretendo hacer. Interfiere tremendamente con la obra del futuro, y sólo ofrece inconvenientes, no ventajas. Por tanto, lo que te estoy enseñando es simplemente la esencia y la historia interna de la Biblia. No te estoy pidiendo que no la leas o que vayas por ahí proclamando que está desprovista de valor, sino sólo que tengas el conocimiento y la opinión correctos de ella. ¡No seas demasiado parcial! Aunque la Biblia es un libro de historia escrito por los hombres, también documenta muchos de los principios por los cuales los antiguos santos y profetas servían a Dios, así como las experiencias de los apóstoles recientes en su servicio a Él, todo lo cual vieron y conocieron verdaderamente estas personas, y puede servir de referencia para las personas de esta era en su búsqueda del camino verdadero. Por tanto, al leer la Biblia, las personas también pueden obtener muchos caminos de vida que no pueden encontrarse en otros libros. Estos caminos son los caminos de vida de la obra del Espíritu Santo, experimentados por profetas y apóstoles en eras pasadas, y muchas de las palabras son valiosas y pueden proveer lo que las personas necesitan. Así pues, a todas las personas les gusta leer la Biblia. Como hay tanto oculto en ella, las opiniones de las personas sobre ella son diferentes de las que tienen sobre los escritos de grandes figuras espirituales. La Biblia es un registro y una recopilación de las experiencias y el conocimiento de personas que sirvieron a Jehová y a Jesús en la antigua era y en la nueva; así, las generaciones posteriores han sido capaces de obtener de ella mucho esclarecimiento, iluminación y sendas de práctica. La razón por la que la Biblia es más elevada que los escritos de cualquier gran figura espiritual es que sus escritos se basan en la Biblia, todas sus experiencias proceden de ella, y todos la explican. Así pues, aunque las personas puedan obtener provisión de los libros de cualquier gran figura espiritual, siguen adorando la Biblia, ¡porque parece muy elevada y profunda para ellos! Aunque la Biblia reúne algunos de los libros de las palabras de vida, como las epístolas de Pablo y de Pedro, y, aunque estos libros pueden proveer a las personas y ayudarles, los mismos siguen siendo obsoletos, siguen perteneciendo a la era antigua, y por muy buenos que sean, sólo son apropiados para un período, y no son eternos. Y es que la obra de Dios siempre está desarrollándose, y no puede simplemente detenerse en la época de Pablo y Pedro, o permanecer siempre en la Era de la Gracia en la que Jesús fue crucificado. Por tanto, estos libros sólo son apropiados para la Era de la Gracia, no para la Era del Reino de los últimos días. Sólo pueden proveer para los creyentes de la Era de la Gracia, no para los santos de la Era del Reino, y, por muy buenos que sean, siguen siendo obsoletos. Ocurre lo mismo con la obra de creación de Jehová o Su obra en Israel: por muy grande que fuera, llegaría a estar obsoleta, y llegaría el tiempo en el que esto pasaría. La obra de Dios también es igual: es grande, pero llegará un momento en el que termine; no siempre puede permanecer en medio de la obra de la creación ni entre la de la crucifixión. No importa cuán convincente fue la obra de la crucifixión ni lo efectiva que fue para derrotar a Satanás; la obra sigue siendo, después de todo, obra, y las eras siguen siendo, después de todo, eras. La obra no siempre puede permanecer sobre la misma base ni los tiempos pueden permanecer inmutables, porque existió la creación y también existirán los últimos días. ¡Es inevitable! Por consiguiente, las palabras de vida del Nuevo Testamento —las epístolas de los apóstoles y los Cuatro Evangelios— han pasado a ser hoy libros históricos, viejos almanaques, y ¿cómo podrían los viejos almanaques llevar a las personas a la nueva era? Independientemente de lo capaces que sean estos almanaques de proveer vida a las personas y de llevarlas a la cruz, ¿acaso no están obsoletos? ¿No están desprovistos de valor? Por tanto, digo que no deberías creer ciegamente en estos almanaques. Son demasiado antiguos, no pueden llevarte a la nueva obra y sólo pueden ser una carga para ti. No sólo no pueden llevarte a la nueva obra y a una nueva entrada, sino que te conducen a viejas iglesias religiosas; si así fuera, ¿no estarías retrocediendo en tu creencia en Dios?
Lo que la Biblia documenta es la obra de Dios en Israel, incluyendo parte de lo que hizo el pueblo escogido de Israel. A pesar de que hubo una selección de las partes que serían incluidas u omitidas, y aunque el Espíritu Santo no lo aprobó, aun así, no se le atribuyó culpa. La Biblia es, simplemente, una historia de Israel, que también es una historia de la obra de Dios. Las personas, los asuntos y las cosas que recoge fueron, todos, reales, y nada sobre ellos tenía un significado simbólico, aparte, por supuesto, de las profecías de Isaías, Daniel y de otros profetas, o el libro de las visiones de Juan. Las primeras personas de Israel eran entendidas y cultas; su conocimiento y su cultura antiguos eran bastante avanzados y, por tanto, lo que escribieron estaba a un nivel más alto de lo que escriben las personas de hoy. En consecuencia, que pudieran escribir estos libros no debería ser una sorpresa, porque Jehová había hecho mucha obra entre ellos, y habían visto mucho. David contempló los actos de Jehová con sus propios ojos, los experimentó personalmente y vio muchas de las señales y maravillas, y, así, escribió todos esos salmos en alabanza a los actos de Jehová. Ellos fueron capaces de escribir estos libros bajo determinadas circunstancias, no porque tuvieran un talento excepcional. Alababan a Jehová porque lo habían visto. Si no habéis visto nada de Jehová, y no sois conscientes de Su existencia, ¿cómo podríais alabarlo? Si no habéis contemplado a Jehová, entonces no sabréis alabarlo, ni adorarlo; mucho menos, seréis capaces de escribir cánticos ensalzándolo, e, incluso si se os pidiera que inventarais algunos actos de Jehová, no seríais capaces de hacerlo. Que hoy podáis alabar a Dios y amarlo se debe también a que lo habéis visto, y también habéis experimentado Su obra, y, si vuestro calibre mejora, ¿no seréis vosotros también capaces de escribir poemas de alabanza a Dios, como David?
Entender la Biblia, la historia, pero no lo que el Espíritu Santo está haciendo hoy, ¡eso es incorrecto! Has hecho muy bien en estudiar historia, has hecho un trabajo tremendo, pero no entiendes nada de la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo hoy. ¿No es esto estupidez? Otras personas te preguntan: “¿Qué está haciendo Dios hoy? ¿En qué deberías entrar? ¿Cómo va tu búsqueda de la vida? ¿Entiendes
la voluntad de Dios?”. No tendrás respuesta para lo que preguntan; ¿qué sabes entonces? Dirás: “Sólo soy consciente de que debo darle la espalda a la carne y conocerme a mí mismo”. Y si preguntan: “¿De qué otra cosa eres consciente?”, responderás que también sabes cómo obedecer todas las disposiciones de Dios y que entiendes un poco de la historia de la Biblia, y eso es todo. ¿Eso es todo lo que habéis obtenido de creer en Dios todos estos años? Si eso es todo lo que entiendes, te faltan muchas cosas. Así pues, vuestra estatura actual es, en esencia, incapaz de lograr lo que Yo os exijo, y las verdades que entendéis y vuestros poderes de diferenciación son demasiado exiguos; es decir, ¡vuestra creencia es demasiado superficial! Debéis equiparos con más verdades, necesitáis más conocimiento, debéis ver más, y sólo entonces seréis capaces de difundir el evangelio, ¡porque esto es lo que deberíais lograr!

De “La Palabra manifestada en carne”

El arrepentimiento de una hipócrita


El arrepentimiento de una hipócrita

Por Xinrui, Corea del Sur

Dios Todopoderoso dice: “Servir a Dios no es una tarea sencilla. Aquellos cuyo carácter corrupto permanece inalterado no pueden servir nunca a Dios. Si tu carácter no ha sido juzgado ni castigado por las palabras de Dios, entonces tu carácter aún representa a Satanás, lo que prueba que sirves a Dios por tus buenas intenciones, que tu servicio está basado en tu naturaleza satánica. Tú sirves a Dios con tu temperamento natural y de acuerdo con tus preferencias personales. Es más, siempre piensas que las cosas que estás dispuesto a hacer son las que le resultan un deleite a Dios, y que las cosas que no deseas hacer son las que son odiosas para Dios; obras totalmente según tus propias preferencias. ¿Puede esto llamarse servir a Dios? En última instancia, tu carácter de vida no cambiará ni un ápice; más bien, tu servicio te volverá incluso más obstinado, haciendo así que se arraigue profundamente tu carácter corrupto, y de esta manera, desarrollarás reglas en tu interior sobre el servicio a Dios que se basan principalmente en tu propio temperamento, y experiencias derivadas de tu servicio según tu propio carácter. Estas son las experiencias y lecciones del hombre. Es la filosofía del hombre de vivir en el mundo. Personas como estas se pueden clasificar como fariseos y funcionarios religiosos. Si nunca despiertan y se arrepienten, seguramente se convertirán en los falsos Cristos y los anticristos que engañan a las personas en los últimos días. Los falsos Cristos y los anticristos de los que se habló surgirán de entre esta clase de personas” (‘La forma religiosa de servicio debe prohibirse’ en “La Palabra manifestada en carne”). Este pasaje de las palabras de Dios solía hacerme pensar en los hipócritas fariseos, en los hipócritas miembros del clero y en todos los malvados anticristos obsesionados con el estatus. Creía que Dios hablaba de ellos. Sabía en principio que Dios revelaba algo que está en todos nosotros, y que yo también tenía esa clase de carácter corrupto. Pero no tenía un entendimiento genuino de mí misma, por eso, a veces, los fariseos, los anticristos y los impostores parecían algo muy lejano a mí. Yo no era así y nunca habría llegado a ese punto. Hacía años que era creyente, hacía buenas cosas y había pagado un precio en mi deber. Sin importar qué deber me asignara la iglesia, yo obedecía y lo llevaba a cabo. Además, no luchaba por convertirme en líder, cumplía con mi deber, tuviera estatus o no. ¿Cómo podía convertirme en un anticristo, en una impostora? Pero, de hecho, yo vivía por completo dentro de mis nociones e imaginaciones, y luego, frente a los hechos, mis nociones fueron subvertidas.

Me fui para asumir la responsabilidad de la obra de evangelio de una iglesia fuera de la ciudad. Esa parte de su obra empezó a repuntar pronto, y los líderes me valoraban de verdad. A veces, me buscaban para hablar de otros aspectos de su obra, para consultarme. Además, hacía mucho que yo creía y podía sufrir las adversidades por mi deber, por eso, los hermanos y las hermanas me admiraban. Yo también consideraba que estaba en un pedestal. Hacía muchos años que era creyente, y estaba a cargo, por eso, pensaba que no podía ser como los otros, que debía parecer mejor que ellos. Creía que no podía revelar más corrupción que la que revelaban ellos, que no podía mostrar debilidad ni negatividad como ellos. De otro modo, ¿qué pensarían de mí? ¿No dirían que mi estatura era muy pequeña, incluso tras todos mis años de fe, y me despreciarían? Después, una líder me trató por violar los principios en mi deber. Dijo que aún me faltaba entender las cosas tras tantos años como creyente y que carecía de la realidad de la verdad. Me sentí muy avergonzada y desgraciada, pero no reflexioné sobre mi propia corrupción y mis propios defectos ni busqué la verdad para compensar mis deficiencias. En cambio, escupía muchas palabras vacías y doctrina, fingía conocerme y actuaba como una persona espiritual para cubrir que carecía de la realidad de la verdad.

Recuerdo que, una vez, un colaborador que creía en el Señor dijo que quería investigar el camino verdadero. La líder me dijo que fuera de inmediato a dar testimonio de la obra de los últimos días de Dios. Dije que iría, pero descubrí que él tenía muchas nociones que eran difíciles de resolver. En esa época, yo estaba muy ocupada, por lo que dejé la tarea de lado por el momento. Un par de semanas después, la líder me preguntó: “¿Por qué no has compartido testimonio con él tras todo este tiempo? Quiere investigar el camino verdadero y lidera a muchos creyentes que ansían el regreso del Señor. ¿Por qué no le has dado testimonio de la obra de los últimos días de Dios aún?”. Como me sentía un poco culpable, me apresuré a explicarme y dije: “No pude porque surgieron otras cosas”. La líder se enfureció cuando oyó esto, dijo que yo era irresponsable y despreocupada en mi deber, que era lenta y que había entorpecido seriamente nuestra obra de evangelio. Me regañó muy duramente. Había muchos hermanos y muchas hermanas en ese momento, y yo sentía que me quemaba la cara. Pensé: “¿No podías dejarme algo de dignidad y no ser tan dura conmigo? Sé que me equivoqué, ¿no puedo ir a compartir el evangelio con él ahora? No hace falta tratar conmigo tan severamente”. También lo justificaba ante mí misma, pensaba que no era holgazana, que mis días estaban muy ocupados por predicar el evangelio desde el amanecer hasta el anochecer. Pero ella dijo que yo solo actuaba por inercia y era irresponsable. ¿Qué más podían pedirme? Sentía que mi deber era muy difícil. Tras esa reunión, me escondí en mi habitación y lloré mucho. Me sentía perjudicada y negativa, estaba llena de errores con respecto a Dios. Un sentimiento traicionero surgió en mí. Pensé que, como la líder había sido tan dura conmigo, Dios debía detestarme, entonces, ¿cómo podría seguir cumpliendo ese deber? Tal vez debería asumir la culpa, aguantarme y renunciar, para que la obra de la casa de Dios no fuera retrasada, y yo no cumpliría una tarea ingrata. Lloraba desconsoladamente y sentía que no estaba en el estado correcto. Hacía muchos años que era creyente, y, en el momento en que me trataron de forma dura, no pude soportarlo. Razonaba y competía con Dios, e incluso quería rendirme. No tenía nada de verdadera estatura. Recordé las palabras de Dios, que hay que permanecer leales en nuestros deberes, incluso si el cielo se caía. Pensar en esto me estimuló. No importaba qué pensaran de mí Dios o la líder, no podía desmoronarme, debía enfrentar el desafío sin importar cuán difícil fuera mi deber. Cuando lo pensé de ese modo, no me sentí tan miserable. Enseguida limpié mis lágrimas y fui a hablar con los hermanos y las hermanas. A los pocos días, ya había llevado a ese compañero al redil. Pero, después de eso, no busqué la verdad con seriedad ni reflexioné sobre mis problemas. En cambio, insistía en seguir con mi deber de acuerdo con mi propia consciencia y mi voluntad. Pensaba que tenía algo de estatura y práctica.

De hecho, la líder me trató por ser irresponsable, por buscar la salida fácil y por no hacer la obra práctica. Eran problemas muy graves. Dirigía nuestra obra de evangelio, y cuando veía a alguien con muchas nociones, no estaba dispuesta a abocarme a la enseñanza y a dar testimonio. Solo lo dejaba de lado y dejaba que pasara medio mes. ¡Eso retrasaba a mucha gente que buscaba el camino verdadero y que daba la bienvenida al regreso del Señor! Ser tan despreocupada en mi deber era resistir a Dios y ofender Su carácter. Nunca parecía estar desocupada y podía pagar un precio en mi deber, pero cuando enfrentaba un desafío, no podía concentrarme en buscar la verdad para resolver el problema y cumplir bien con mi deber. En cambio, retrocedía y hacía lo que quería, dejaba de lado la comisión de Dios despreocupadamente. ¿Acaso eso era devoción? La líder habló de mi actitud informal e irresponsable en mi deber y sobre mi astuto carácter satánico, y dijo que no era la primera vez que yo hacía algo así. La líder lo diseccionó para mí para que yo pudiera conocerme, arrepentirme y cambiar, pero yo no reflexioné sobre mí misma genuinamente ni vi dónde estaba la raíz de mis problemas. Actuaba como si aceptara que me podaran y trataran, pero no tenía una verdadera comprensión de mí misma. Por eso decía cosas vacías y doctrinas en la reunión y luego fingía haber ganado conciencia sobre mí misma. Decía que era irresponsable en mi deber y retrasaba la obra de la casa de Dios, la perjudicaba en serio. La líder tenía razón en su reprimenda. La líder mencionaba cosas de mi naturaleza, mi carácter satánico, por eso yo no podía analizar lo bueno y lo malo de lo que había hecho. Pero yo nunca hablaba de lo que había hecho mal, la naturaleza y las consecuencias de mis acciones ni la clase de carácter corrupto que revelaba en la actitud informal hacia mi deber, ni qué tipo de pensamiento absurdo y nociones tenía. No les prestaba atención a estos aspectos más detallados. ¿De qué hablaba, entonces? De cómo me apoyaba en Dios y entraba desde lo positivo. Hablaba mucho sobre este tipo de entendimientos positivos. Dije que me sentí negativa y me quejé cuando me trataron, y que quería tirar la toalla, pero pensar en las palaras de Dios me inspiró de verdad, y sentí que no podía desmoronarme. Dios había obrado mucho en mí y me había dado mucho, yo debía tener consciencia y no podía defraudarlo. Pensé que, sin importar cómo me podaran y me trataran, sin importar cuán difícil fuera mi deber, debía hacerlo bien, y que la líder me trataba para que reflexionara sobre mí misma y me conociera, para que me arrepintiera y cambiara. Cuando los demás oyeron esto, no tenían discernimiento sobre mis problemas y mi corrupción, y no creían que yo hubiera dañado mucho la obra de la casa de Dios. En cambio, sintieron que la líder era muy dura conmigo, que me podaban y trataban conmigo por un pequeño error en mi trabajo. Fueron muy empáticos y comprensivos. Cuando vieron que no me había vuelto negativa después de que trataran conmigo tan duramente, sino que seguí esforzándome en mi deber, sintieron que de verdad entendía la verdad y tenía estatura. De verdad me admiraban y adulaban. En ese momento, algunos dijeron que el hecho de que me mantuviera firme y siguiera con mi deber cuando el trato conmigo había sido tan severo era admirable. Y algunos dijeron que mi deber no era para nada fácil, que no solo le dedicaba toda mi energía, sino que además, cuando cometía un error, me reprendían. Vieron que limpiaba mis lágrimas y volvía a mi deber de inmediato, y dijeron que ellos se habrían desmoronado mucho antes y que no tenían tanta estatura. Escuchaban mi enseñanza y no comprendían el camino de práctica para aceptar el trato y la poda, ni que la poda y el trato eran el amor y la salvación de Dios. En cambio, malinterpretaron a Dios, levantaron la guardia y se distanciaron de Dios al acercarse más a mí. Después de eso, trataron conmigo algunas veces más, y siempre sucedió lo mismo. Yo siempre hablaba de doctrinas literales, fingía espiritualidad y autoconocimiento, fingía tener estatura y practicidad, y engañaba a los hermanos y las hermanas. Estaba totalmente inconsciente, totalmente insensible, y estaba muy orgullosa de mí misma por soportar todo eso. Era increíblemente autocomplaciente y sentía que tenía estatura y la realidad de la verdad. Cada vez era más arrogante y más segura de mí misma.

Una vez, un hermano señaló algunos problemas en mi deber. Me negué a aceptarlo, me quejé de que él buscaba problemas, que estaba siendo muy detallista. Estaba muy enojada con él. Pero temía que alguien viera cuán arrogante era tras haber sido creyente tantos años y que pensara mal de mí. También temí que la líder se enterara y dijera que yo no podía aceptar la verdad, por lo que fingí y me obligué a no quejarme. Con calma, le dije: “Hermano, dime todos los problemas que ves aquí, y hablaremos de cada uno de ellos. Si no podemos solucionarlos, podemos hablar con un líder”. Él hizo una lista de mis problemas, y yo expliqué mi excusa para cada uno. Al final, había explicado la mayoría de los problemas que él había mencionado y, como creía que el problema estaba resuelto, me sentí muy complacida. Pero él no se sentía cómodo, por lo que lo discutió con una líder. Algunos de los temas que había mencionado eran problemas reales, y, cuando la líder se enteró, trató conmigo y me podó delante de todos. Dijo que yo era arrogante y que no podía aceptar las sugerencias de los demás, que no tenía principios en mi deber y que, tras tantos años de fe, aún carecía de la realidad de la verdad. Dijo que yo no podía resolver ningún problema práctico, que era ciegamente arrogante y totalmente irracional. Escuchar esto fue duro, pero no estaba totalmente convencida. Pensé: “Soy arrogante y a veces soy segura de mí misma, pero puedo aceptar algunas sugerencias, no soy tan arrogante”.

Una vez más, quedé expuesta en una reunión de trabajo poco después. La líder descubrió que estaba procrastinando en la obra que estaba a mi cargo y me preguntó: “¿Por qué eres tan ineficiente en esto? ¿Cuál es el problema? ¿Puedes hacerlo mejor?”. Mi respuesta fue: “No, no puedo”. Sentí que la líder no entendía nuestra situación real, que esperaba demasiado. Después, nos leyó algunas palabras de Dios y compartió enseñanza sobre la importancia de difundir el evangelio. También dijo que teníamos poco tiempo y que debíamos mejorar nuestra eficiencia. No aprendí nada de lo que ella tenía para decir. Solo me aferré a mis propias nociones y a mi propia experiencia, pensando: “De verdad no puedo mejorar nuestra eficiencia”. Tranquilamente, les pregunté a los hermanos y a las hermanas que estaban a mi lado: “¿Ustedes creen que podemos?”. Mi motivo para preguntarles esto era ponerlos de mi lado, que dijeran lo mismo que yo, defenderme de la líder y mantener el paso lento. Era muy obvio, pero yo no estaba consciente en absoluto. Ellos no tenían discernimiento sobre mí. Podría decirse que no aplicaban nada de discernimiento. Todos se pusieron de mi lado y me siguieron.

Después, como yo era arrogante e ineficiente en mi deber, y no solo no dirigía bien la obra del equipo, sino que la dificultaba, me sacaron de mi deber. Pero, para mi sorpresa, cuando llegó el momento de volver a elegir líderes de equipo, los hermanos y las hermanas me votaron, y el voto fue unánime. Oí que algunos decían que, si me sacaban, todo el equipo se desmoronaría y ¿quién más podía dirigir ese equipo? Entonces me di cuenta de que tenía un problema grave, que todos me escuchaban y apoyaban a pesar de la forma en que trabajaba. Todos me votaron aunque la líder me había sacado, incluso lucharon para que me trataran de modo justo. Había llevado a los hermanos y a las hermanas por el mal camino.

Pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “En lo que respecta a todos vosotros, si se os entregaran las iglesias en un área y nadie os supervisara durante seis meses, empezaríais a descarriaros. Si nadie te supervisara durante un año, las alejarías y descarriarías. Si pasaran dos años y siguiera sin haber alguien que te supervisara, las llevarías delante de ti. ¿Por qué ocurre esto? ¿Alguna vez habéis considerado esta pregunta? ¿Podríais actuar así? Vuestro conocimiento sólo puede proveer a las personas durante un cierto tiempo. Conforme pasa el tiempo, si sigues diciendo lo mismo, algunas personas podrán darse cuenta; dirán que eres demasiado superficial, que verdaderamente careces de profundidad. La única opción que tendrás será intentar engañar a las personas predicando doctrinas. Si siempre actúas así, los que están por debajo de ti seguirán tus métodos, tus pasos y tu modelo para creer en Dios y experimentar, y pondrán esas palabras y doctrinas en práctica. Al final, como sigues predicando y predicando, llegarán a usarte como ejemplo. Hablas de doctrinas cuando guías a las personas, así que los que están por debajo de ti aprenderán doctrinas de ti y, conforme las cosas avancen, habrás tomado el camino equivocado. Quienes están por debajo de ti tomarán el camino que tú tomes; todos aprenderán de ti y te seguirán, así que tú sentirás: ‘Soy poderoso ahora; muchas personas me escuchan y la iglesia está a mi entera disposición’. Esta naturaleza de traición dentro del hombre hace que, sin darte cuenta, conviertas a Dios en una mera figura decorativa, y que tú mismo formes entonces algún tipo de denominación. ¿Cómo surgen diferentes denominaciones? Lo hacen de esta manera. Mira a los líderes de cada denominación: son todos arrogantes y farisaicos y sus interpretaciones de la Biblia carecen de contexto y están guiadas por sus propias imaginaciones. Todos confían en los dones y la erudición para hacer su obra. Si fueran incapaces de predicar nada, ¿les seguirían las personas? Después de todo, poseen cierto conocimiento y pueden predicar sobre cierta doctrina o saben cómo convencer a los demás y cómo usar algunos artificios. Los usan para llevar a las personas ante ellos y engañarlas. Esas personas creen en Dios sólo de nombre, pero, en realidad, siguen a sus líderes. Cuando se encuentran con alguien que predica el camino verdadero, algunos de ellos dicen: ‘Tenemos que consultarle a nuestro líder respecto a nuestra creencia’. Un ser humano es el medio de su fe en Dios. ¿No es esto un problema? ¿En qué se han convertido, pues, esos líderes? ¿Acaso no se han vuelto fariseos, falsos pastores, anticristos y obstáculos para que las personas acepten el camino verdadero? Esas personas son de la misma clase que Pablo” (‘Solo buscar la verdad es creer verdaderamente en Dios’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Por las palabras de Dios, veía que era exactamente el tipo de fariseo que Él expone, que tenía un carácter satánico malvado y astuto, y que mi conducta había llegado a un punto en que engañaba y controlaba a otros, dejando de lado a Dios. Pensé en los hipócritas fariseos y en los hipócritas miembros del clero que solo hablan de la doctrina y actúan como si se esforzaran para engañar a la gente. Dicen que le deben a Dios y parecen muy humildes y conscientes de sí mismos, pero siempre muestran a cuánto renunciaron por el Señor, cuánto sufren y cuánta obra han hecho. Como consecuencia, los creyentes los adoran y creen que todo lo que dicen está en línea con la voluntad del Señor. No tienen nada de discernimiento sobre ellos. Incluso creen que obedecerlos es obedecer al Señor. Eso es creer en el Señor de palabra, pero seguir al clero en la realidad. ¿En qué se diferenciaba la senda que yo tomaba de la senda de los fariseos y de los clérigos? También me concentraba en la doctrina y en sacrificios superficiales para que los hermanos y las hermanas pensaran que estaba dedicada a mi deber. Cuando trataron conmigo, no busqué la verdad ni reflexioné sobre mí misma. Solo dije lo que parecía correcto para engañar a todos para que pensaran que me sometía a eso, que tenía estatura, para que me adoraran y me escucharan. Incluso logré que desafiaran conmigo los requisitos de Dios. Yo era la que detentaba el poder en realidad. ¿Qué me diferenciaba de un anticristo? No era una líder y no tenía ninguna posición elevada. Solo compartía la responsabilidad de parte de la obra con otras dos hermanas bajo la supervisión de la líder, pero, incluso así, mi problema se había agravado mucho. Si llegaba a una posición en la que era la única responsable por algo, odio pensar en el gran mal que podría haber hecho. Pensé que, como hacía mucho que creía, seguía cumpliendo con mi deber a pesar de las dificultades o pruebas que enfrentara, tenía buena humanidad y nunca luchaba por convertirme en líder, nunca me convertiría en una farisea o en un anticristo. Pero, cuando me enfrentaron con los hechos, quedé perpleja y no tuve nada que decir. Finalmente, vi cuán absurdas y dañinas era mis nociones, y cuán malvado, cuán atemorizante era mi carácter. Vi que, como creyente, no buscaba la verdad y no aceptaba ni me sometía a que Dios me juzgara, me castigara, tratara conmigo o me podara. No reflexionaba sobre mi naturaleza satánica ni la conocía a la luz de las palabras de Dios. Me alcanzaba con obedecer superficialmente y aceptar de palabra. Pero, sin importar cuán buena u obediente pareciera ser, en cuanto surgía la oportunidad, mi naturaleza satánica de traicionar a Dios aparecía, y yo, inconscientemente, cometía un mal del que no estaba siquiera al tanto. Era en verdad como Dios dice: “que me traicionéis sigue siendo del cien por ciento”.

Dios sabía cuán corrupta por Satanás estaba, cuán insensible y cuán terca era. No podía lograr el cambio solo por conocer un poco sobre mí misma. Después, los hermanos y las hermanas me expusieron y trataron conmigo. Recuerdo que una vez, una hermana me dijo, sin delicadeza: “Ahora tengo algo de discernimiento sobre ti. Casi nunca enseñas sobre tus pensamientos íntimos ni revelas tu propia corrupción. Solo hablas de tu entrada positiva y sobre tu entendimiento positivo, como si tu corrupción estuviera completamente resuelta, como si estuvieras libre de ella”. También dijo que solía adorarme, que pensaba que era una creyente de larga data que entendía la verdad, que yo sabía cómo experimentar muchas cosas y que podía sufrir y pagar el precio en mi deber, y que, sobre todo, podía aceptar que trataran conmigo y me podaran de modo severo. Por eso me admiraba. Pensaba que todo lo que yo decía era correcto y siempre me escuchaba, prácticamente, me daba el lugar de Dios en su corazón. Oírla decir que me veía casi como a Dios fue como si me golpeara un rayo. Me asusté mucho y sentí mucha resistencia. Pensé: “Si eso es cierto, ¿no me he convertido en un anticristo? ¿Cómo puedes ser tan estúpida y no tener nada de discernimiento? También estoy corrompida por Satanás, ¿cómo pudiste verme así?”. Durante días, estuve devastada. Me sentía abatida cada vez que pensaba en lo que me había dicho y tenía una extraña sensación de terror, de que algo horrible me acechaba. Sabía que era la ira de Dios hacia mí, que Su carácter justo caería sobre mí, y que debía aceptar las consecuencias por hacer tal maldad. Sabía que el carácter de Dios no toleraba ninguna ofensa y sentía que, probablemente, Dios ya me había condenado, por eso mi senda de fe llegaba a su fin. Al pensar eso, no podía evitar llorar. Nunca imaginé que yo, alguien que no parecía hacer grandes maldades ni nada realmente malo, pudiera llegar a un punto tan grave. No solo engañaba a las personas con doctrinas, también las llevé a adorarme como si fuera Dios. Eso era convertir a Dios en una figura vacía y ofendía de verdad el carácter de Dios. Me sentía muy negativa, y mis transgresiones y acciones malvadas parecían estar quemadas en mi corazón. Sentía que era igual que un fariseo, que un anticristo, que era de Satanás, una hacedora de servicio que sería eliminada. No entendía cómo me había dejado llegar a ese punto. En mi lamento, fui ante Dios, arrepentida, y dije: “Dios, he hecho grandes maldades. He ofendido Tu carácter y ¡debería ser maldecida y castigada! No pido Tu perdón, solo pido que me esclarezcas para que pueda comprender mi naturaleza satánica y pueda ver la verdad de mi corrupción por Satanás. Dios, deseo arrepentirme, ser honesta y recta”.

En los días siguientes, empecé a reflexionar sobre por qué había llegado a un lugar tan terrible y dónde estaba la raíz del problema. Una vez, leí esto en mis devocionales: “Por tanto, ¿de qué personalidad se invisten los anticristos? ¿Quiénes fingen ser? Suplantan la personalidad, naturalmente, para conseguir estatus y reputación. No se puede disociar la suplantación de esas cosas; de lo contrario, ellos no podrían fingir de esa manera, no sería posible que cometieran semejante necedad. Dado que dicha conducta se considera bochornosa, abominable y repulsiva, ¿por qué la llevan a cabo de todos modos? Sin duda, tienen unos objetivos y motivaciones, unas intenciones y motivaciones. Para que los anticristos adquieran estatus en la mentalidad de la gente, deben hacer que esta tenga buen concepto de ellos. ¿Y cómo se consigue que la gente haga eso? Aparte de imitar conductas y expresiones que según las nociones de la gente se consideran buenas, otro aspecto es que los anticristos también imitan ciertas conductas e imágenes que la gente considera excelentes y magníficas para que los demás tengan buen concepto de ellos” (‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (18)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). “Sea cual sea el entorno o el lugar donde cumplan con el deber, los anticristos dan la impresión de no ser débiles, de amar a Dios al máximo, de estar rebosantes de fe en Dios y no haber estado nunca negativos, con lo que ocultan a los demás la actitud y opinión verdaderas que albergan en lo más hondo del corazón acerca de la verdad y de Dios. De hecho, en lo más hondo del corazón, ¿realmente se creen omnipotentes? ¿Realmente se creen libres de toda debilidad? No. Entonces, sabiendo que tienen debilidad, rebeldía y un carácter corrupto, ¿por qué hablan y se comportan así delante del resto? Su objetivo es obvio: sencillamente, preservar su estatus entre y ante los demás. Creen que si, delante de los demás, alguien es abiertamente negativo, dice abiertamente cosas débiles, revela rebeldía y habla de que se conoce a sí mismo, esto es algo que perjudica su estatus y reputación, que va en detrimento de ellos. Por lo tanto, antes morir que anunciar que están débiles y negativos y que no son perfectos, sino que solo son personas corrientes. Piensan que, si admiten que tienen un carácter corrupto, que son personas corrientes, criaturas pequeñas e insignificantes, la gente no considerará que tienen estatus, no conseguirán dicho estatus y lo perderán en la mentalidad de la gente. Por eso, pase lo que pase, no pueden renunciar a este estatus, sino que hacen lo imposible por afianzarlo. Cada vez que se topan con un problema, dan la cara; sin embargo, al ver que podrían desenmascararlos, que podrían descubrirlos, enseguida se esconden. Si hay margen de maniobra, si todavía tienen la oportunidad de alardear, de fingir que son expertos, que saben de este asunto, lo entienden y pueden resolver este problema, no tardan en aprovechar la oportunidad de ganarse el aprecio de los demás, de advertirles que están especializados en esta área” (‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (18)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). “Estos anticristos quieren hacer de personas espirituales, tener preeminencia entre los hermanos y hermanas, ser poseedores de la verdad, entenderla y poder ayudar a los débiles y de estatura inmadura. ¿Y cuál es su objetivo al desempeñar este papel? Para empezar, creen que ya han trascendido la carne, que han suprimido las preocupaciones mundanas, que se han despojado de las debilidades de la humanidad normal y vencido las necesidades carnales de la humanidad normal; se creen capaces de acometer tareas importantes en la casa de Dios y de tener en consideración la voluntad de Dios, cuyas palabras ocupan sus mentes. Se tildan de personas que ya han cumplido las exigencias de Dios y lo han agradado, y que pueden tener en consideración Su voluntad y alcanzar el hermoso destino prometido por boca de Dios. Por eso suelen ser presumidos y se consideran distintos al resto. Con las palabras y frases que recuerdan y entienden mentalmente, amonestan, condenan y sacan conclusiones sobre los demás; de igual modo, a menudo emplean las prácticas y máximas nacidas de la fantasía de sus propias nociones para sacar conclusiones sobre los demás e instruirlos, a fin de que otros sigan estas prácticas y máximas, con lo que alcanzan el estatus que desean entre los hermanos y hermanas. Piensan que, siempre y cuando sepan decir las palabras, frases y doctrinas adecuadas, puedan gritar algunas consignas, sepan asumir algo de responsabilidad en la casa de Dios, puedan acometer alguna tarea importante, estén dispuestos a tomar la iniciativa y puedan mantener el orden normal en un grupo de personas, eso quiere decir que son espirituales y que su posición está asegurada. Por ello, mientras fingen ser espirituales y se jactan de su espiritualidad, también fingen ser omnipotentes y capaces de cualquier cosa, unas personas perfectas, y creen que saben hacer de todo y que todo se les da bien” (‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (18)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”).

Las palabras de Dios me mostraron por qué era siempre tan hipócrita y solo mostraba mi lado bueno en las enseñanzas, mientras que me esforzaba mucho por esconder mi lado horrible y malvado para que nadie pudiera verlo. Era para proteger el lugar que tenía en el corazón de las personas, para mantener la imagen que tenían de mí como creyente de larga data. Así, pensarían que era especial con mis años de fe, que era diferente de otros hermanos y otras hermanas, que comprendía la verdad y tenía estatura, así me admirarían, me adorarían. ¡Vi que era muy arrogante, malvada y astuta! Creía que era una creyente de larga data y que entendía algunas doctrinas, por eso me puse en un pedestal y empecé a fingir que era una persona espiritual. Carecía de la realidad de la verdad y no me concentraba en buscar y perseguir la verdad. Solo usaba la doctrina, la buena conducta y algunos sacrificios superficiales para cubrir la horrible realidad de que carecía de la realidad de la verdad. No reflexioné sobre mí misma ni me conocí cuando me podaron y trataron conmigo. No diseccioné mis problemas y mi corrupción. Escondí mis motivos horribles y mi carácter corrupto para que nadie los descubriera, para proteger mi posición y mi imagen. ¿En qué se diferenciaban estas muestras hipócritas de aquellas de los fariseos que se oponían al Señor Jesús? El Señor Jesús respondió a los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad” (Mateo 23:27-28). “¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!” (Mateo 23:24). ¿No era yo exactamente igual? Parecía enseñar desde mi experiencia, pero solo hablaba de cosas que todos podían ver, solo eran doctrinas vacías, mientras escondía y jamás mencionaba mis verdaderos pensamientos y esas cosas malvadas y corruptas dentro de mí. Así, las personas pensarían que aunque tuviera corrupción y rebeldía, aún era mucho mejor que otras personas. Colaba el mosquito mientras tragaba un camello. Por fuera parecía humilde, pero, por dentro, solo protegía mi nombre y mi estatus, protegía la imagen que otros tenían de mí. Era muy hipócrita, muy poco confiable y astuta. Había engañado a todos los hermanos y a todas las hermanas. No era una persona buena y recta, no ocupaba mi lugar como ser creado y no experimentaba la obra de Dios desde la perspectiva de alguien a quien Satanás había corrompido profundamente, aceptando que Dios me juzgara, me castigara, me podara y tratara conmigo para eliminar mi corrupción. En cambio, usaba mi deber para presumir, para establecerme y para engañar a otros, competía con Dios por su pueblo escogido. ¿No era la senda de oposición a Dios, de ser un anticristo? Era una senda condenada por Dios. En cuanto a mí, fuera de mi largo tiempo en la fe, no podía competir con otros en calibre o búsqueda de la verdad. Después de tanto tiempo, no tenía la realidad de la verdad, y mi carácter de vida no había cambiado. Era la misma imagen de Satanás, arrogante y engreída y no tenía principios en mi deber. Fracasé en preocuparme por la voluntad de Dios y en exaltarlo y, además, dificulté nuestra obra de evangelio. Si se consideraban todos mis años como creyente, era muy vergonzoso. Pero pensaba que era el capital que podía usar para exaltarme y hacer que la gente me admirara. ¡Era tan irracional, tan desvergonzada!

En uno de mis devocionales, leí este pasaje de las palabras de Dios: “Si una persona no busca la verdad, nunca la entenderá. Puedes enunciar las letras y doctrinas diez mil veces, pero no seguirán siendo nada más que letras y doctrinas. Dicen algunos: ‘Cristo es la verdad, el camino y la vida’. Aunque repitas estas palabras diez mil veces, seguirá siendo inútil; no entiendes su significado. ¿Por qué se dice que Cristo es la verdad, el camino y la vida? ¿Puedes expresar el conocimiento que has adquirido acerca de esto por experiencia? ¿Has entrado en la realidad de la verdad, del camino y de la vida? Dios ha declarado Sus palabras para que puedas experimentarlas y adquirir conocimiento; la mera manifestación de letras y doctrinas no sirve de nada. Solo podrás conocerte a ti mismo una vez que hayas entendido y entrado en las palabras de Dios. Si no las entiendes, no puedes conocerte. Solo eres capaz de discernir cuando tienes la verdad; sin ella, no sabes discernir. Solo comprendes del todo un asunto cuando tienes la verdad; sin ella, no lo puedes comprender. Solo puedes conocerte a ti mismo cuando tienes la verdad; sin ella, no puedes conocerte. Tu carácter solo puede transformarse cuando tienes la verdad; sin ella, no puede transformarse. Solo cuando tienes la verdad puedes servir de acuerdo con la voluntad de Dios; sin la verdad no puedes servir de acuerdo con la voluntad de Dios. Solo cuando tienes la verdad puedes adorar a Dios; sin ella, tu adoración no será más que una representación de ritos religiosos. Todas estas cosas dependen de que recibas la verdad de las palabras de Dios” (‘Cómo conocer la naturaleza del hombre’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Leer esto me ayudó a entender aún más claramente por qué había tomado la senda equivocada de oponerme a Dios como una farisea. Era porque nunca había buscado la verdad ni la había puesto en práctica a lo largo de los años, y, cuando leía las palabras de Dios, solo me concentraba en el significado literal. No entraba ni practicaba Sus palabras, y no tenía una comprensión real de la verdad. Por eso, solo podía exponer la doctrina literal. En mi fe, no amaba la verdad ni ansiaba las palabras de Dios, y casi nunca me aquietaba ante Dios para meditar sobre Sus palabras, como qué aspecto de la verdad revelaba un pasaje, cuánto había entendido, practicado y en cuánto había entrado, cuál era la voluntad de Dios, o cuánto un pasaje había logrado en mí. Cuando algo sucedía, no intentaba pensar en mi propio estado a la luz de las palabras de Dios, para reflexionar sobre mis propios problemas personales y examinar qué tipo de corrupción revelaba y qué tipo de nociones equivocadas tenía. Solo me mantenía ocupada constantemente, como Pablo, pensaba en sufrir por mi obra y satisfacer mis propias ambiciones. Dios encarnado de los últimos días ha expresado muchas verdades y ha enseñado con mucho detalle sobre todos los aspectos de la verdad. Lo hizo para que podamos comprender la verdad, entender la verdad de nuestra corrupción por Satanás, arrepentirnos y cambiar. Pero tomé las palabras de Dios muy a la ligera. No las sopesé, no las busqué y no pensé en practicar o entrar en ellas. ¿Esto no iba totalmente en contra de la voluntad de Dios de salvar a la humanidad? ¿No era exactamente la misma senda tomada por los fariseos y los pastores en la religión? A los fariseos solo les importaba predicar, sufrir en su obra y proteger su posición. Nunca practicaron las palabras de Dios ni compartieron su propia experiencia y comprensión de las palabras de Dios. No podían guiar a las personas a la realidad de la verdad, pero podían engañar a la gente con las Escrituras literales, el conocimiento y las doctrinas. Eso los convertía en personas que se oponían a Dios. Yo no intentaba practicar la verdad en mi fe tampoco, solo seguía algunas reglas. No hacía grandes maldades ni grandes daños, parecía comportarme bien y compartía lo que parecía correcto en las reuniones, por lo que pensaba que iba bien en mi fe. Pero me di cuenta de que estaba siendo hipócrita. ¿Acaso eso era verdadera fe en Dios? Si seguí con ese tipo de fe, sin nada de la realidad de la verdad, sin ningún cambio en mi carácter corrupto, ¿no acabaría siendo eliminada? Estaba llena de arrepentimiento y oré a Dios: “Ya no quiero ser una hipócrita. Quiero buscar la verdad, aceptarla y someterme a Tu juicio y castigo, y quiero cambiar”.

Después, leí este pasaje de las palabras de Dios en mis devocionales: “Por ejemplo, crees que, en cuanto tengas estatus, has de presentarte de determinada manera y hablar en un tono determinado. Una vez que te des cuenta de que es un punto de vista equivocado, debes renunciar a él; no vayas por esa senda. Cuando tengas pensamientos de este tipo, debes salir de ese estado y no permitirte quedar atrapado en él. Tan pronto como te quedes atrapado en él y esos pensamientos y puntos de vista tomen forma en tu interior, te disfrazarás y te envolverás en ti mismo cada vez con mayor fuerza hasta que, al final, la gente ya no pueda verte y hables con los demás como si llevaras una máscara. No podrán verte por dentro. Debes aprender a dejar que los demás te vean por dentro; aprender a abrirte a ellos y acercarte a ellos; haces justo lo contrario. ¿No es este el principio? ¿No es la senda de práctica? Comienza desde el interior de tus pensamientos y de tu conciencia; en cuanto sientas ganas de envolverte en ti mismo, debes orar de este modo: ‘¡Oh, Dios mío! Quiero disfrazarme de nuevo y estoy a punto de meterme en tramas y engaños otra vez. ¡Soy todo un diablo! ¡Consigo que me detestes enormemente! Ahora me doy mucho asco a mí mismo. Te pido que me disciplines, repruebes y castigues’. Debes orar y sacar a la luz tu actitud. Esto entraña tu manera de practicar. ¿A qué aspecto de la especie humana va dirigida esta práctica? A los pensamientos, ideas e intenciones que la gente ha revelado respecto a un tema, así como a la senda por la que va y el rumbo que toma. Es decir, tan pronto como se te ocurra una idea y quieras actuar en consecuencia, debes frenarla y analizarla. En el momento en que frenes y analices el pensamiento, ¿no lo expresarás y actuarás en consecuencia en un grado mucho menor? Además, ¿no sería un revés para tus actitudes internas corruptas?” (‘Para resolver el propio carácter corrupto, la persona debe tener una senda específica de práctica’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Las palabras de Dios me indicaban un camino de práctica. Para resolver mi hipocresía y mi carácter satánico malvado y astuto, debía practicar la verdad y ser una persona honesta, debía aprender a abrirme a Dios y compartir enseñanza sincera con otros, y, frente a problemas, compartir mi verdadera perspectiva y mis verdaderos sentimientos. Cuando quería ser falsa otra vez, debía orar a Dios, abandonarme y hacer lo opuesto. Debía abrirse, revelar y diseccionar mi corrupción y no dejar que mi carácter satánico prevaleciera. Recordé las palabras de Dios: “Si tienes muchas confidencias que eres reacio a compartir, si eres tan reticente a dejar al descubierto tus secretos, tus dificultades, ante los demás para buscar el camino de la luz, entonces digo que eres alguien que no logrará la salvación fácilmente ni saldrá de las tinieblas” (‘Tres advertencias’ en “La Palabra manifestada en carne”). Entonces sentí la importancia de ser una persona honesta. En todos mis años de fe, no había practicado eso ni había entrado en eso, aunque fuera una verdad básica. ¡Era patético! Por eso, oré a Dios, deseosa de arrepentirme, de practicar la verdad y de ser una persona honesta.

Desde entonces, cuando oía que alguien decía que yo entendía la verdad y tenía estatura, me sentía muy incómoda y avergonzada. No me regodeaba como antes. Una vez, conocí a una hermana que había oído que yo era creyente desde hacía mucho y que podía sufrir por mi deber, y ella me admiraba de verdad. Me lo dijo de frente: “Hermana, sé que has sido creyente por mucho tiempo, que has oído muchos sermones y has entendido muchas verdades. De verdad te admiro. Oírla decir esto me asustó, y sentí escalofríos. Le expliqué la verdad enseguida, le dije: “Hermana, no es así. No mires solo las apariencias. He creído en Dios por mucho tiempo, pero carezco de calibre y no amo ni persigo la verdad. Solo hice algunos sacrificios superficiales durante todos mis años de fe. Hago algunas cosas buenas y puedo pagar un precio, pero no he tenido principios en mi deber y no he cambiado mucho mi carácter de vida. No he sido capaz de asumir los deberes que Dios me ha comisionado. No tengo en cuenta la voluntad de Dios ni lo exalto, sino que me opongo a Dios y lo avergüenzo”. Después, compartí con ella esta enseñanza: “Tu perspectiva no está en línea con la verdad. No adules a la gente ciegamente, mira a la gente y las cosas según las verdades en las palabras de Dios. ¿Cómo mira Dios a las personas? No le importa cuántos años hayan creído, cuánto hayan sufrido, cuánto hayan recorrido o cuánto puedan predicar. Le preocupa si persiguen la verdad, si su carácter ha cambiado, si pueden dar testimonio en su deber”. “Algunos que son nuevos en la fe pueden perseguir la verdad y concentrarse en su práctica y su entrada. Avanzan rápidamente. Son mucho mejores que yo. Deberías admirarlos a ellos por su sinceridad y por su esfuerzo en perseguir la verdad, no a mí por haber creído mucho tiempo o por haber sufrido. Dios ordena el tiempo de alguien en la fe. No hay nada que admirar ahí. Si un creyente de larga data no persigue la verdad, y su carácter de vida no ha cambiado, sino que sigue haciendo algunas cosas buenas superficiales, es como un fariseo que engaña a otros. Por eso, buscar la verdad y tener cambios en el carácter son las cosas más importantes”. Me sentí mucho más tranquila al compartir esa enseñanza. Después de eso, dejé de hablar de doctrinas y de presumir en las reuniones, solo compartía mi comprensión de mí misma a la luz de las palabras de Dios. También anuncié: “Recién adquirí un poco de conocimiento de mí misma. Aún no he cambiado, no lo he practicado ni he entrado en esto todavía”. Mi enseñanza era superficial, pero me sentía más tranquila.

A través de mi experiencia, he visto algo claramente y lo he experimentado profundamente. No importa cuánto tiempo una persona haya sido creyente, cuán buena aparente ser, lo bien que se comporte, cuánto sufra y obre, si no persigue la verdad, si no la acepta y se somete cuando Dios la juzga, castiga, poda y trata con esa persona, si no intenta conocerse a sí misma y entrar en la realidad de las palabras de Dios cuando surgen los problemas, si su carácter satánico no ha cambiado, sigue la senda de los fariseos y los anticristos. Cuando aparecen las circunstancias apropiadas, se convertirá en un fariseo, en un impostor. No hay dudas de esto. Es el resultado inevitable. ¡He visto lo importante que es que las personas persigan la verdad, acepten y se sometan a ser juzgadas, castigadas, y tratadas por Dios para ser salvadas y cambiar su carácter! ¡Gracias a Dios!

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

¿Qué es la oración de la ceremonia religiosa? ¿Puede recibir la aprobación de Dios?


¿Qué es la oración de la ceremonia religiosa? ¿Puede recibir la aprobación de Dios?

Versículos bíblicos como referencia:

“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres” (Mateo 6:5).

Las palabras relevantes de Dios:

La fe en Dios requiere de una vida espiritual normal, que es la base para experimentar las palabras de Dios y entrar en la realidad. ¿Equivale a una “vida espiritual normal” toda vuestra práctica actual de oraciones, acercarse a Dios, cantar himnos, alabanzas, meditación, y de reflexionar sobre las palabras de Dios? Ninguno de vosotros parece saberlo. Una vida espiritual normal no se limita a prácticas como orar, cantar himnos, participar en la vida de la iglesia y comer y beber de las palabras de Dios. Más bien, implica vivir una nueva y dinámica vida espiritual. Lo que importa no es cómo se practica, sino qué fruto da la práctica. La mayoría de la gente cree que una vida espiritual normal implica necesariamente orar, cantar himnos, comer y beber de las palabras de Dios o reflexionar sobre ellas, sin que importe que tales prácticas tengan algún efecto o conduzcan a un verdadero entendimiento. Estas personas se centran en seguir procedimientos superficiales sin preocuparse por los resultados; viven en los rituales religiosos, no dentro de la iglesia, y ni mucho menos son personas del reino. Al orar, cantar himnos, y comer y beber de las palabras de Dios solo siguen reglas, lo hacen por obligación y para estar al día con las tendencias, no por voluntad propia ni de corazón. Por mucho que estas personas oren o canten, sus esfuerzos no darán ningún fruto, ya que solo practican las reglas y los rituales de la religión, no las palabras de Dios. Se centran solo en darle importancia a cómo practican, y tratan las palabras de Dios como reglas a seguir. Estas personas no están poniendo en práctica las palabras de Dios, solo están satisfaciendo la carne y actuando para que otras personas las vean. Todas estas reglas y rituales religiosos tienen un origen humano; no provienen de Dios. Dios no sigue reglas ni está sujeto a ninguna ley. En su lugar, Él hace cosas nuevas cada día, y así logra una obra práctica. Lo mismo sucede con la gente de la Iglesia de las Tres Autonomías, que se limitan a prácticas como asistir a diario a los servicios matutinos, ofrecer oraciones por la tarde y oraciones de gratitud antes de las comidas, y a dar gracias por todo; hagan lo que hagan y por mucho tiempo que lo hagan, no tendrán la obra del Espíritu Santo. Cuando las personas viven entre reglas y anclan sus corazones a métodos de práctica, el Espíritu Santo no puede obrar, ya que sus corazones están ocupados por reglas y nociones humanas. Por lo tanto, Dios es incapaz de intervenir y obrar en ellas, y solo pueden seguir viviendo bajo el control de las leyes. Tales personas nunca podrán recibir el elogio de Dios.
Extracto de ‘Acerca de una vida espiritual normal’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Cuándo oráis todos vosotros? ¿Por qué cosas oráis? La mayoría ora cuando sufre. Dicen: “¡Oh, Dios! ¡Estoy tan angustiado! ¡Por favor, ayúdame!”. Esto es lo primero que dicen. ¿Está bien orar siempre por vuestro sufrimiento? (No). Si no es así, ¿por qué, entonces, oráis siempre de esta manera? Por el modo en que esos personajes oran en los guiones y artículos que escribís, así como en las películas y vídeos que grabáis, veo que vosotros mismos no sois capaces de orar ni sabéis cómo hacerlo. No tenéis ni idea de lo que la gente debe decir y hacer cuando se presenta ante Dios; solo sabéis abrir la boca cuando estáis sufriendo para decirle: “¡Oh, Dios! ¡Estoy sufriendo tanto! Me siento tan abatido. Por favor, ayúdame”. Si no sabéis orar, entonces, ¿qué problema conlleva esto? ¿Es un problema grave o leve? (Grave). Si no sabes orar, entonces hay una cosa que por lo menos se puede confirmar y es que no sabes confiar en Dios, buscarle o permitirle que te guíe cuando te ocurre algo; cuando te enfrentas a un problema no sabes qué necesitas que Dios haga por ti, cómo colaborar con Dios o qué tipo de actitud has de tener. No comprendéis estas cosas, no sois más que legos. Algunas personas, de principio a fin, y sea cual sea el tipo de problema que afronten, no oran de verdad; cuando se presentan ante Dios no confían en Él con sinceridad, ni buscan de corazón. Simplemente dicen: “Dios, estoy sufriendo. ¡Oh, Dios! Estoy sufriendo tanto”. Repiten esta frase hasta que la gente se harta y se siente hastiada cuando la oye. La mayoría de vosotros oráis así, ¿no es verdad? (Sí). ¡A través de las oraciones de la gente se puede ver lo lamentable que es su condición! Tú solo buscas a Dios cuando sufres, y cuando no sufres y no afrontas ningún problema, sientes que no lo necesitas y no quieres confiar en Él. Lo único que quieres es ser dueño de ti mismo. ¿No es esta tu condición? (Sí). ¿Cómo ora la mayoría cuando experimenta el juicio, el castigo, la poda y el trato de las palabras de Dios y cuando reconoce su propio carácter corrupto? Son todos de la misma clase y dicen: “Dios, estoy sufriendo. ¡Oh, Dios! Estoy sufriendo tanto”. ¿No os hacen sentir indignados estas palabras? (Sí). Cuando os presentáis ante Dios, ¿realmente necesitáis que os esclarezca con un poco de otra cosa? ¿Acaso no necesitáis fe y fuerza, o que Dios sea vuestro pilar, que, aún más, os esclarezca y os guíe para que caminéis bien por la senda hacia delante? ¿Acaso no necesitas Su disciplina y castigo? ¿No necesitas Su guía? ¿Solo lo necesitas para que alivie tu sufrimiento? La gente está verdaderamente marchita por dentro y su condición es deplorable. No saber cómo orar puede parecer un problema insignificante, pero en realidad, cuando estudias este pequeño problema y analizas su naturaleza, ves que no es insignificante en absoluto. Esto demuestra que tú, como persona, no tienes ningún tipo de vida en absoluto, y en lo poco de vida que sí tienes, te relacionas con Dios con muy poca frecuencia. Simplemente no has establecido el tipo de relación entre Dios y tú que debería existir entre Dios y Sus seguidores o entre los objetos de la creación y su Creador. Cuando te enfrentas a un problema, tomas decisiones según tus propias conjeturas, nociones, pensamientos, conocimiento, dones y talentos subjetivos y tus actitudes corruptas; no tienes nada que ver con Dios, y por eso, cuando acudes a Él nunca tienes nada que decirle. ¡Este es el penoso estado de las personas que creen en Dios! ¡Es una condición tan deplorable! Por dentro, las personas están marchitas y entumecidas; no sienten nada por estas cosas ni tienen ningún entendimiento de ellas. Cuando acuden a Dios no tienen nada que decir. Sea cual sea la situación en la que te encuentres, el apuro con el que te enfrentes, y por muchas dificultades que pases, si te quedas sin palabras ante Dios, ¿no se puede poner en duda tu fe? ¿No es este el rostro deplorable de las personas? Después de haber creído en Dios durante muchos años, todavía tienes que aprender a orar de nuevo, todavía no sabes cómo orar, y cuando surgen problemas, simplemente gritas lemas y tomas determinaciones o te quejas con Dios para expresar tus agravios, explicar cómo sufres o, de otro modo, racionalizas y te justificas en la confesión. No es de extrañar que hayáis tardado en entrar en la verdad.
Extracto de ‘Para los líderes y obreros, escoger una senda es de la mayor importancia (17)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

No hay nada que Dios desprecie más que las oraciones de las ceremonias religiosas. Dios solo acepta las oraciones sinceras. Si no tienes nada sincero que decir, calla; no hables siempre en falso ni jures sin pensar ante Dios para tratar de engañarlo hablándole de cuánto lo amas, de cuánta lealtad quieres tenerle. Si no puedes cumplir tus deseos, si careces de esta determinación y estatura, no ores así ante Dios en ninguna circunstancia. Eso es mofarse. Mofarse significa burlarse de alguien, jugar con él. Cuando la gente ora ante Dios con esta actitud, esto es, como mínimo, un engaño. En el peor de los casos, si lo haces a menudo, tienes un carácter totalmente despreciable. Si Dios te condenara, ¡lo llamaría blasfemia! La gente no tiene veneración por Dios, no sabe venerarlo, amarlo ni satisfacerlo. Si no tiene clara la verdad o su carácter es corrupto, Dios lo dejará pasar. Sin embargo, lleva ese carácter ante Dios y lo trata como tratan los incrédulos a los demás. Para colmo, se arrodillan solemnemente ante Él en oración, en la que emplean estas palabras para tratar de embaucarlo, y, cuando terminan, no solo no se reprochan nada, sino que tampoco tienen idea de la gravedad de sus actos. En tal caso, ¿está Dios con ellos? ¿Puede recibir esclarecimiento e iluminación alguien completamente desprovisto de la presencia de Dios? ¿Puede recibir el esclarecimiento de la verdad? (No). Así pues, tiene un problema. ¿Habéis orado muchas veces de esa manera? ¿Lo soléis hacer? Cuando la gente pasa demasiado tiempo en el mundo exterior, apesta al hedor de la sociedad, se agranda su naturaleza inescrupulosa y se impregna de venenos y modos de vida satánicos; de su boca salen palabras de falsedad y engaño, habla sin pensar o dice palabras que no contienen sino sus motivaciones y objetivos, y rara vez tiene las motivaciones adecuadas. Estos problemas son graves. Cuando la gente lleva estas filosofías y estos modos de vida satánicos ante Dios, ¿no ofende Su carácter? ¿Y qué consecuencia traerá esto? De manera superficial, estas oraciones son intentos de engañar y burlar a Dios, y son incompatibles con Su voluntad y requerimientos. Fundamentalmente hablando, esto lo causa la naturaleza humana; no es una revelación momentánea de corrupción.
Extracto de ‘Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”


Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor


Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor

Todos estáis en medio de las pruebas y el refinamiento. ¿Cómo deberíais amar a Dios durante el refinamiento? Después de haberlo experimentado, las personas pueden ofrecer una verdadera alabanza a Dios, y en medio del refinamiento pueden ver lo mucho de lo que carecen. Mientras mayor sea tu refinamiento, más podrás renunciar a la carne; mientras mayor sea el refinamiento de las personas, mayor será su amor por Dios. Esto es lo que debéis entender. ¿Por qué las personas deben ser refinadas? ¿Qué efecto se aspira lograr? ¿Cuál es el significado de la obra de refinamiento que Dios realiza en el hombre? Si buscas realmente a Dios, después de haber experimentado Su refinamiento hasta cierto punto, vas a sentir que es extremadamente bueno y sumamente necesario. ¿Cómo debe el hombre amar a Dios durante el refinamiento? Usando la determinación de amar a Dios para aceptar Su refinamiento: durante este, en tu interior estás atormentado, como si te estuvieran retorciendo un cuchillo en el corazón, sin embargo, estás dispuesto a satisfacer a Dios usando tu corazón, que lo ama, y no estás dispuesto a preocuparte por la carne. Esto es lo que significa practicar el amor por Dios. Te duele por dentro y tu sufrimiento ha alcanzado cierto punto, sin embargo sigues dispuesto a presentarte ante Dios y orar, diciendo: “¡Oh, Dios! No te puedo dejar. Aunque en mi interior hay oscuridad, quiero satisfacerte; Tú conoces mi corazón y me gustaría que forjaras más de Tu amor en mí”. Esta es la práctica durante el refinamiento. Si usas el amor por Dios como el fundamento, el refinamiento te puede llevar más cerca de Dios y puede hacer que tengas más intimidad con Él. Como crees en Dios, debes entregar tu corazón ante Dios. Si ofreces y pones tu corazón ante Dios, entonces durante el refinamiento va a ser imposible que niegues o dejes a Dios. De esta manera, tu relación con Él se volverá todavía más cercana y normal y tu comunión con Dios se hará aún más frecuente. Si siempre practicas de esta manera, entonces vas a pasar más tiempo a la luz de Dios y bajo la guía de Sus palabras. También habrá cada vez más cambios en tu carácter y tu conocimiento aumentará día tras día. Cuando llegue el día en que las pruebas de Dios de repente caigan sobre ti, no solo podrás permanecer al lado de Dios sino que también podrás dar testimonio de Él. En ese momento vas a ser como Job y como Pedro. Después de haber dado testimonio de Dios, en verdad lo vas a amar y con gusto vas a dar tu vida por Él; vas a ser testigo de Dios y alguien a quien Él ama. El amor que ha experimentado el refinamiento es fuerte, no débil. Independientemente de cuándo o cómo Dios te someta a Sus pruebas, puedes abandonar tu preocupación por si vives o mueres, con gusto desechar todo por Dios y aguantarlo todo felizmente por Él; de esta manera tu amor será puro y tu fe real. Solo entonces serás alguien a quien Dios ama realmente y a quien de verdad Él ha hecho perfecto.

Si las personas caen bajo la influencia de Satanás, entonces en su interior no tienen amor por Dios y sus visiones, amor y determinación anteriores habrán desaparecido. Las personas solían sentir que debían sufrir por Dios, pero ahora piensan que hacerlo es vergonzoso y no andan faltos de quejas. Esta es la obra de Satanás, una señal de que el hombre ha caído bajo su campo de acción. Si te encuentras en este estado debes orar y darte la vuelta tan pronto como puedas, eso te protegerá contra los ataques de Satanás. Durante el amargo refinamiento, el hombre puede caer más fácilmente bajo la influencia de Satanás, así que, ¿cómo debes amar a Dios durante tal refinamiento? Debes armarte de determinación, poner tu corazón delante de Dios y consagrarle el tiempo que te queda. No importa cómo te refine Dios, debes ser capaz de poner la verdad en práctica para satisfacer la voluntad de Dios y asumir la responsabilidad de buscarlo a Él y de buscar la comunión. En momentos como estos, mientras más pasivo seas, más negativo te volverás y más fácil te será retroceder. Cuando sea necesario que cumplas tu función, aunque no la cumplas bien, haces todo lo que puedes y lo haces usando nada más que tu amor por Dios; independientemente de lo que digan los demás —ya sea que has hecho bien o que has hecho mal— tus intenciones son correctas y no eres un santurrón, ya que estás actuando en nombre de Dios. Cuando los demás te malinterpreten puedes orar a Dios y decirle: “¡Oh, Dios! No pido que los demás me toleren, me traten bien, me entiendan o me aprueben. Solo pido poder amarte en mi corazón, tenerlo en paz y que mi conciencia esté tranquila. No pido que los demás me elogien o me tengan en alta estima; solo busco satisfacerte de corazón; cumplo mi función haciendo todo lo que puedo y aunque soy tonto, estúpido, de pobre calibre y ciego, sé que Tú eres maravilloso y estoy dispuesto a consagrarte todo lo que tengo”. En cuanto oras de esta manera, surge tu amor por Dios y sientes mucho más alivio en tu corazón. Esto es lo que significa practicar el amor a Dios. A medida que experimentes, fracasarás dos veces y tendrás éxito una o fracasarás cinco veces y tendrás éxito otras dos, y a medida que experimentes de esta manera, solo en medio del fracaso podrás ver la hermosura de Dios y descubrir lo que te hace falta. Cuando te vuelvas a encontrar en esas situaciones, debes tener cuidado, refrenar tus pasos y orar con mayor frecuencia. Poco a poco desarrollarás la habilidad para triunfar en esas situaciones. Cuando eso suceda, tus oraciones habrán sido efectivas. Cuando veas que has tenido éxito esta vez, por dentro estarás complacido y cuando ores podrás sentir a Dios y que la presencia del Espíritu Santo no te ha dejado, solo entonces sabrás cómo obra Dios en tu interior. Practicar de esta manera te facilitará el camino a la experiencia. Si no pones la verdad en práctica, entonces no tendrás la presencia del Espíritu Santo en tu interior. Pero si pones en práctica la verdad cuando te topas con las cosas tal y como son, entonces, aunque sientas dolor dentro, el Espíritu Santo estará contigo después, podrás sentir la presencia de Dios cuando ores, tendrás la fuerza para poner en práctica las palabras de Dios y en la comunión con tus hermanos y hermanas no habrá nada que pese en tu conciencia y te sentirás en paz y, de esta manera, podrás traer a la luz lo que has hecho. Independientemente de lo que digan los demás, podrás tener una relación normal con Dios, nadie te limitará, te levantarás por encima de todo, y en esto demostrarás que tu práctica de las palabras de Dios ha sido efectiva.

Mientras mayor sea el refinamiento que Dios lleve a cabo, más pueden los corazones de las personas amar a Dios. El tormento en sus corazones es beneficioso para sus vidas, son más capaces de estar en paz delante de Dios, su relación con Él es más cercana y están más capacitados para ver el amor supremo de Dios y Su suprema salvación. Pedro experimentó el refinamiento cientos de veces y Job pasó por varias pruebas. Si queréis que Dios os perfeccione, también debéis pasar por el refinamiento cientos de veces; solo si pasáis por este proceso, y dependéis de este paso, podréis ser capaces de satisfacer la voluntad de Dios y de que Dios os haga perfectos. El refinamiento es el mejor medio por el cual Dios hace perfectas a las personas; solo el refinamiento y las pruebas amargas pueden suscitar el verdadero amor por Dios en el corazón de las personas. Sin las dificultades, las personas carecen de verdadero amor por Dios; si no son probadas en su interior ni son realmente sometidas al refinamiento, entonces su corazón siempre estará fuera, a la deriva. Después de haber sido refinado hasta cierto punto, verás tu propia debilidad y tus dificultades, verás de cuánto careces y que eres incapaz de vencer los muchos problemas con los que te encuentras, y verás cuán grande que es tu desobediencia. Las personas solo pueden conocer realmente su verdadera condición durante las pruebas, estas las capacitan mejor para ser perfeccionadas.

Durante su vida, Pedro experimentó el refinamiento cientos de veces y pasó por muchos dolorosos calvarios. Este refinamiento se convirtió en el fundamento de su amor supremo por Dios y en la experiencia más significativa de toda su vida. Que pudiera tener un amor supremo por Dios se debió, en cierto sentido, a su determinación de amar a Dios; más importante aún, sin embargo, se debió al refinamiento y al sufrimiento que experimentó. Este sufrimiento se convirtió en su guía en el camino de amar a Dios y en la cosa más memorable para él. Si las personas no experimentan el dolor del refinamiento cuando aman a Dios, entonces su amor está lleno de impurezas y de sus propias preferencias; un amor como este está lleno de las ideas de Satanás y es fundamentalmente incapaz de satisfacer la voluntad de Dios. Tener la determinación de amar a Dios no es lo mismo que amarlo de verdad. Aunque todo lo que piensen en sus corazones sea por el bien de amar y satisfacer a Dios, y aunque sus pensamientos parezcan estar dedicados completamente a Dios y carezcan de toda idea humana, si sus pensamientos son llevados delante de Dios, Él no los elogia ni los bendice. Incluso cuando las personas han comprendido plenamente todas las verdades, cuando han llegado a conocerlas todas, no se puede decir que esto sea una señal de que aman a Dios ni que estas personas realmente aman a Dios. A pesar de haber entendido muchas verdades sin experimentar el refinamiento, las personas son incapaces de ponerlas en práctica; solo durante el refinamiento pueden entender el verdadero significado de estas verdades, solo entonces pueden apreciar realmente su significado interno. En ese momento, cuando lo vuelven a intentar, pueden poner en práctica las verdades de manera correcta y de acuerdo con la voluntad de Dios; en ese momento, sus ideas humanas menguan, su corrupción humana se reduce y sus emociones humanas disminuyen; solo en ese momento su práctica es una verdadera manifestación del amor a Dios. El efecto de la verdad del amor a Dios no se logra a través del conocimiento hablado o de la buena disposición mental, ni tampoco se puede lograr solo al entender esa verdad. Se requiere que las personas paguen un precio, que experimenten mucha amargura durante el refinamiento, y solo entonces su amor se volverá puro y conforme al propio corazón de Dios. En Su exigencia de que el hombre lo ame, Dios no exige que lo haga usando la pasión o su propia voluntad; solo a través de la lealtad y el uso de la verdad para servirle puede el hombre amarlo realmente. Pero el hombre vive en medio de la corrupción y por eso no puede usar la verdad y la lealtad para servir a Dios. O es demasiado apasionado por Dios o es muy frío e indiferente; o bien ama a Dios o lo abomina hasta el extremo. Los que viven en medio de la corrupción siempre viven entre estos dos extremos y siempre viven por su propia voluntad, pero creen que están en lo correcto. Aunque he mencionado esto una y otra vez, las personas son incapaces de tomárselo en serio; son incapaces de comprender plenamente su importancia y, así, viven en medio de la fe del autoengaño, en el engaño del amor a Dios que se basa en su propia voluntad. A lo largo de la historia, conforme la humanidad se ha desarrollado y han pasado las eras, las exigencias que Dios le hace al hombre se han vuelto cada vez más altas y le exige que sea incondicional hacia Él. Pero el conocimiento que el hombre tiene de Dios se ha vuelto cada vez más vago y abstracto y su amor por Dios también más impuro. El estado del hombre y todo lo que hace está cada vez más en desacuerdo con la voluntad de Dios porque Satanás cada vez ha corrompido más profundamente al hombre. Esto exige que Dios haga más y mayor obra de salvación. El hombre es cada vez más exigente en lo que le demanda a Dios y su amor por Él disminuye por momentos. Las personas viven en desobediencia, sin la verdad, viviendo vidas que no tienen humanidad; no solo carecen del más mínimo amor por Dios, sino que rebosan de desobediencia y oposición. Aunque piensan que ya aman a Dios al máximo y que no pueden ser más complacientes con Él, Dios no lo cree así. A Él le queda perfectamente claro lo contaminado del amor que el hombre le tiene, y Dios nunca ha cambiado Su opinión de este por condescender con el hombre ni tampoco ha retribuido la buena voluntad de este como resultado de su devoción. A diferencia del hombre, Dios sabe distinguir: Él sabe quién lo ama realmente y quién no, y en vez de que el fervor lo supere y perderse en los impulsos momentáneos del hombre, Él lo trata de acuerdo a la sustancia y al comportamiento del hombre. Dios es Dios, después de todo, y tiene Su dignidad y Sus discernimientos; el hombre no es más que eso, el hombre, y su amor no le llamará la atención a Dios si está en desacuerdo con la verdad. Por el contrario, Dios trata adecuadamente todo lo que hace el hombre.

Frente al estado del hombre y la actitud de este hacia Dios, Él ha hecho una nueva obra permitiéndole al hombre poseer tanto el conocimiento de Dios como la obediencia hacia Él, y tanto el amor como el testimonio. Por tanto, el hombre debe experimentar el refinamiento que Dios realiza en él, así como Su juicio, trato y poda, sin los cuales el hombre nunca conocería a Dios y no podría amarlo realmente ni dar testimonio de Él. El refinamiento que Dios realiza en el hombre no es solo en aras de un efecto unilateral sino de un efecto polifacético. Solo de esta manera Dios hace la obra de refinamiento en los que están dispuestos a buscar la verdad, con el fin de perfeccionar su determinación y su amor. A los que están dispuestos a buscar la verdad, que anhelan a Dios, nada les es más significativo o de mayor ayuda que un refinamiento como este. El hombre no conoce ni entiende fácilmente el carácter de Dios, porque Dios, a fin de cuentas, es Dios. En última instancia, es imposible que Dios tenga el mismo carácter que el hombre y por eso al hombre no le es fácil conocer Su carácter. El hombre no posee por naturaleza la verdad y aquellos a los que Satanás ha corrompido no la pueden entender con facilidad; el hombre está privado de la verdad y de la determinación de ponerla en práctica y, si no sufre y no es refinado ni juzgado, entonces su determinación nunca será hecha perfecta. Para todas las personas, el refinamiento es penosísimo y muy difícil de aceptar, sin embargo, es durante el refinamiento cuando Dios deja claro el carácter justo que tiene hacia el hombre y hace público lo que le exige y le provee mayor esclarecimiento, además de una poda y un trato más reales. Por medio de la comparación entre los hechos y la verdad, le da al hombre un mayor conocimiento de sí mismo y de la verdad y le otorga una mayor comprensión de la voluntad de Dios, permitiéndole así tener un amor más sincero y puro por Dios. Esas son las metas que tiene Dios cuando lleva a cabo el refinamiento. Toda la obra que Dios realiza en el hombre tiene sus propias metas y significados; Él no obra sin sentido ni tampoco hace una obra que no sea beneficiosa para el hombre. El refinamiento no implica quitar a las personas de delante de Dios ni tampoco destruirlas en el infierno. En cambio, consiste en cambiar el carácter del hombre durante el refinamiento, cambiar sus intenciones y sus antiguos puntos de vista, cambiar su amor por Dios y toda su vida. El refinamiento es una prueba real del hombre y un tipo de formación real; solo durante el refinamiento puede el amor del hombre cumplir su función inherente.
De “La Palabra manifestada en carne”

Himno de la Palabra de Dios EL HOMBRE DEBE ADORAR A DIOS SI QUIERE TENER UN BUEN DESTINO


 
Himno de la Palabra de Dios
EL HOMBRE DEBE ADORAR A DIOS
SI QUIERE TENER UN BUEN DESTINO
I
Dios creó este mundo, esta humanidad.
Él fue el arquitecto
de la antigua cultura griega
y la civilización humana.
Sólo Dios consuela,
consuela a esta humanidad.
Sólo Dios se encarga día y noche de ella.
El desarrollo y progreso humano
son inseparables de la soberanía de Dios.
Sólo Dios sabe el destino de un país o nación.
Sólo Dios controla el curso que sigue esta humanidad.
Si la humanidad o un país
desean tener un buen destino,
el hombre debe inclinarse ante Dios,
inclinarse y adorarlo, inclinarse y adorarlo.
II
La historia y el futuro de la humanidad
son inseparables de los designios de Dios.
La historia y el futuro de la humanidad
son inseparables de los designios de Dios.
Si eres un verdadero cristiano,
entonces seguro creerás que el auge y la caída
de cada país o nación ocurren de acuerdo
a los designios de Dios.
Sólo Dios sabe el destino de un país o nación.
Sólo Dios controla el curso que sigue esta humanidad.
Si la humanidad o un país
desean tener un buen destino,
el hombre debe inclinarse ante Dios,
inclinarse y adorarlo, inclinarse y adorarlo.
III
El hombre debe arrepentirse y confesar ante Dios,
o la suerte y el destino
del hombre acabarán inevitablemente,
inevitablemente en catástrofe.
Sólo Dios sabe el destino de un país o nación.
Sólo Dios controla el curso que sigue esta humanidad.
Si la humanidad o un país
desean tener un buen destino,
el hombre debe inclinarse ante Dios,
inclinarse y adorarlo, inclinarse y adorarlo.
De "La Palabra manifestada en carne"

Para conocer másCómo  adorar a Dios 


¿Qué relación guardan el temor de Dios y la evitación del mal con la salvación?


¿Qué relación guardan el temor de Dios y la evitación del mal con la salvación?

Las palabras relevantes de Dios:

En su fe, si la gente desea alcanzar la salvación, el meollo del asunto es si tiene temor de Dios y si Él tiene un lugar en su corazón. Si tu corazón es incapaz de vivir ante Él o si no existe relación normal entre tú y Dios, entonces jamás serás salvo. Tu senda de salvación será bloqueada; habrás llegado a un callejón sin salida. Tu creencia en Dios será inútil si solo es de nombre; no importará de cuánta doctrina puedas hablar o cuánto hayas sufrido, ni lo grandes que sean tus dones materiales. Dios dirá: “Apártate de Mí, hacedor del mal”. Serás clasificado como un hacedor del mal. No tienes ninguna conexión con Dios; Él no es tu Soberano, no es tu Creador, no es tu Dios, no es el Único a quien adoras y el Único al que sigues. Sigues a Satanás y a los demonios. Eres tu propio amo. Al final, personas como vosotros serán eliminadas, detestadas, rechazadas y castigadas por Dios. Él no salva a esas personas. Solo cuando las personas aceptan que Dios es su Señor y Soberano, solo cuando aceptan que Él es la verdad, la fuente del camino y la vida del hombre y solo cuando todo lo que hagan y cada senda por la que caminen esté conectada con la verdad, con Dios, con someterse ante Él y con seguir Su camino, solo entonces serán salvos. De lo contrario, serán condenados por Dios. ¿Está bien que la gente espere tener suerte? ¿Es válido que siempre se acojan a sus propias nociones? ¿Es bueno que se aferren constantemente a imaginaciones vagas y abstractas? (No). No creas que puedes tener suerte; si quieres alcanzar la salvación en tu fe en Dios, no hay otra senda que tomar. […]
No importa qué te apasione después de haber escuchado estos sermones; al fin y al cabo, la única senda correcta es la que te hace temer a Dios y evitar el mal. Si crees en Dios, pero tu fe no tiene nada que ver con Él, si Él no es tu Señor ni es tu Creador, si no aceptas que Él es el Soberano de tu destino, si no te sometes a todo lo que Él ha dispuesto para ti, si no aceptas el hecho de que Él es la verdad, entonces tu sueño de salvación está hecho añicos. Si caminas por esta senda, entonces estás en la senda de la destrucción. Supongamos que en lo que te enfocas, lo que buscas y por lo que oras y suplicas cada día te causa un sentimiento creciente de que debes someterte al Creador, de que Dios es tu Señor. Y supongamos que aceptas y obedeces de buena gana Su soberanía y orquestación hacia ti, te sometes cada vez con más alegría a lo que Dios dispone para ti, tu condición se vuelve cada vez más normal, tu relación con Dios se hace cada vez más estrecha, tu amor por Él cada vez más puro, y entonces tienes cada vez menos deseos extravagantes, quejas y malentendidos hacia Dios, cometes cada vez menos maldad, la rechazas cada vez más, y tu temor hacia Dios se vuelve cada vez más auténtico. ¿Qué significaría esto entonces? Significaría que has puesto un pie en la senda de la salvación. Si piensas que no hay nada malo en lo que buscas, y que la senda que estás siguiendo es la correcta, pero entonces, después de toda tu búsqueda, no has sido disciplinado por Dios y no puedes sentir Su juicio y castigo, no quieres ser examinado por Él y deseas ser tu propio jefe, entonces esta no es la senda correcta. Si, cuanto más buscas, mayor es tu sensación de que debes vivir ante Dios en cada momento, y tienes miedo de hacer un día algo equivocado, de que en cuanto no tengas cuidado puedas ofender a Dios y meterte en problemas, y entonces seguramente seas abandonado por Él, y que no hay nada más aterrador que esto; y sientes que cuando la gente cree en Dios no debe alejarse de Él, y que si se alejan de Su disciplina, trato, poda, juicio y castigo, entonces será igual que perder el cuidado y la protección de Dios; si te das cuenta de estas cosas, entonces orarás a Dios y dirás: “¡Oh, Dios! Te ruego que me juzgues y castigues, que me reprendas y disciplines, que me escudriñes en todo momento, que me concedas reverencia hacia Ti y me hagas rechazar el mal”. ¿Qué piensas de esta senda? Esta es la senda correcta.
Extracto de ‘Solo si se vive constantemente ante Dios se puede caminar por la senda hacia la salvación’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Todo lo que Dios hace es necesario, y posee un sentido extraordinario, porque todo lo que lleva a cabo en el hombre concierne a Su gestión y la salvación de la humanidad. Naturalmente, la obra que Dios realizó en Job no es distinta, aunque Job fuera perfecto y recto a los ojos de Dios. En otras palabras, independientemente de lo que Él hace o de los medios por los que lo hace, del coste o de Su objetivo, el propósito de Sus acciones no cambia. Su objetivo consiste en introducir en el hombre las palabras, los requisitos y la voluntad de Dios para él; dicho de otro modo, esto es producir en el ser humano todo lo que Él cree positivo según Sus pasos, permitiéndole comprender Su corazón y entender Su esencia, así como obedecer Su soberanía y Sus disposiciones, para que él pueda alcanzar el temor de Dios y apartarse del mal; todo esto es un aspecto del propósito de Dios en todo lo que Él hace. El otro aspecto es que, siendo Satanás el contraste y el objeto de servicio en la obra de Dios, el hombre queda a menudo en sus manos; este es el medio que Él usa para permitirles a las personas ver en las tentaciones y ataques de Satanás la maldad, la fealdad y lo despreciable de Satanás, provocando así que las personas lo aborrezcan y sean capaces de conocer y reconocer aquello que es negativo. Este proceso les permite liberarse gradualmente del control de Satanás, de sus acusaciones, interferencias y ataques hasta que, gracias a las palabras de Dios, su conocimiento de Él y su obediencia a Él, así como su fe en Él y su temor de Él, triunfen sobre los ataques y las acusaciones de Satanás. Solo entonces se habrán liberado por completo del campo de acción de Satanás. La liberación de las personas significa que ha sido derrotado, que ellas han dejado de ser comida en su boca y que, en lugar de tragárselos, Satanás ha renunciado a ellos. Esto se debe a que esas personas son rectas, tienen fe, obediencia, y le temen a Dios, y porque rompen del todo con Satanás. Acarrean vergüenza sobre este, lo convierten en un cobarde, y lo derrotan por completo. Su convicción al seguir a Dios, su obediencia a Él y su temor de Él derrotan a Satanás, y hacen que este las abandone completamente. Sólo las personas como estas han sido verdaderamente ganadas por Dios, y este es Su objetivo supremo al salvar al hombre. Si desean ser salvados y totalmente ganados por Dios, entonces todos los que le siguen deben afrontar tentaciones y ataques, tanto grandes como pequeños, de Satanás. Los que emergen de estas tentaciones y ataques, y son capaces de derrotar por completo a Satanás son aquellos a los que Dios ha salvado. Es decir, los salvos en Él son los que han pasado por Sus pruebas, y han sido tentados y atacados por Satanás innumerables veces. Estos entenderán Su voluntad y Sus requisitos, pueden someterse a Su soberanía y a Sus disposiciones, y no abandonan el camino de temer a Dios y apartarse del mal en medio de las tentaciones de Satanás. Los salvados en Él son honestos, bondadosos, diferencian entre el amor y el odio, tienen sentido de la justicia, son racionales, capaces de preocuparse por Dios y valorar todo lo que es de Él. Satanás no puede atar, espiar, acusar a estas personas ni maltratarlas; son completamente libres, han sido liberadas y puestas por completo en libertad. Job era exactamente ese hombre de libertad, y esta es justo la relevancia de que Dios lo ha entregado a Satanás.
Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II’ en “La Palabra manifestada en carne”

Dios está destinado a ser reverenciado y obedecido porque Su ser y Su carácter no son los mismos que los de un ser creado y están por encima de los de un ser creado. Dios existe por sí mismo, Él es eterno, no es un ser creado y solo Dios es digno de reverencia y obediencia; el hombre no está calificado para esto. Así, todos los que han experimentado Su obra y verdaderamente lo conocen sienten reverencia por Él. Sin embargo, los que no abandonan sus nociones acerca de Él, es decir, los que sencillamente no lo ven como Dios, no tienen ninguna reverencia hacia Él, y aunque lo siguen no son conquistados; por naturaleza son personas desobedientes. Lo que Él pretende lograr obrando así es que todos los seres creados tengan corazones reverentes para el Creador, que lo adoren y se sometan incondicionalmente a Su dominio. Este es el resultado final que toda Su obra pretende lograr. Si las personas que han experimentado esa obra no reverencian a Dios, aunque sea un poco, y si su desobediencia pasada no cambia para nada, entonces seguro serán eliminadas. Si la actitud que una persona tiene hacia Dios es solo la de admirarlo, o mostrarle respeto desde la distancia y no amarlo en lo más mínimo, entonces ese es el resultado al que llega una persona que no tiene un corazón de amor a Dios, y a esa persona le hacen falta las condiciones para ser perfeccionada. Si esa obra tan grande no es capaz de alcanzar el amor verdadero de una persona, entonces esa persona no ha ganado a Dios y no busca la verdad de un modo genuino. Una persona que no ama a Dios no ama la verdad y, por lo tanto, no puede ganar a Dios ni mucho menos recibir la aprobación de Dios. Tales personas, independientemente de cómo experimenten la obra del Espíritu Santo y de cómo experimenten el juicio, siguen siendo incapaces de reverenciar a Dios. Estas son personas cuya naturaleza es inmutable y que tienen un carácter extremadamente malvado. Todos los que no reverencian a Dios serán eliminados, serán objetos de castigo y serán castigados igual que los que hacen el mal, y han de sufrir aún más que aquellos que han hecho cosas injustas.
Extracto de ‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

de “Dios ha venido, Dios es Rey”

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Las diferencias entre la obra de aquellos usados por Dios y la obra de los líderes religiosos


Las diferencias entre la obra de aquellos usados por Dios y la obra de los líderes religiosos

Versículos bíblicos como referencia:

“Y Jesús, respondiendo, le dijo: […] Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos” (Mateo 16:17-19).

“Así dijo el Señor Jehová a los pastores: ¡Ay de los pastores de Israel que se alimentan a sí mismos! ¿No deben los pastores alimentar a los rebaños? Coméis la grosura y os vestís con la lana, matáis a los engordados, pero no alimentáis al rebaño. A los débiles no fortalecisteis, ni curasteis a los enfermos, ni vendasteis a los quebrados, ni trajisteis de vuelta a los descarriados, ni buscasteis a los perdidos; sino que con violencia y crueldad los gobernasteis. Y se dispersaron al no haber pastor y, cuando lo hicieron, se convirtieron en carne para toda bestia del campo. Mis ovejas vagaron por todos los montes y colinas elevadas: sí, Mi rebaño se dispersó por toda la faz de la tierra y nadie lo buscó ni intentó encontrarlo” (Ezequiel 34:2-6).*

“Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros” (Mateo 23:13-15).

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!” (Mateo 23:23-24).

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad” (Mateo 23:27-28).

Las palabras relevantes de Dios:

La obra que lleva a cabo aquel a quien Dios usa es con el fin de cooperar con la obra de Cristo o del Espíritu Santo. Dios levanta a este hombre entre los hombres, él está ahí para liderar a todos los escogidos de Dios y Dios también lo levanta para hacer la obra de la cooperación humana. Con alguien así, que sea capaz de hacer la obra de la cooperación humana, se puede lograr, a través de él, más de las exigencias que Dios le hace al hombre y de la obra que el Espíritu Santo debe hacer entre los hombres. Otra manera de decirlo es esta: La meta de Dios al usar a este hombre es que todos los que siguen a Dios puedan entender mejor la voluntad de Dios y puedan alcanzar más de las exigencias de Dios. Como las personas no pueden entender directamente las palabras de Dios ni la voluntad de Dios, Dios ha levantado a alguien que es usado para que lleve a cabo esa obra. Esta persona que Dios usa también se puede describir como un medio a través del cual Dios guía a las personas, como el “traductor” que se comunica entre Dios y el hombre. Así, tal hombre es diferente a cualquiera de los que obran en la casa de Dios o que son Sus apóstoles. Como aquellos, se puede decir que es alguien que sirve a Dios, pero en la esencia de su obra y en el trasfondo de cómo Dios lo usa, difiere grandemente de los otros obreros y apóstoles. En términos de la esencia de su obra y del trasfondo de su uso, al hombre que Dios usa Él lo levanta; Dios lo prepara para la obra de Dios y él coopera en la obra de Dios mismo. Ninguna persona podría hacer su obra en su lugar, esta es la cooperación humana la que es indispensable junto a la obra divina. La obra que llevan a cabo otros obreros o apóstoles, mientras tanto, no es sino el medio de transporte e implementación de los muchos aspectos de los arreglos para las iglesias durante cada periodo, o bien la obra de alguna simple provisión de vida con el fin de mantener la vida de la iglesia. A estos obreros y apóstoles Dios no los designa, mucho menos se les puede calificar como los que son usados por el Espíritu Santo. Son seleccionados de entre las iglesias y, después de que han sido entrenados y cultivados por un tiempo, los que son aptos quedan, mientras que los que no son aptos son enviados de regreso al lugar de donde vinieron. Como estas personas son seleccionadas de entre las iglesias, algunos muestran quiénes realmente son después de volverse líderes y otros incluso hacen muchas cosas malas y terminan siendo eliminados. El hombre que Dios usa, por otro lado, es alguien que Dios ha preparado y que posee un cierto calibre y que tiene humanidad. El Espíritu Santo lo ha preparado y lo ha perfeccionado de antemano, y el Espíritu Santo lo guía por completo y, sobre todo cuando se trata de su obra, el Espíritu Santo lo dirige y le gobierna, como resultado de esto no hay desviación en la senda de guiar a los escogidos de Dios porque Dios ciertamente se hace responsable de Su propia obra y Dios hace Su propia obra en todo momento.
Extracto de ‘Acerca del uso que Dios hace del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne

La obra en la mente del hombre es demasiado fácil de lograr para él. Los pastores y los líderes en el mundo religioso, por ejemplo, confían en sus dones y posiciones para hacer su obra. Las personas que los siguen mucho tiempo se van a infectar con sus dones y van a ser influidas por algo de su ser. Se enfocan en los dones, habilidades y conocimiento de las personas, y prestan atención a cosas sobrenaturales y a muchas doctrinas profundas pero poco realistas (por supuesto, estas doctrinas profundas son inalcanzables). No se enfocan en los cambios en el carácter de las personas, sino en entrenar a las personas para predicad y obrar, mejorar su conocimiento y sus abundantes doctrinas religiosas. No se enfocan en qué tanto cambia el carácter de las personas ni tampoco en qué tanto las personas entienden la verdad. No se interesan en la esencia de las personas, y mucho menos tratan de conocer sus estados normales y anormales. No contraatacan las nociones de las personas ni tampoco ponen de manifiesto sus nociones, y mucho menos podan sus deficiencias o corrupciones. La mayoría de los que los siguen sirven con sus dones, y lo único que publican son nociones religiosas y teorías teológicas que están alejadas de la realidad y son completamente inútiles para dar vida a las personas. De hecho, la esencia de su obra es alimentar el talento, alimentar a una persona sin nada para ser un talentoso graduado del seminario que después va a hacer la obra y liderar.
Extracto de ‘La obra de Dios y la obra del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

Tú sirves a Dios con tu temperamento natural y de acuerdo con tus preferencias personales. Es más, siempre piensas que las cosas que estás dispuesto a hacer son las que le resultan un deleite a Dios, y que las cosas que no deseas hacer son las que son odiosas para Dios; obras totalmente según tus propias preferencias. ¿Puede esto llamarse servir a Dios? En última instancia, tu carácter de vida no cambiará ni un ápice; más bien, tu servicio te volverá incluso más obstinado, haciendo así que se arraigue profundamente tu carácter corrupto, y de esta manera, desarrollarás reglas en tu interior sobre el servicio a Dios que se basan principalmente en tu propio temperamento, y experiencias derivadas de tu servicio según tu propio carácter. Estas son las experiencias y lecciones del hombre. Es la filosofía del hombre de vivir en el mundo. Personas como estas se pueden clasificar como fariseos y funcionarios religiosos. Si nunca despiertan y se arrepienten, seguramente se convertirán en los falsos Cristos y los anticristos que engañan a las personas en los últimos días. Los falsos Cristos y los anticristos de los que se habló surgirán de entre esta clase de personas. Si aquellos que sirven a Dios siguen su propio temperamento y actúan en base a su propia voluntad, corren el riesgo de ser expulsados en cualquier momento. Aquellos que aplican sus muchos años de experiencia adquirida al servicio de Dios con el fin de ganarse el corazón de los demás para sermonearlos, controlarlos, y enaltecerse a sí mismos, y que nunca se arrepienten, nunca confiesan sus pecados, nunca renuncian a los beneficios de su posición; estas personas caerán delante de Dios. Son de la misma especie que Pablo, presumen de su antigüedad y hacen alarde de sus calificaciones. Dios no traerá a este tipo de personas a la perfección. Este servicio interfiere con la obra de Dios.

Extracto de ‘La forma religiosa de servicio debe prohibirse’ en “La Palabra manifestada en carne”

Mira a los líderes de cada denominación: son todos arrogantes y farisaicos y sus interpretaciones de la Biblia carecen de contexto y están guiadas por sus propias imaginaciones. Todos confían en los dones y la erudición para hacer su obra. Si fueran incapaces de predicar nada, ¿les seguirían las personas? Después de todo, poseen cierto conocimiento y pueden predicar sobre cierta doctrina o saben cómo convencer a los demás y cómo usar algunos artificios. Los usan para llevar a las personas ante ellos y engañarlas. Esas personas creen en Dios sólo de nombre, pero, en realidad, siguen a sus líderes. Cuando se encuentran con alguien que predica el camino verdadero, algunos de ellos dicen: “Tenemos que consultarle a nuestro líder respecto a nuestra creencia”. Un ser humano es el medio de su fe en Dios. ¿No es esto un problema? ¿En qué se han convertido, pues, esos líderes? ¿Acaso no se han vuelto fariseos, falsos pastores, anticristos y obstáculos para que las personas acepten el camino verdadero?
Extracto de ‘Solo buscar la verdad es creer verdaderamente en Dios’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios. Ninguno de ellos es capaz de conocer a Dios y mucho menos es conforme a la voluntad de Dios. Son todos personas inútiles y viles, que se ponen en alto para enseñar a Dios. Se oponen deliberadamente a Él mientras llevan Su estandarte. Afirman tener fe en Dios, pero aun así comen la carne y beben la sangre del hombre. Todas esas personas son diablos que devoran el alma del hombre, demonio jefes que estorban a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta y obstáculos que amenazan a los que buscan a Dios. Pueden parecer de “buena constitución”, pero ¿cómo van a saber sus seguidores que no son más que anticristos que llevan a la gente a levantarse contra Dios? ¿Cómo van a saber sus seguidores que son diablos vivientes dedicados a devorar a las almas humanas? Los que se tienen en alta estima a sí mismos en presencia de Dios son los más bajos de los hombres, mientras que los que se humillan son los más honorables. Y aquellos que piensan que conocen la obra de Dios y son capaces de proclamarla a otros a bombo y platillo mientras lo miran directamente son los hombres más ignorantes. Tales personas no tienen el testimonio de Dios, son arrogantes y están llenas de soberbia. Los que creen que tienen muy poco conocimiento de Dios a pesar de tener experiencia real y conocimiento práctico de Él, son los más amados por Él. Solo estas personas tienen un testimonio verdadero y son verdaderamente capaces de ser perfeccionadas por Dios. Los que no entienden la voluntad de Dios son Sus oponentes; los que la entienden pero no practican la verdad son Sus oponentes; los que comen y beben las palabras de Dios y aun así van contra su esencia son oponentes de Dios; los que tienen nociones sobre el Dios encarnado y, además, se dedican a rebelarse, son oponentes de Dios; los que juzgan a Dios son Sus oponentes, y cualquiera que sea incapaz de conocer a Dios o dar testimonio de Él es Su oponente.
Extracto de ‘Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él’ en “La Palabra manifestada en carne”
Si has creído en Él muchos años, pero nunca le has obedecido y no aceptas todas Sus palabras, y, en cambio, le pides que se someta a ti y actúe según tus propias nociones, entonces eres el más rebelde de todos; eres un incrédulo. ¿Cómo podría una persona así obedecer la obra y las palabras de Dios, que no se ajustan a las nociones del hombre? Los más rebeldes de todos son los que intencionalmente desafían a Dios y se le resisten. Ellos son Sus enemigos y los anticristos. Su actitud siempre es de hostilidad hacia la nueva obra de Dios; nunca tienen la mínima disposición de someterse y jamás se han sometido o humillado de buen grado. Se exaltan a sí mismos ante los demás y nunca se someten a nadie. Delante de Dios, consideran que son los mejores para predicar la palabra y los más hábiles para obrar en los demás. Nunca desechan los “tesoros” que poseen, sino que los tratan como herencias familiares a las que adorar y las usan para predicar a los demás y sermonear a los necios que los idolatran. De hecho, hay una cierta cantidad de personas de este tipo en la iglesia. Se podría decir que son “héroes indómitos”, que, generación tras generación, residen temporalmente en la casa de Dios. Consideran que predicar la palabra (doctrina) es su tarea suprema. Año tras año y generación tras generación, se dedican vehementemente a hacer que su deber “sagrado e inquebrantable” se cumpla. Nadie se atreve a tocarlos; ni una sola persona se atreve a reprenderlos abiertamente. Se convierten en “reyes” en la casa de Dios y causan estragos mientras oprimen a los demás, era tras era. Este grupo de demonios busca unirse y derribar Mi obra; ¿cómo puedo permitir que estos demonios vivientes existan delante de Mis ojos?
Extracto de ‘Los que obedecen a Dios con un corazón sincero, con seguridad serán ganados por Él’ en “La Palabra manifestada en carne”

Unas citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.